
Bajo la consigna del “Keine Macht den Dogmen” -”Ningún poder a los
dogmas”-, han recriminado la primera visita de Joseph Ratzinger, como
papa, a la capital de su país natal, donde además ha dado un discurso
ante el parlamento.
Una veintena de diputados -entre el centenar de parlamentarios
socialdemócratas, verdes y de la Izquierda que boicoteó el discurso por
considerar que rompe el principio de neutralidad religiosa- se mezcló
con la festiva marcha multicolor, integrada por unos 15.000
manifestantes de toda edad y motivación.
“Estamos contra la falsa moral sexual vaticana”, comentó a Efe
Wiltrud Schenk, de 65 años y disfrazada de preservativo color lila. “Las
disculpas protocolarias no borrarán los 14 años de abusos sexuales
sufridos como monaguillo”, apuntaba Eckhard O., de 62 años, junto a una
pancarta denunciando las violaciones en orfanatos.
“¿A quién cree que le está hablando Ratzinger en el Bundestag?”,
preguntaba, a gritos, Markus, estudiante de teología en la Universidad
Humbolt, de 25 años, tratando de hacerse entender entre la megafonía y
las distintas proclamas de los manifestantes.
Las reivindicaciones no se limitaron a la calle de un Berlín cuyo
porcentaje de católicos es del 9,3 % y cuya “religión” mayoritaria es la
aconfesionalidad.
El primero de los anfitriones de Ratzinger, el presidente Christian
Wulff, católico casado en segundas nupcias y, por tanto, excluido de los
sacramentos, había reclamado en su discurso ante el papa el fin de esa
disciplina excluyente.
Otro anfitrión, el alcalde-gobernador de Berlín, Klaus Wowereit,
socialdemócrata, católico y homosexual, habría estado entre los
manifestantes, según sus propias palabras, de no habérselo impedido los
deberes de su cargo.
La canciller Angela Merkel, hija de un pastor protestante, había
lanzado una llamada, el día anterior, en un acto de la Unión
Cristianodemórata (CDU), a la apertura religiosa.
Mientras Merkel, Wulff y Wowereit escuchaban a Ratzinger en el
Bundestag, la marcha en la calle se movía a ritmo de una gran muñeca de
cartón-piedra, representando una tiránica monja abusadora.
Al final de la manifestación, dos religiosas -de seglar- del
movimiento católico “Wir sind die Kirche” -”Nosotros somos la Iglesia”-
expresaban su decepción por la falta de avances en el movimiento
ecuménico, seis años después de la elección de Ratzinger.
Casi 500 años después de que otro alemán, Lutero, clavara en la
iglesia de Wittenberg, el 31 de octubre de 1517, sus tesis, origen de la
reforma protestante, los católicos críticos exigen “menos contactos
rituales con el protestantismo” y un mayor impulso al ecumenismo.
La marcha discurrió por un Berlín convertido en un fenomenal atasco,
también por barrios algo alejados como Kreuzberg y Neuköln, de abultada
población inmigrante musulmana, donde está la nunciatura en la que
pernoctará el papa, para salir este viernes hacia Erfurt (este).
EFE