
En el campo de
entrenamiento del FBI de Quantico (Estado de Virginia), a los agentes se
les enseña un gráfico en el que se muestra que cuanto más devoto es un
musulmán, más probabilidades hay de que sea “violento”.
Esas tendencias
destructivas no pueden corregirse, según una presentación didáctica de
la institución, que añade que “cualquier guerra contra no creyentes se
justifica” bajo la ley musulmana, y que “no se puede producir ningún
proceso de moderación mientras el Corán sea visto como la palabra
inalterable de Alá”.
Estos son extractos de docenas de páginas de
material reciente de entrenamiento del FBI que la sección “Danger Room”
de Wired Magazine ha adquirido. En ellos, la fe religiosa protegida
constitucionalmente de millones de norteamericanos se retrata como un
indicador de actividad terrorista.
“Puede que no sean una amenaza
‘radical’ en tanto que no se trate más que de simples aserciones de la
ideología ortodoxa”, apunta una de las presentaciones del FBI.
“Los
temas estratégicos que animan esos valores islámicos no son marginales,
son de la corriente principal”.
El FBI no sólo está pisando una
capa muy fina de hielo legal cuando retrata a estadounidenses ordinarios
y religiosos como terroristas durmientes, afirman antiguos agentes
antiterroristas del FBI; se están poniendo en manos de Al Qaeda.
Si
se centran en el comportamiento religioso de ciudadanos estadounidenses
en vez de en verdaderos indicios de actividad criminal como
almacenamiento de armas o financiación en la sombra, será mucho más
probable que al FBI se le escapen los signos reales de
terrorismo.
Y describir el Islam como inseparable de la violencia
política es exactamente la narrativa que Al Qaeda estimula, del mismo
modo que hace con la idea de que Estados Unidos y el Islam están
necesariamente en conflicto.
Esa es la razón por la que confidentes del
FBI proveyeron a los reporteros de Danger Room de estos materiales.
A
lo largo de los últimos años, los grupos estadounidenses musulmanes de
defensa de los derechos civiles han dado la alarma acerca de la
creciente presencia de agentes del FBI y de la policía en centros de la
comunidad islámica y mezquitas, por el temor a que su comportamiento
plenamente legal sea objeto de una burda categorización por parte del
contraterrorismo.
Estos documentos pueden ayudar a explicar una
vigilancia tan enconada.
Estos papeles no constituyen la primera
ocasión en la que los musulmanes son denostados en las sesiones de
entrenamiento del FBI.
Como Danger Room informó en julio, la División de
Entrenamiento del FBI ha incluido libros antiislámicos y materiales que
afirman que el Islam “transforma la cultura de un país en los modos de
ser de la Arabia del siglo VII”.
Cuando Danger Room contrastó ese
material con el FBI, un comunicado oficial mantuvo que “la presentación
en cuestión era una versión rudimentaria utilizada por tiempo limitado
que ha sido reemplazada desde entonces”.
Pero esos documentos no
son reliquias de una era pasada.
Una de esas conferencias, titulada
“Temas y motivadores estratégicos en la ley islámica”, se llevó a cabo
el 21 de marzo de este año.
Las conferencias sobre el Islam son
optativas, no obligatorias.
“Un mensaje de renuncia de responsabilidad
acompañaba la presentación y decía que los puntos de vista expresados
son los del autor y no expresan necesariamente los del gobierno de los
EEUU”, explica Christopher Allen, portavoz del FBI a Danger Room.
“Los
materiales en cuestión se enviaron como parte de la segunda fase del
entrenamiento de agentes designados para el antiterrorismo”, añade
Allen.
“Este entrenamiento se derivó en gran medida de una variedad de
publicaciones de dominio público e incluye la opinión del analista que
desarrolló el bloque de materiales didácticos”.
No todos los
veteranos del antiterrorismo consideran tan benignas las charlas.
“Enseñar a los agentes contraterroristas acerca de aspectos oscuros del
Islam”, dice Robert McFadden, retirado recientemente como uno de los
persecutores de Al Qaeda del Servicio de Investigación de la Marina,
“sin contexto, sin objetividad, y sin cubrir otros indicadores no
religiosos de comportamiento peligroso no es el camino para detener a
los terroristas de verdad”.
Sin embargo, en Quantico, la supuesta
conexión entre Islam y violencia no sólo es parte de la teoría, forma
parte literal de los gráficos.