Los procesos de transformación que en este momento se desarrollan en
América Latina, se caracterizan por proponer modificaciones en el marco
de una democracia sui géneris, la que se caracteriza por constituir una
suerte de híbrido entre la democracia representativa y la democracia
participativa, directa y constante, puesto que todos ellos combinan
elementos propios de la primera, como es el caso de los funcionarios de
elección popular quienes, en su calidad de representantes, se limitan a
rendir cuentas de las acciones y decisiones adoptadas por sí y ante sí,
con mecanismos institucionales propios de la segunda, como lo
ejemplifican las consultas populares propias de la democracia directa, a
las cuales se acude en forma reiterada, a las que se agrega una
extremadamente débil participación ciudadana, la que debería concretarse
en la activa y constante participación ciudadana en la formulación de
las políticas públicas, como lo establecen todos los nuevos cuerpos
constitucionales vigentes aprobados precisamente para permitir el
desarrollo de las democracias participativas, directas y constantes.
La
adopción de la línea pacífica para la transformación, de la vía
"democrática" antes mencionada, ineludiblemente debería conducir a
enfrentar las contradicciones políticas y sociales que genera todo
proceso de transformación, en el marco de las normas constitucionales y
legales que plantea una democracia del tipo antes descrita, a más del
respeto a las normas morales socialmente aceptadas, así como de las
normas de conducta política a las que se supone deben atenerse quienes
operan activamente en este campo.
En otros
términos, las contradicciones -entre las distintas clases sociales,
entre los estratos que por diferentes niveles de ingreso se observan a
nivel de las distintas clases, e incluso entre los grupos de interés
específicos- que inevitablemente generan los procesos de transformación
política y social en marcha, indiferentemente de la profundidad de los
cambios que lleven adelante , deberían resolverse bajo las premisas
anteriormente precisadas, puesto que la lucha armada, expresión de la
política por otros métodos como lo conceptualizó Clausewitz, constante
en las revoluciones que se sucedieron en el siglo anterior y que
culminaron con la instauración del socialismo burocrático y el posterior
reflujo hacia el capitalismo , habrían perdido vigencia y serían ya
parte de una historia que no se repetiría en el futuro.
Utopía que la
historia nacional reciente lo niega, por las acciones emprendidas por
quienes se oponen al proceso transformador, quienes no tienen reparo
alguno para acudir a todos los medios, métodos, personas, por más
espurios o descalificados sean, como lo demostraremos inmediatamente.
Incitación al magnicidio
Si
bien las expresiones incitando al asesinato del Presidente Correa
difundidas a través del sistema de radio de la Policía Nacional durante
la intentona de golpe del 30 de septiembre podrían adjudicarse a una
gravísima irresponsabilidad de quienes las profirieron, no pueden
considerarse producto de la euforia del momento y ha hechos aislados
como lo plantean voces de la oposición.
Y no puede otorgarse el carácter
de hecho aislado la incitación a cometer un magnicidio, puesto que ello
implicaría, por ejemplo, olvidar la pregunta que formulara el Coronel
Tapia, Jefe de la Escolta Legislativa, a un oficial de la Policía
Nacional que arribó a las dependencias de la Asamblea Nacional en la
tarde del 30 de septiembre en el corredor de la Asamblea Nacional, que
interroga sobre si se había ya asesinado ya al Presidente Correa .
Igualmente, no pude otorgarse el carácter de hecho aislado las
incitaciones o interrogantes sobre el magnicidio, por los
pronunciamientos que se realizaron antes, durante y luego de la
intentona de golpe de Estado.
Entre los
pronunciamientos anteriores a la intentona, no puede dejar de citarse la
aseveración de Lucio Gutiérrez, quien el 23 de septiembre expresó:
"terminado Correa terminado el modelo político", en el foro organizado
en la ciudad de Miami por el Inter American Institute for Democracy
(IAID) , en el cual igualmente participaron otros prestantes
representantes de la oposición ecuatoriana como los hermanos Isaías y
Carlos Vera, conjuntamente con el reconocido agente de la CIA Carlos
Alberto Montaner, quien forma parte del Directorio de esa institución
conjuntamente con otros agentes de la CIA como Armando Valladares .
Pero
si las incitaciones al magnicidio antes citadas no fueran suficientes o
suscitaran dudas sobre la veracidad de esa intención, la descarada
declaración formulada por el Asambleísta Cléver Jiménez, en el Pleno de
la Asamblea Nacional, absuelve cualquier prevención.
Efectivamente
Jiménez, sin reserva alguno manifestó, luego de citar la frase que el
Presidente Correa pronunciara en el Regimiento Quito: “mátenme, aquí
está el Presidente”, agrega de su propia cosecha, con total conciencia,
desparpajo y sin pudor alguno: "a mí me da mucha pena que no hubo quién
cumpla la orden".
Si conciudadanos, Jiménez lamenta que no haya habido
una persona que haya tomado la decisión de asesinar al Presidente de la
República. Confesión de parte que nos absuelve de presentar cualquier
prueba adicional para demostrar la intención de asesinar al Presidente
el 30 de septiembre. Intención negada en forma reiterada por la
oposición.
Vínculo Gutiérrez-Jiménez
Sin
embargo de la contundencia de la autoacusación de Jiménez, es
ineludible desentrañar la razón de ser de la coincidencia de los
planteamientos de Gutiérrez y Jiménez. Es indispensable develar el
origen de esa coincidencia, explicar el por qué de los lugares comunes
de esos dos personajes. Para ello es necesario retornar a la
intervención de Jiménez en el Pleno de la Asamblea Nacional.
En
la primera parte de su intervención, Cléver Jiménez afirma:
"No voy a
responder a la asambleísta Calle, como debería responderle, solamente
voy a decirle, señora asambleísta, que he estado muy ocupado
investigando y fiscalizando al Presidente de la República, pero que en
los próximos días usted tendrá que responder ante el país sobre cierto
periódico digital ALTERCOM, ahí tendremos que decirle al país quién
financia ese periódico y ahí tiene que usted decirle a la patria
ecuatoriana qué es lo que está pasando y qué hay atrás de ese periódico
digital".
Acusación que vale la pena analizar puesto que permite
reconocer, por una parte que a la incitación al magnicidio, Jiménez
agrega la delación que anuncia, acciones que a Jiménez parecen
constituir actos normales, moralmente no repudiables; y, por otra, los
vínculos que unen a Gutiérrez y Jiménez, así como el organismo de
inteligencia extranjero que opera tras bastidores, por el grado de
infiltración que ha logrado a nivel de las fuerzas de la izquierda
ecuatoriana .
Si se revisa el material gráfico
del golpe de Estado de Gutiérrez, se observa la presencia activa de
quien ahora es uno de los portavoces de la oposición al proceso de
transformación en el Ecuador: Fernando Villavicencio, quien funge
actualmente como asesor de Cléver Jiménez en la Asamblea Nacional, a más
de ser la voz cantante de la oposición para oponerse a la elección del
doctor Galo Chiriboga como Fiscal General de la Nación, la política
petrolera, etc. Acciones todas tendientes a tratar de debilitar y
desprestigiar al Presidente Correa y al proceso de transformación en
marcha, tarea que se ha impuesto la CIA en todos los países de América
Latina en que avanzan procesos de cambio, como es el caso del Ecuador,
Bolivia, Venezuela, Nicaragua.
No obstante el
papel de "defensor de los intereses de la Patria" que aduce Fernando
Villavicencio, y de sus auto proclamas de ser un ultra revolucionario,
debe igualmente agregarse que fue placenteramente aceptado para trabajar
para el Banco Mundial , lo que, como es ampliamente conocido y
demostrado, no es posible de lograr si no se dispone del aval de la
embajada de los Estados Unidos.
Pero la
relación de Villavicencio con Lucio Gutiérrez no sólo es gráfica, lo es
también política. Efectivamente, quien puso en contacto a Lucio
Gutiérrez con el Partido Socialista de Trabajadores del Brasil, fracción
troskista del Partido de los Trabajadores, fue precisamente Fernando
Villavicencio , lo que permitió que Gutiérrez se tinture de rojo, se
camufle para lograr el apoyo de algunas fuerzas de izquierda que le
permitió posteriormente ser electo presidente del Ecuador, romance que
terminó abruptamente cuando Gutiérrez descubrió su verdadera
pertenencia, al proclamarse como el mejor amigo de los Estados Unidos.
Acto que tampoco extrañó a todos aquellos que conocemos el tránsito de
Gutiérrez en Nicaragua cuando oficio de casco azul, en estrecha
colaboración y bajo el mando del tristemente célebre coronel Oliver
North.
Como tampoco nos extraña la posición favorable de Gutiérrez a la
propuesta de Álvaro Uribe para que se conforme una fuerza militar para
que participe en el conflicto bélico colombiano planteada en la reunión
del Cusco; sus acciones tendientes a que los cascos azules ocupen la
franja fronteriza ecuatoriano-colombiana ; o, el Convenio militar
suscrito con Álvaro Uribe que terminó por involucrar directamente al
Ecuador en el conflicto colombiano, por citar algunos casos relevantes,
igualmente planteados como objetivos por los Estados Unidos y la CIA.
Más,
la acción de Fernando Villavicencio, por lo expuesto por Jiménez, a más
de advertir el nuevo rol que se le ha asignado a cumplir en la Asamblea
Nacional, no se limita a lo antes detallado, hoy su tarea parece
consistir en infiltrarse en otras fuerzas de izquierda -o actuar de
consuno con otros personajes de su misma calaña que igualmente se
infiltraron en los movimientos de izquierda, incluso en Alfaro Vive
Carajo -, en el propósito de lograr información para avanzar en
delaciones como lo plantea Jiménez, o para, vanamente, tratar de
deslucir la límpida trayectoria de militantes de izquierda y de la
transformación en marcha, como es el caso de María Augusta Calle.
Por lo
que y en consecuencia, vistos los antecedentes de los informantes de
Jiménez, vale preguntarnos si Cléver Jiménez tiene conciencia de sus
acciones, o si es sólo un burro pie, como pareció demostrarlo cuando
demando al Presidente de la República por genocidio ante organismos
internacionales, sin atender y entender que genocidio, de acuerdo
a los convenios internacionales, dice al exterminio de un pueblo, lo
que no ha ocurrido en toda la historia del Ecuador.
Sea cual sea la
razón para la posición asumida por Jiménez, éste tiene dos caminos:
insistir en su declaraciones y asumir la responsabilidad que de ello se
deriva, o retractarse, presentar sus excusas a la opinión pública, su
arrepentimiento por incitar al magnicidio, por considerar que la
delación es moral y socialmente válida y procedente.
Respuesta que, en el seno de la Asamblea Nacional, no debería
ser otra que considerar ese delito, esa inconducta en el Consejo de
Administración, para que éste imponga las sanciones que correspondan,
puesto que la incitación al cometimiento de un delito de esa magnitud,
en caso alguno, está amparado por la inmunidad de la que gozan los
asambleístas.
http://www.argenpress.info/2011/09/ecuador-delacion-infiltracion-y.html