Hace casi una década que la islamofobia estalló en EE.UU. Fue cuando el
World Trade Center y el Pentágono fueron atacados por terroristas de
al-Qaida.
Existía antes del 11-S, pero las víctimas de ese día y el
terror en general que se infligió a este país hicieron que muchos,
muchos estadounidenses recelaran de los árabes y, con bastante rapidez,
de la religión profesada por los terroristas.
La primera señal de que el 11-S se aprovecharía para promover diversos planes provino de Benjamin Netanyahu, citado por el New York Times cuando dijo que los ataques serían buenos para Israel.
Cuando le preguntaron esa noche [11 de septiembre de 2001] qué significaba el ataque para las relaciones entre EE.UU. e Israel, Benjamin Netanyahu, el ex primer ministro, respondió:
“Es muy bueno”.
Luego corrigió: “Bueno, no muy bueno, pero generará simpatía inmediata”.
Predijo que el ataque “fortalecerá el lazo entre nuestros dos pueblos, porque hemos experimentado el terror durante tantas décadas, pero EE.UU. sólo ha vivido ahora una masiva hemorragia de terror”.
Netanyahu reiteró posteriormente sus puntos de vista sobre el 11-S citados aquí [en inglés] en Haaretz.
Y,
por cierto, desde que ocurrió el 11-S el lobby “pro Israel” lo ha
utilizado exitosamente para crear apoyo a las políticas derechistas
israelíes en EE.UU.
Pero el lobby no está solo.
Es solo
uno de los componentes de un esfuerzo orquestado y bien financiado para
hacer que los estadounidenses teman y odien a musulmanes y árabes.
Tengo
que admitir, sin embargo, que hasta que leí un informe publicado hoy
por el Centro por el Progreso Estadounidense (CAP, por sus siglas en
inglés), no tenía la menor idea de cuán bien orquestado y bien
financiado está ese movimiento.
El informe: “Fear Inc. Las raíces
de la red de islamofobia en EE.UU.”, demuestra que un pequeño grupo de
autoproclamados expertos (Frank Gaffney, David Yerushalmi, Daniel Pipes,
Robert Spencer, y Steve Emerson) respaldados por una multitud de
fundaciones y donantes (muchos de los cuales también financian el lobby)
han dado notoriedad a la islamofobia.
Dicho en pocas palabras, sin esos “expertos”, sus donantes,y Fox News
(su vocero mediático) nunca habríais oído hablar de un centro
comunitario musulmán (la “Mezquita de la Zona Cero”) que se iba a
construir en la Ciudad de Nueva York.
Y el centro ciertamente no se
habría convertido en una noticia importante.
Ni los candidatos
republicanos (y algunos demócratas) a la presidencia, al Congreso, e
incluso a ayuntamientos de aldeas habrían sido invitados a condenar al
Islam y a la “Ley Sharía” so pena de que los calificasen
partidarios del terrorismo.
Ni Newt Gingrich, Herman Cain y Rick
Santorum habrían convertido el odio a los musulmanes estadounidenses en
una parte integral de sus campañas.
Todo comienza por el dinero. Según CAP:
Un pequeño grupo de fundaciones y acaudalados donantes forman el alma de la red de islamofobia en EE.UU., suministrando fondos vitales a un puñado de think tanks derechistas que pregonan el odio y el temor a los musulmanes y al Islam en la forma de libros, informes, blogs, sitios en la red y puntos de conversación cuidadosamente elaborados que organizaciones antiislámicas de base y algunos grupos religiosos derechistas utilizan como propaganda para sus seguidores.
Algunas de esas fundaciones y acaudalados donantes también suministran financiamiento directo a grupos de base antiislámicos.Según nuestro exhaustivo análisis, los siguientes son los siete máximos contribuyentes a la promoción de islamofobia en nuestro país:
- Donors Capital Fund
- Fundaciones Richard Mellon Scaife
- Fundación Lynde y Harry Bradley
- Fundaciones y fundación benéfica Newton D. & Rochelle F. Becker
- Fundación Russell Berrie
- Fondo Benéfico Anchorage y Fondo Familiar William Rosenwald
- Fundación Fairbrook
En
su mayoría no los conocía, aunque cuando trabajé en AIPAC costaba no
ver el hecho de que algunos de ellos apoyaban a AIPAC y a su think tank, el Instituto Washington para Política de Oriente Próximo.
Lo
sorprendente en el informe de CAP es que saca a la luz gente que hace
todo lo posible para ocultar sus huellas.
Una cosa es ser conocido por
apoyar a AIPAC, pero otra muy diferente es identificarse con gente como
Steve Emerson, Daniel Pipes, y Pam Geller, quien aparece en el informe
de CAP como solo un personaje de segunda en su odio a los árabes, pero
cuya vehemencia antimusulmana no deja de ser repugnante.
(¡Racionalizó
el asesinato de los chicos de Noruega señalando que el campo al que
asistían estaba asociado con el Partido Laborista, que afirma es
antiisraelí!)
Los financiadores del odio están particularmente
determinados a no llamar la atención desde la matanza de 76 personas en
Noruega en julio por un autodeclarado conservador cristiano llamado
Anders Breivik, quien dijo que estaba influenciado por Robert Spencer,
Pam Geller y David Horowitz (otro destacado propagandista contra los
musulmanes y beneficiario de las variadas fundaciones antiislámicas).
Pero
CAP siguió la pista del dinero, investigó nombres de fundaciones que
sonaban inocentes y los relacionó.
Y ya la tenemos: la denuncia de la
red del odio.
Es bastante desagradable.
Los judíos cuya principal
preocupación es Israel se alinean con derechistas cristianos a los que
no les gustan los judíos.
Incluso hay algunos musulmanes que son
enviados por la red para decir a audiencias en iglesias y sinagogas lo
mala que es su gente.
Es insólito
Pero también es muy peligroso, como lo demuestra la matanza de Noruega.
Lo
más extraño de la matanza es que hayan ocurrido en Noruega.
Al leer
este informe, hay que preguntarse por qué no ha pasado en EE.UU.
Todavía.
MJ Rosenberg es asociado senior de política exterior en Media Matters Action Network. Este artículo apareció primero en Foreign Policy Matters, parte de Media Matters Action Network. Contacto en twitter: @MJayRosenberg.
rCR