
mundo libre.
Con
la caída del muro de Berlín se derrumbó el principal enemigo de la
ultraderecha y le tocó al presidente Ronald Reagan asumir el derrumbe
del comunismo.
Al no tener un enemigo a quién echarle las culpas, se
tuvo que contentar con definir al narcotráfico como el nuevo objetivo a
combatir.
Recordemos la época en que México tenía que ser evaluado,
certificado, cada año por su participación en la lucha contra los cárteles.
Si Calderón hubiera sido presidente en aquella época habría sido un paladín de fama mundial.
Pero la lucha contra el narco
no cuajó como modelo antagónico.
Hasta los políticos más puritanos de
Estados Unidos tuvieron que confesar que en algún momento de sus vidas,
especialmente en sus años juveniles, tuvieron algún contacto con las
drogas.
Entonces la inmigración se convirtió en la nueva amenaza
que necesitaba la derecha.
La lucha contra los migrantes, extranjeros,
pobres y diferentes podía acoger a múltiples grupos y tendencias.
Es el
enemigo, el pretexto perfecto, que cumple con todos los requisitos: los
extranjeros son una amenaza a la identidad, un peligro para la cultura y
las tradiciones, acaparaban puestos de trabajo y son ilegales, no
respetan la ley.
A todo esto se sumó la catástrofe del 11 de septiembre,
que vinculó de manera definitiva el asunto migratorio a la seguridad
nacional.
Detrás de las campañas antinmigrantes se esconden los
xenófobos que odian a todos los extranjeros; los racistas de siempre que
encontraron un campo abierto donde camuflar sus intenciones; los
nacionalistas y "nativistas" extremos, como los minuteman, que
creen defender la patria contra la invasión extranjera; los neofascistas
que reúnen varias cualidades: nacionalistas, racistas, xenófobos y
antinmigrantes; incluso los que propugnan y luchan detrás de la consiga
del english only.
A ese carro se subieron los políticos de
derecha.
El tema de la inmigración se convirtió en una fuente
inconmensurable de votos, tanto de ultraderechistas y conservadores como
del pueblo en general, que se espantan ante cualquier amenaza y se
creen todo lo que dicen en la televisión.
Otra consigna que se
esconde detrás del tema migratorio es la pugna entre los distintos
niveles de gobierno: entre los estados y la federación, entre los
agentes de la migra y los policías locales, entre los políticos
provincianos y los que gobiernan en Washington.
El tema migratorio es de
competencia federal y así lo han corroborado las cortes en Estados
Unidos, pero eso no ha podido detener la catarata de legislaciones
antinmigrantes.
En efecto, se ha dado una verdadera avalancha
legislativa en los estados con el objetivo de perseguir la migración
irregular, limitar su acceso a servicios básicos y criminalizar al
migrante.
En el año 2005 se presentaron a nivel estatal 300 propuestas
de ley relacionadas con la inmigración y fueron aprobadas 36.
Y ese
número se multiplicó por 10 para 2009, cuando se presentaron 1405
propuestas y se aprobaron 259.
La persecución oficial de
migrantes, liderada por políticos de derecha en busca de votos, ha
conducido lógicamente al incremento de los crímenes de odio contra los
hispanos.
En 2003 fueron catalogados como tales 426 casos y año a año
han ido subiendo los crímenes de odio.
Hasta que en 2009 se
contabilizaron 595 casos, lo que significa 1,6 casos por día en
promedio.
En Europa se marcha por el mismo camino. Pero allí,
detrás de la lucha antinmigrante se esconden todos los fantasmas del
fascismo, totalitarismo, racismo, xenofobia e intolerancia.
Lo que antes
se expresaba en forma de antisemitismo ahora toma la forma de
islamofobia.
Obsesión que viene desde del tiempo de las cruzadas, se
alimentó durante el periodo colonial y se recrea cada día con el apoyo
irrestricto a la política guerrerista de Israel y la declaración de
guerra de la yihad islámica.
Para los neofascistas
europeos la amenaza del presente es la integración, la raza aria se ve
amenazada ya no por los judíos sino por un Estado demasiado tolerante
que permite la inmigración, autoriza los matrimonios mixtos y fomenta el
mestizaje.
El ataque del fanático noruego Andrés Breivik fue contra las
instituciones y contra la sociedad noruega que permite esta situación.
La
oleada neonazi que crece día a día en Europa es alimentada por
políticos como Nicolás Sarkozy y Angela Merkel que ya pregonan el
fracaso del multiculturalismo, con la esperanza de ganar votos.
Europa
cierra sus puertas a la emigración extranjera y se encierra en sí
misma.
Se están cerrando la puerta entre ellos mismos, como Dinamarca
que ha vuelto a imponer los controles fronterizos.
La libre circulación
de la zona Schengen en Europa está amenazada, ya no por los inmigrantes,
sino por los políticos de derecha que siembran miedo y recelo en la
población.
También, es necesario decirlo, por los extremistas musulmanes
que se han encargado de hacer realidad sus delirios guerreros y su
guerra santa.