
El anuncio de Obama de reducir las tropas
militares (aunque para ello cambió previamente el nombre de las mismas) y
el posterior compromiso de abandonar el 31 de diciembre el suelo iraquí
han contribuido a ello.
Como también lo ha hecho la estrategia
estadounidense en torno al eje Afg-Pak y las recientes revueltas en los
países árabes.
Hoy tenemos un Iraq fruto de la ocupación, cuyas
consecuencias han sido nefastas para la mayoría de la población, que
tiene que convivir con atentados, bombas, muertes, tensiones sectarias…
A
la vista de los datos en torno al estándar de vida (acceso a la
electricidad o el agua, trabajo, educación, violencia, refugiados,
desplazados) podemos constatar que las palabras de un alto militar
estadounidense en tiempos del embargo se han cumplido cuando amenazó con
“enviar a Iraq a la Edad Media”.
Curiosamente el único sector que no
parece haberse resentido es el del petróleo, controlado por las empresas
estadounidenses y sus aliados.
Además, un informe reciente
emitido por militares estadounidenses señala que la situación se ha
deteriorado en los últimos meses, y a día de hoy “Iraq es más peligrosos
que hace un año”.
Evidentemente son muchos los factores que apuntan
hacia un “verano incierto” en aquel país.
La actual fotografía iraquí
nos muestra una evidente evolución en los grupos calificados como
sunitas, donde encontramos organizaciones de la resistencia a la
ocupación y que estarían formados por antiguos militares del ejército de
Saddam, miembros del partido Ba´ath, jefes tribales, clérigos, figuras
regionales y también miembros de la red al-Qaeda.
Esta red ha sufrido un
cambio importante, superando la descoordinación que existía hace
algunos años, y sobre todo mostrando un carácter más disciplinado.
Todavía conviven en ese ámbito organizaciones de la resistencia y grupos
sectarios que continúan atacando a la comunidad chiíta, atentando
contra mezquitas o mercados de la misma.
En el lado chiíta
también se aprecia el papel cada vez más importante que juega la figura
de Muqtada al-Sadr y sus Brigadas del Día Prometido.
Este dirigente
chiíta lleva tiempo manteniendo una especie de doble juego, evitando no
reventar las negociaciones del primer ministro al-Maliki con los
estadounidenses, pero amenazando al mismo tiempo con retirar su apoyo al
mismo.
Es curioso ver cómo los comunicados en árabe, dirigidos a sus
bases sociales, son más beligerantes que los mensajes que luego
intercambia con otros dirigentes iraquíes.
Estos días el propio al-Sadr
ha anunciado su intención de presionar a los estadounidenses, aumentando
los ataques contra las fuerzas de la ocupación y dejando caer la
posibilidad de reactivar el Ejército del Mahdi, al tiempo que no
descarta las protestas y movilizaciones populares, siguiendo la estela
de lo que ha sucedido en los países árabes.
Junto a todo ello, se
puede percibir que los diferentes bloques-alianzas políticos se han
asentado, y de esa forma tanto al-Iraqiyya como la lista del Estado de
Derecho han logrado sumar nuevos miembros y acaparar buena parte del
nuevo escenario político iraquí.
Donde el peso de nuevas alianzas o
pactos entre fuerzas seculares y algunas formaciones kurdas puede
intentar diseñar un nuevo escenario institucional.
Otro factor importante gira en torno a la fecha del 31 de diciembre de 2011.
En esa fecha, teóricamente, las fuerzas militares estadounidenses
deberían abandonar Iraq, sin embargo en las últimas semanas se están
sucediendo movimientos y negociaciones para prolongar esa presencia de
manera maquillada.
Algunos partidos iraquíes buscan alargar esa
presencia en el tiempo, utilizando para ello un abanico de excusas, por
su parte Obama quiere cumplir la promesa de abandonar Iraq, sobre todo
con la mirada puesta en las presidenciales del 2012 en EEUU.
Algunos
analistas señalan la posibilidad de que exista un plan B, que
permitiría disfrazar esa presencia, a través de personal de inteligencia
y un reducido número de soldados para “entrenar militar y técnicamente”
a las tropas iraquíes.
Sin embargo quedan importantes incógnitas para
creer que EEUU cumpla finalmente lo acordado.
Ahí está la enorme
embajada en Bagdad, la mayor del mundo, con cientos de asesores y
burócratas, o las bases permanentes construidas para controlar el
petróleo y la región.
Al-Maliki sigue negociando con EEUU y las
formaciones iraquíes para lograr un consenso, y el reciente anuncio en
ese sentido está lleno de interesadas ambigüedades.
Uno de los escollos
más allá de la inconstitucionalidad o no de esa “prórroga” radica en el
carácter de “inmunidad” del que Washington quiere dotar a sus tropas en
el país, algo que rechaza la población iraquí, que aún conserva en su
memoria las actuaciones de los militares estadounidenses y de los
“mercenarios privados”, cuyos abusos siguen sin ser castigados.
Por
todo ello es pronto para saber la decisión final de Obama, pero no
debería de extrañar que a la vista de los recientes informes (utilizados
como argumentos o excusas) EEUU acabe prolongando su ocupación de Iraq.
También la actuación de otros actores extranjeros condiciona el panorama iraquí.
El pulso que mantienen EEUU y Arabia Saudí con Irán en el conjunto de
la región, se agudiza en el caso de Iraq.
Las constantes acusaciones del
supuesto apoyo de Teherán a las milicias, nunca van acompañadas de
pruebas o evidencias, y sí sirven en cambio para crear una especia de
Iranofobia en la zona.
La mano de Arabia Saudí se aprecia también a la
hora de analizar algunos atentados contra la comunidad chiíta, y el
apoyo que determinados grupos yihadistas vienen recibiendo de la
corrupta monarquía del Golfo, fruto de ello además es el cambio operado
en esos grupos, que han priorizado un discurso y sus ataques contra los
chiítas, y dejando en un segundo término su oposición a EEUU.
Los
petrodólares de la monarquía saudí también sirven para buscar la
desestabilización interna en Irán, con los apoyos de Riad a kurdos,
baluches o árabes de Khuzestán, o las presiones a los pastones para
frenar la influencia iraní en el norte y oeste de Afgansitán.
Por
su parte, Irán no se queda quieto, y no duda en amenazar con utilizar
su influencia en Iraq o Afganistán para devolver el golpe a Estados
Unidos.
Es curioso cómo estos dos archienemigos mantienen en ocasiones
un acuerdo tácito para evitar que el caos acabe apoderándose (si no lo
ha hecho todavía) de esos dos Estados.
Pero en Iraq también se
siguen con atención las protestas en Siria, y sobre todo un cambio
profundo en la actual situación tendría consecuencias directas sobre la
población de refugiados iraquíes en suelo sirio.
Los refugiados
cristianos, los miembros del Ba´ath, los chiítas e incluso los kurdos
miran con temor un auge de las posiciones sunitas más radicalizadas y
son muchos los que señalan al “experimento” que en el pasado han
utilizado Washington y Riad en Afganistán o más recientemente en Líbano.
Estados Unidos ha publicado un documento donde señala que “la
situación sigue deteriorándose con una oleada de ataques y asesinatos
cometidos por milicias apoyadas por Irán”, al tiempo que afirma que “en
suelo iraquí hay más de mil miembros de al Qaeda”, lo que muestra las
intenciones de hacer “necesaria” su presencia-ocupación.
Finalmente,
otros analistas recuerdan que la historia árabe nos muestra que “lo que
acontece en Egipto muchas veces se repite luego en Siria, y esto a su
vez se copia en Iraq”.
Por eso no hay que perder de vista la plaza Tahir
de Bagdad, desde donde se puede articular un movimiento social que
ponga en dificultades a la ocupación y sus aliados locales.
Gara/Rebelión
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)