Es un fundamentalismo implícito y encerrado en el pensamiento de multitud de conservadores del partido correspondiente, pero también en el pensamiento de militantes del partido en el gobierno que dan frecuentes señales de ser no humildes cristianos sino fanáticos de clase.
Ahí tenemos el ejemplo de un tal Bono. Bono, un rico por excelencia y cristiano de santiguar; un cristiano que se la juega, pues su opulencia hace más difícil que entre en el reino de los cielos que el que un camello pase por el ojo de una aguja....
Por cierto, ayer oí al párroco de una iglesia gallega en la misa de encargo por el asesinato de un feligrés en el 36, recordar en su homilía los crímenes de Stalin.
Pero no hizo en cambio la más mínima mención a los cometidos por los falangistas de Franco, tan cercano él, al terminar la guerra, a cuyo cargo siguen los restos de 200.000 víctimas esparcidas por las cunetas.
(Me asomo de vez en cuando a las misas de estos fariseos, sepulcros blanqueados, para observarles más de cerca).
Pero es que también ahí tenemos a los dos partidos mayoritarios negándose a condenar el franquismo y a desmantelar el sepulcro del dictador, cuando en Alemania no quedan ni rastro de las cenizas de Hitler ni de su lugarteniente Hess.
De acuerdo que después de los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha no se han visto señales inequívocas en la democracia de crímenes fascistas.
Pero el fascismo español no es tan "bragado" ni loco como el nazi Behring Breivik.
El fascismo español es valiente sólo en grupo o en partido, pero sus conmilitones son cobardes como ratas cuando están solos.
Sin embargo, siempre que hay un crimen inexplicable o que contradice la lógica de una situación dada, estamos seguros de que detrás ha habido un fascista en la sombra disfrazado de honorable.
El fascista es más mimético que el nazi y lleva la impronta del fullero mediterráneo.
Además, estoy convencido de que más de un crimen atribuido a ETA, y pese a ser reivindicado por ETA, ha sido cometido por fascistas con la intención de hacerle cargar con el muerto a ETA.
Esta añagaza era común en la Italia de los años previos a la segunda gran guerra.
Los fascistas asesinaban a cuenta de los comunistas que aparecían como los asesinos "oficiales". Lo muestra magistralmente Bertolucci en "Novecento".
Habrá que estar muy atentos en España después de la loca aventura del loco noruego.
Estas cosas son contagiosas y el fascismo es locura en sí mismo.
Sobre todo porque se lleva por delante todo lo que de piedad, de compasión, de humanismo y del amaos los unos a los otros del Cristo evangélico (no el Cristo de la doctrina eclesiástica que los fundamentalistas se han inventado) se lleva por delante.
Y máxime cuando salvo el partido eurocomunista, los demás se están coaligando para barrer todo vestigio de socialdemocracia español que, como ya he dicho en otro lugar, no es más que lo que queda de socialismo después de haber sido aplastado por un martillo pilón.