Roger Noriega, visitó El Salvador y llamó públicamente a los salvadoreños a “medir las consecuencias” de una posible victoria del candidato del FMLN.
Entre 2005 y 2008, la embajada de Estados Unidos en El Salvador trató de usar donativos y beneficios migratorios para incidir en las elecciones internas de El Salvador, y solicitó a Washington “cobertura política” para la estrategia de ARENA en 2009.
El encargado de asuntos políticos Michael Butler incluso sugirió en 2007 que George W. Bush en persona convenciera a Saca de no poner a René Figueroa como candidato.
La injerencia, poco sutil a veces, de Estados Unidos en los procesos políticos de El Salvador no es una novedad.
Por remontarnos solo a la década pasada, el 6 de febrero de 2004, seis semanas antes de las elecciones presidenciales de aquel año, el entonces subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, Roger Noriega, visitó El Salvador y llamó públicamente a los salvadoreños a “medir las consecuencias” de una posible victoria del candidato del FMLN, Schafik Handal.
Pocos días después fue su antecesor en el cargo, Otto Reich, el que hizo una rápida visita al país y sugirió que un gobierno del Frente golpearía a las relaciones “comerciales, económicas y migratorias” de Estados Unidos con El Salvador.
Durante toda la campaña, ARENA había emitido anuncios televisivos que afirmaban que un cambio de gobierno supondría la pérdida del TPS, un beneficio temporal al que se acogen más de 200 mil salvadoreños para residir y trabajar legalmente en Estados Unidos.
El 9 de septiembre de 2005, Michael Butler, en ese momento oficial de asuntos políticos de la embajada estadounidense en El Salvador, envió a Washington un cable confidencial que hacía memoria de aquellos días: “la ayuda estadounidense es ampliamente percibida (en El Salvador) como un beneficio de la cercana relación entre los gobiernos de postguerra de ARENA con los Estados Unidos.
De hecho, el temor a un posible deterioro de esa relación jugó un papel significativo en la elección presidencial de 2004, después de una campaña de ARENA que destacó la prolongada amistad del partido con Estados Unidos.”
En este documento, redactado seis meses antes de las elecciones municipales y legislativas de 2006, Butler analiza a los partidos contendientes y formula líneas de trabajo para favorecer de nuevo a ARENA:
“Las buenas relaciones bilaterales con Estados Unidos refuerzan la mano (en la terminología del póker) de ARENA en las elecciones de la próxima primavera”, dice, y sugiere que “firmar un acuerdo con la Corporación de la Cuenta del Milenio ayudaría a legitimar el programa económico de ARENA, mostrando que acarrea beneficios concretos”.
Los cables del Departamento de Estado en poder de El Faro revelan que, al menos en los últimos años, la injerencia estadounidense en los procesos electorales salvadoreños ha sido calculada y sostenida a largo plazo.
Solo catorce meses después de la llegada al gobierno de Antonio Saca, la embajada estadounidense en San Salvador ya prestaba atención a la elección presidencial de 2009, y entre 2005 y 2008 sus diplomáticos analizaron prácticamente todas las facetas de su relación bilateral con El Salvador a la luz de su efecto en la posibilidad de una victoria de ARENA, partido garante, según una comunicación del embajador Charles L. Glazer en 2007, de las políticas económicas que Estados Unidos respalda.
Un cable confidencial fechado el 12 de agosto de 2005 ilustra el esfuerzo constante de la embajada por hacer coincidir los tiempos políticos de la relación bilateral con el calendario electoral salvadoreño. En él, el entonces embajador, Douglas Barclay analiza los plazos de ejecución del CAFTA y presiona tanto al gobierno de Saca como a Washington para que se cumplan cuanto antes los requisitos legales necesarios para su entrada en vigor, convencido de que el tratado generará un efecto positivo en El Salvador y reforzará las opciones electorales de ARENA.
“Cometeríamos un error si atrasamos esos beneficios mientras el gobierno más amigable con nosotros en la región lanza su campaña para las elecciones de marzo de 2006”, escribe.
Interés mutuo
Tras las elecciones legislativas de aquel año, ganadas finalmente por el FMLN, el interés de la embajada se centró en la larga carrera hacia las presidenciales de 2009.
En otro cable confidencial fechado el 2 de enero de 2007, es Glazer quien, tras una extensa enumeración de las razones humanitarias por las que Estados Unidos debería prorrogar el TPS, añade que no se deben “subestimar las razones políticas”.
“Una deportación masiva sería una vergüenza política para el gobierno de El Salvador en el camino a las elecciones locales, legislativas y presidenciales de 2009, y podría dar un estímulo significativo a la propuesta electoral del FMLN, un partido dominado por los comunistas y respaldado por Chávez”, dice, para añadir:
“El Salvador, bajo el liderazgo de ARENA, ha sido uno de nuestros más importantes aliados en el continente, durante un importante crecimiento de los regímenes izquierdistas contrarios a los intereses del gobierno de Estados Unidos. (…)
Terminar con el TPS socavaría dramáticamente la capacidad del presidente Saca para respaldarnos en muchos otros asuntos hemisféricos de importancia”.
La misma lógica impera en otro cable firmado por Glazer el 11 abril de 2007, y que está dirigido personalmente a Dan Fried, entonces asistente para asuntos europeos del Departamento de Estado y desde marzo enviado espacial de Hillary Clinton para el cierre de Guantánamo; y a Thomas Shannon, sucesor de Noriega como subsecretario de estado para Asuntos Hemisféricos.
En un apartado titulado “en la vida, la oportunidad (timing) lo es todo”, advierte: “El Salvador va a celebrar elecciones municipales y legislativas en enero de 2009 y presidenciales dos meses después.
Premiar con el estatus de Aliado Importante No-OTAN (MNNA) a El Salvador antes de esas elecciones podría dar un importante empujón a actores políticos inclinados a mantener una fuerte cooperación con Estados Unidos en materia de seguridad y defensa, y si se calendariza apropiadamente puede ayudar a maximizar lo que le queda en el cargo al Presidente Saca.”
Saca fue, según se evidencia en las comunicaciones diplomáticas de la embajada, consciente y cómplice de una relación bilateral en la que no había barreras entre los intereses ideológico-partidarios y los de Estado.
Si a finales de 2005 hizo gestiones a través del canciller Francisco Laínez para intentar que Bush visitara El Salvador a su regreso de la cumbre de las Américas en Mar del Plata o programara una visita expresa en enero de 2006, con la excusa de inaugurar el CAFTA pero con la verdadera intención de respaldarlo de cara a las legislativas de marzo, un cable confidencial del 13 de enero de aquel mismo año evidencia su obsesión con incluir en la campaña electoral una foto junto al presidente estadounidense.
En él se relata una reunión entre Saca y el entonces embajador Barclay, en la que el presidente se muestra preocupado por la posibilidad de que durante la campaña salvadoreña Estados Unidos anuncia la no renovación del TPS para Honduras, lo que según él podría ser interpretado por los votantes salvadoreños como un mal presagio. Como solución, propone una reunión bilateral a comienzos de febrero.
“Un encuentro como ese impulsaría la suerte política de ARENA, y Saca sugirió medio en broma que facilitaría una Asamblea que aprobara un séptimo contingente militar a Irak”, dice Barclay de aquella conversación.
No es la única vez que la presencia de soldados salvadoreños en Irak aparece en los cables de la embajada como moneda de cambio en las relaciones entre el gobierno Saca y Estados Unidos.
El efecto Figueroa
Pese a que a medida que avanzó la gestión de Saca las opiniones de los funcionarios de la embajada sobre su desempeño se fueron volviendo paulatinamente más críticas, es evidente el contraste entre la opinión que estos tenían del FMLN, al que califican en varios de los cables de “estalinista”, y sus valoraciones positivas hacia ARENA.
En algunos casos, la embajada detalla como parte de su estrategia política diferenciar entre los que considera “los partidos democráticos de El Salvador y el radicalismo del FMLN”.
Con fuerte sentido práctico, un cable de 2005 referido a las elecciones de 2006 y ya citado arriba, describe a ARENA como un partido que tiene “de lejos, la mejor organización política nacional, los bolsillos más profundos gracias al sector privado y un líder nacional como Saca, que arrastra muchos votos”.
En el mismo texto, Michael Butler afirma que Saca y su equipo en ARENA son “impresionantes operadores politicos, que saben cómo usar el poder y los recursos de la presidencia para llevar adelante una campaña nacional efectiva por sí solos”.
Esto no evitó que la embajada hiciera, a medida que se acercaba la elección de 2009, una lectura cada vez más preocupada de las posibilidades reales de una victoria de ARENA, a la que percibían como “vulnerable”.
El interés estadounidense llegó incluso al punto de pretender interferir en el proceso de elección del candidato del partido a la presidencia.
En agosto de 2005, un cable firmado por Douglas Barclay y dedicado a las crecientes cifras de homicidios en el país ya citaba a René Figueroa como “uno de los tres” posibles candidatos a la presidencia, y las referencias a que era “el candidato preferido de Saca”, algo que fue un secreto a voces en círculos políticos, se repiten en varios cables a lo largo del tiempo.
Pero cuando, en diciembre de 2006, el presidente decidió poner a su socio empresarial, compadre y principal aliado en ARENA al frente del nuevo Ministerio de Seguridad Pública, responsable del combate al crimen, la embajada reflexionó: “puede poner en riesgo su candidatura antes siquiera de que esta nazca”.
La preocupación por la posibilidad de que Figueroa pudiera acabar siendo el candidato creció a medida que el problema de seguridad pública en el país se agravaba, hasta el punto de que en un cable enviado el 20 de febrero de 2007, y destinado a preparar una visita oficial de Saca a Washington, Michael Butler expresó su preocupación por la posibilidad de que Venezuela y Cuba intentaran “interferir en las críticas elecciones de 2009”, y sugirió al departamento de Estado:
“Confiamos en que el presidente (Bush) urja a Saca a dejar de lado facciones políticas y le presione para nominar al candidato más fuerte de ARENA para que luche por la presidencia en 2009”, en una clara referencia a la intención del mandatario salvadoreño de favorecer una candidatura de Figueroa.
Los cables no confirman si el tema de la candidatura de ARENA finalmente se tocó en la reunión entre Bush y Saca en Washington.
Finalmente el entonces ministro lanzó su precandidatura en medio de una fuerte división de criterios en ARENA, entre otras razones por su desgaste como ministro de Seguridad, como quedó recogido en un cable firmado por el embajador Glazer el 3 octubre 2007.
“Muchos en ARENA lo ven como un conservador de línea dura que alejará a los votantes de centro y elevará la polarización de la política salvadoreña en la elección de 2009, dando una oportunidad a la candidatura de Mauricio Funes.
Esto, combinado con la complicación política de su desempeño en Seguridad Pública y Justicia. (…) Algunos en el partido prefieren a un candidato que cargue con menos equipaje”, cita el cable. Figueroa retiraría su postulación algunos meses después y el candidato acabaría siendo Rodrigo Ávila.
El 18 septiembre de 2008, presionada por las encuestas que de manera sostenida daban a Mauricio Funes ventaja sobre Ávila en la carrera por la presidencia, la entonces canciller Marisol Argueta pidió públicamente ayuda a Estados Unidos para evitar la derrota electoral de ARENA.
En una conferencia en el American Enterprise Institute, en Washington, D.C, reclamó: “Estados Unidos necesita involucrarse más en la región. (…)
Los enemigos se están agrupando y fortaleciendo. (…) Perder El Salvador será una pérdida para la seguridad y los intereses nacionales tanto de El Salvador como de Estados Unidos”.
Probablemente no había leído estos cables.
El Faro tampoco, y, ajeno a los tres años de trabajo previo de la embajada, la acusó de estar propiciando la injerencia estadounidense en las elecciones presidenciales.
JOSË LUIS SANZ / EL FARO