Luis Paulino Vargas Solís//
Esa es la tesis que, en artículos recientes (1), ha sido expuesta por el sociólogo José Luis Vega Carballo.
La idea es sugerente y provocativa. Si esa hipótesis es válida -y me temo que lo sea- entonces la especulación de Jorge Vargas Cullel en su columna (2) del 17 de febrero en La Nación, acerca de los posibles escenarios políticos en Costa Rica para el año 2021, deviene un entretenido pero estéril juego de palabras.
Por su parte, en una entrevista (3) para el Semanario Universidad, Ottón Solís habla de “caos”, el cual atribuye a la estrategia neoliberal en general, como, en particular, al abuso y el poder corruptor de los hermanos Arias.
La percepción de Solís es esencialmente coincidente con el diagnóstico de Vega Carballo. Es muy probable que por ahí mismo anden las percepciones populares.
Al menos en lo que se refiere a la idea de caos.
Del absurdo del puente de la platina al desastre de la vía a Caldera, o las citas médicas a muchos meses plazo, el sinsentido de la política de vivienda o la ineptitud frente al problema de la inseguridad, pasando por la desvergüenza del tráfico de influencia en que los Arias atrapan a funcionarios que ocupan posiciones insignia de la institucionalidad pública costarricense: el Fiscal General, la Procuradora de la República, la Contralora General.
Que para el caso es secundario el nombre de las personas implicadas; sobre todo es gravísima la sombra de duda que esto proyecta sobre la institucionalidad pública. El proceso de deslegitimación recibe así una poderosa dosis de súper-vitaminas.
En este proceso de descoyuntamiento del Estado costarricense confluyen un conjunto de tendencias problemáticas. Algunas han sido certeramente señaladas por Vega Carballo. Mi versión del asunto la resumo en lo siguiente:
1. La ideología anti-estatista puesta a circular desde hace más de 25 años, ha provocado un grave debilitamiento de la institucionalidad pública como consecuencia de la prevalencia de una visión que tiende a la restricción –por lo tanto a la inutilización- de las instituciones del sector público.
Nunca se hizo nada en serio por mejorar su eficiencia y eficacia; en cambio se propicio empecinadamente su desmantelamiento. Un par de ejemplos: en contraste con la notable performance de 30 o 40 años atrás en materia de vivienda o infraestructura vial, hoy sufrimos una situación de atribulante ineficacia.
2. La liberalización y desregulación de mercados, aplicada de forma selectiva (es innegable la agresiva política proteccionista a favor de exportaciones, inversión extranjera, banca privada y turismo), ha traído consigo la dualización y fragmentación de la economía, el debilitamiento de las empresas (micro, pequeñas, medianas) de capital nacional, el acorralamiento de la agricultura productora de alimentos y la instauración de una práctica sistemática de violación de los derechos laborales.
Corolario de todo lo anterior: eternización y feminización de la pobreza, debilitamiento de los grupos medios, profundización de las desigualdades, desmoronamiento de los mecanismos de movilidad social, ampliación y feminización de la informalidad.
He ahí quizá la palabra clave: feminización como proceso que arrastra hacia abajo a los hombres y hunde en los extremos últimos de la explotación a las mujeres.
3. Procesos de cambio socio-cultural -acelerados a partir de la revolución informacional de los últimos 20 años- subvierten, y casi inutilizan, las instituciones encargadas de la socialización: la familia, la escuela, la religión.
Por todas partes, la dinámica de cambio reverbera y se sale de cauce: las mujeres, las juventudes, la diversidad sexual y de género, la tercera edad, los pueblos indígenas, la población afro-descendiente. La familia se transforma a un ritmo tal que deja en estado de perplejidad a las cavernas religiosas ancladas al pasado.
Las formas de convivencia –incluso en lo sexual y afectivo- se revolucionan a una velocidad que hace obsoletas las respuestas ensayadas desde los cánones tradicionales de la educación y la familia.
Las leyes quedan a la saga y las instituciones públicas –de por si debilitadas por la miopía neoliberal- responden con la presteza de una tortuga enyesada.
Con el agravante de que la adhesión a una moral enmohecida –de lo cual la Presidenta Chinchilla da patético ejemplo- hace mucho más doloroso el proceso.
4. La apertura externa de la economía –progresivamente incrementada- implica una agudización de la vulnerabilidad frente a las oscilaciones de la economía mundial. Conlleva, también, una capacidad declinante para ejercer algún mínimo control sobre el devenir económico nacional.
Este proceso se agudiza a partir de 2004, al profundizarse la dependencia de la inversión extranjera.
5. La coalición de tecnocracias apátridas y empresarios-políticos venales instala en la conducción de los asuntos públicos a una camarilla dedicada al favorecimiento de sus intereses y los de sus amiguetes. El estado deviene botín.
6. Y, para concluir, la farsa escatológica de la llamada guerra contra el narcotráfico, a que nuestras clases dirigentes –siempre obsecuentes con los mandatos imperiales- han querido arrastrarnos. Su único “logro” es la violencia desatada que propicia.
Ni frena a las narco-mafias ni evita la drogadicción. Sería incomparablemente preferible legalizar la droga. Lamentablemente prevalece una casi unanimidad que establece como dogma intocable la mentira más escandalosa. Entonces, y de la mano de esta guerra fracasada, tan solo nos esperan más violencia, más muertes y más corrupción.
Notas:
1) http://www.elpais.cr/articulos.php?id=41272
2) http://www.nacion.com/2011-02-17/Opinion/ColumnistaDelDia/Opinion2686771.aspx
3) http://www.semanario.ucr.ac.cr/index.php/noticias/pais/3390-otton-solis-excandidato-presidencial-del-pac-rodrigo-arias-jamas-ganara-las-elecciones.html
Foto: Costa Rica, Política - El ex presidente de la República, Óscar Arias, y más atrás su hermano, Rodrigo Arias. / Autor: Mariano Ramírez - LA PRENSA LIBRE