Pablo Gonzalez

Cincuenta años de la ruptura unilateral de relaciones diplomáticas


 Alicia Céspedes Carrillo...

El 3 de enero de 1961 el secretario de Estado de Estados Unidos, Christian Herter, en nota diplomática dirigida a la Cancillería cubana anunciaba el rompimiento de relaciones diplomáticas y consulares con la República de Cuba en una decisión unilateral, que marcaba un hito trascendente en el diferendo que durante dos años marcaron las relaciones entre ambos gobiernos. 

Como causal para la ruptura el gobierno de Estados Unidos usó una nota verbal entregada por la Cancillería cubana a la embajada norteamericana veinticuatro horas antes, en la que ratificaba a esa misión diplomática la decisión del Gobierno Revolucionario de disminuir el número de personas en ambas representaciones diplomáticas.

...en las circunstancias actuales el personal de la Embajada y Consulado de Cuba en la Ciudad de Washington, diplomático, consular, o de otra índole, cualquiera que sea su nacionalidad, no exceda de once personas. Asimismo ha decidido que el personal de la Embajada y Consulado de Estados Unidos en la ciudad de La Habana, diplomático, consular, o de otra índole, cualquiera que sea su nacionalidad, sea también limitado a once personas.

Avalada por las normas jurídicas del derecho internacional contenidas en el derecho consuetudinario y ratificadas por la Convención de Viena en ese mismo año, la decisión del Gobierno Revolucionario tenía en cuenta, entre otras, las reiteradas actividades de espionaje y conspiración en las que se involucraron funcionarios y trabajadores de la embajada norteamericana violatorias de las normas jurídicas internacionales establecidas para todo personal representante de un Estado ante otro Estado, cualquiera fuese su nivel jerárquico. 

El triunfo de la Revolución cubana el primero de enero de 1959 con nuevos principios y una proyección político- social hacia el rescate de una verdadera independencia históricamente soñada por el pueblo cubano, afrontó una sutil hostilidad desde los cuatro primeros meses de su llegada al poder, 
 
La primera medida tomada por el Gobierno Revolucionario, el 9 de enero de 1959 fue la solicitud al gobierno norteamericano sobre la extradición de Rolando Masferrer Rojas y Julio Laurent reclamados como criminales de guerra, con causas pendientes con la justicia cubana. Esta y otras reclamaciones posteriores fueron desoídas.
En ese mismo mes de enero fue solicitado al gobierno norteamericano la salida, con prontitud, de los miembros de las misiones militares estacionados en el campamento de Columbia (hoy Ciudad Libertad) y que actuaban como asesores en las ramas de ejército, aérea y naval del ejército de la dictadura.

La hostilidad, que se transformaría en relaciones verdaderamente conflictivas, se desató completamente al publicarse la Ley de Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959. 

El 11 de junio, a un mes escaso de publicada la ley, el embajador norteamericano Phillip Bonsal expresaba en nota diplomática enviada a la Cancillería cubana, que las leyes agrarias aunque eran "programas para el mejoramiento rural, sensatamente concebidos y ejecutados, incluyendo la reforma de la distribución de las tierras en ciertas áreas puede contribuir a un mayor nivel de vida, a la estabilidad política y al progreso social (¼ ) si la propiedad fuese expropiada por el Estado debe haber pago anticipado de la propia indemnización, en efectivo, en la cantidad judicialmente determinada (¼ ) el texto de la Ley Agraria cubana da seria preocupación al gobierno de los Estados Unidos de América respecto a las adecuadas previsiones referentes a las compensaciones a los ciudadanos norteamericanos cuyas propiedades serían expropiadas¼ ". 

Terminaba el documento con dos párrafos enfáticos al derecho que asistía a los inversionistas norteamericanos de ser escuchados "¼ por ser factores potenciales constructivos de la expansión de la economía cubana (¼ ) por las tradicionales relaciones de amistad y económicas que ligan tan estrechamente ambas naciones¼ ".

La respuesta de la Cancillería cubana, firmada por Raúl Roa, no se hizo esperar:

La preocupación fundamental que traduce la nota de referencia —suma y compendio de reservas, prevenciones y reparos que contiene—, es la forma de pago adoptada por el Gobierno Revolucionario de Cuba para indemnizar a los ciudadanos norteamericanos cuyas propiedades pudieran ser objeto de expropiación a tenor de la Ley de Reforma Agraria.

... la estabilidad democrática del pueblo cubano es facultad inalienable del Gobierno Revolucionario dictar, en el ejercicio de su soberanía y al amparo de tratados, convenciones y pactos de carácter universal, las medidas que juzgue más adecuadas para impeler y asegurar el desarrollo económico, el progreso social¼ [y] se arroga la facultad de decidir lo que estime más acorde con los intereses vitales del pueblo cubano, y no admite, ni admitirá, ninguna indicación o propuesta que tienda a menoscabar, en lo más mínimo, la soberanía y la dignidad nacionales.

Comenzaba así la escalada de acciones contra el proceso revolucionario, que en el ámbito diplomático presentaron diversas expresiones y esferas de acción: campañas mediáticas anticomunistas, las reclamaciones de empresas norteamericanas afectadas por la ley agraria; las declaraciones diversionistas de funcionarios de alto rango; el apoyo a través de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a grupos contrarrevolucionarios internos y externos, los sabotajes y conspiraciones, que cobraron cientos de víctimas a nuestro pueblo.

El periodo que abarca los dos conflictivos años revolucionarios en que permanecieron activas las relaciones diplomáticas y consulares entre Cuba y Estados Unidos, se caracterizaron por una hostilidad palpable en el contenido de las notas diplomáticas cursadas entre ambas representaciones, por el carácter marcadamente prepotente, irrespetuoso y hasta cínico que tuvo el embajador acreditado o su encargado de negocios, y las respuestas dignas, claras y tajantes de la Cancillería cubana. 

Desde los primeros momentos, hubo, no obstante, agentes y espías ligados a las redes de inteligencia norteamericanas que operaban en el país, y mercenarios pagados que actuaron, durante ese periodo, en actividades contra la revolución cubana. 

El 2 de febrero de 1959 fue arrestado a bordo de una avioneta que entró ilegalmente al territorio cubano, el ciudadano norteamericano Allen Robert Nye. La tarea encomendada: atentar contra la vida de Fidel Castro.

A fines de marzo de ese mismo año, fue detenido en la ciudad de La Habana el piloto Austin F. Young, quien resultó ser agente de la CIA con la misión de realizar un canje ilegal de moneda nacional por dólares norteamericanos; expresó que había sido contratado a través de otro norteamericano en Santo Domingo, con el objetivo de transportar esbirros del ex gobernante cubano hacia Estados Unidos.

Leyes y disposiciones revolucionarias eran progresivamente tomadas por el Gobierno Revolucionario: desde la solicitud de retiro sin reemplazo de las misiones militares norteamericanas convenidas con el gobierno de la dictadura como asesores, el establecimiento de los tribunales revolucionarios, y la intervención de la Cuban Telephone Company, hasta las leyes y decretos de beneficio popular como la rebaja de un 50%, 40% y hasta 30% en el pago de la vivienda, la creación del Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas, la puesta a disposición del pueblo de las playas eliminando su privatización, y muchas otras que iban cumplimentando el Programa del Moncada.

El 4 de marzo de 1960, una fuerte explosión estremeció la ciudad de La Habana. En los muelles de Luz, del puerto habanero, estalló el barco francés La Coubre, portador de una carga de armamentos y parque comprados, con el apoyo del pueblo, para el Ejército Rebelde. 

Dos pavorosas explosiones, que dejaron como saldo con una diferencia de unos veinte minutos entre una y otra, unos 100 muertos y más de 200 heridos. 
 
Ese día nacería, al despedir el duelo de las víctimas fatales, en la emocionada voz de Fidel, la consigna que nos ha acompañado por más de cincuenta años de ¡Patria o Muerte!

El 25 de marzo de ese año, en nota verbal al embajador Phillip W. Bonsal, la Cancillería cubana expresaba el desagrado que provocaban en el gobierno las recientes declaraciones públicas del secretario de Estado norteamericano Christian Herter, aparecidas en la prensa de Estados Unidos; el alto dirigente diplomático, refiriéndose a Cuba, declaró: "Ciertamente hay simpatizantes comunistas que ocupan altos cargos en el gobierno cubano del Primer Ministro Fidel Castro.

No es posible decir afirmativamente que Cuba es comunista, pero algunos de los actos del gobierno de Cuba parecen como si siguieran una pauta comunista¼ Todos los países latinoamericanos están interesados en esto, ya que tienen un pacto entre ellos con respecto a los gobiernos comunistas". 

En los primeros meses del año 1960 comenzó a transmitir desde una isla de Honduras, la estación Radio Swan. Sus transmisiones, cargadas de resentimientos y burdas mentiras para crear la duda y confundir a la opinión pública nacional e internacional, cubrían en onda corta nuestro país y todo el Caribe con programas grabados en Miami y retransmitidos desde esa Isla. La Voz de los Estados Unidos de América y otras emisoras de onda corta surcaron el éter, casi de inmediato, con sus campañas mediáticas contrarrevolucionarias.

El sabotaje en centros de trabajo para crear temor en la población, el fomento de bandas contrarrevolucionarias en el macizo central del Escambray, la malsana Operación Peter Pan que sacó del país a miles de niños por la "amenaza comunista de suprimir la Patria potestad de los padres", y muchos más, son ejemplos de cómo operaba el imperialismo y la reacción.

Destruido por sus propias bombas, el piloto de la avioneta que bombardeaba el central España en la provincia de Matanzas fue identificado como Robert Ellis Frost, ciudadano norteamericano, con carta de salida de vuelo registrada en el aeropuerto de Tamiami, Florida. Otra avioneta Apache con el No. N-4365-P fue capturada en la carretera Habana-Mariel, el 12 de mayo de 1960, resultando muerto su piloto, el ciudadano norteamericano Mathew Edward Duke, con licencia de vuelo de la Florida, residente en Palm Beach, Florida. Como consecuencia de esta acción fueron arrestadas cinco personas que serían recogidas por Duke con destino a Miami.

Desde el comienzo de la zafra azucarera en 1959 hasta su terminación en el primer semestre de 1960 hubo cientos de vuelos de avionetas procedentes del norte, bombardeando centrales azucareros y campos de caña para entorpecer la producción de ese principal, en aquellos momentos, producto de exportación. 

Otro hecho singular y significativo fue el avanzado proyecto de invasión promovido por el sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, "presidente vitalicio" de República Dominicana, en colaboración con altos ex personeros del ejército batistiano y malversadores del erario cubano, actividad que devino fracaso y burda fantochada arruinada por las fuerzas de seguridad cubanas. 
 
En los primeros días de julio de 1960 mediante proclama presidencial y como forma de presión económica a la Revolución, el presidente norteamericano Dwight Eisenhower redujo 700 000 toneladas de la cuota azucarera de Cuba en el mercado norteamericano. 
 
El 6 de julio de ese año 60, el presidente Dorticós y el Primer Ministro Fidel Castro firmaron la Resolución No. 1 del Poder Ejecutivo, nacionalizando las principales empresas estadounidenses registradas en el país, como forma de compensar las pérdidas que causaría la disminución de la cuota azucarera cubana decretada por Estados Unidos, proteger la economía del país, y mantener la decisión de independencia económica por la que había apostado la Revolución. En octubre, la Ley 890 decretaba la nacionalización, por expropiación forzosa, de todas las empresas norteamericanas en Cuba.

La actividad de la embajada para uso subversivo 

El 6 de julio de 1960, fueron detenidos los ciudadanos norteamericanos William G. Friedmann y Edwin I Sweet, ambos agregados legales auxiliares de la misión diplomática de Estados Unidos. Friedmann, sobre el cual se interesó especialmente la embajada yanki, resultó ser miembro del Buró Federal de Investigaciones (FBI), según constaba en documentos de su propiedad encontrados entre sus pertenencias. 

El 11 de septiembre de 1959 había sido arrestado el sargento Stanley Wesson en casa del comandante Claudio Medel en los momentos en que las autoridades cubanas de seguridad detuvieron a este último por actividades diversionistas y contrarrevolucionarias. El sargento Wesson al ser detenido se presentó como agregado de la embajada de Estados Unidos en La Habana y miembro de la guardia de seguridad de la Marina de Estados Unidos. 

Un informe del Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER), fechado el 16 septiembre del 60, daba a conocer a la Cancillería cubana que por informaciones recibidas se practicó una operación en el apartamento 182 del edificio del Retiro Médico en el Vedado, alquilado por Mario Nordio, ciudadano italiano y profesor de baile de los hoteles Riviera y Habana Libre. 

Al practicarse un registro en ese apartamento fueron sorprendidos la señora Marjorie Lennox, empleada de la embajada norteamericana, y tres ciudadanos de esa nacionalidad, Eustace Dan Brunet, Edmund K. Taranke y Daniel L. Carswell de los que se conocía pertenecían a una banda de agentes infiltrados en Cuba. En el registro fueron ocupados diversos equipos de grabación y transmisión y uno de ellos tenía una llave del apartamento 221 que resultó ser propiedad de la señora Marjorie Lennox. Al ser localizado el señor Nordio iba acompañado del ciudadano norteamericano Robert L. Neet. 

Los hechos demostraban las estrechas relaciones de estos empleados de la embajada norteamericana con esa banda de espías. 

La señora Lennox y Robert L. Neet fueron puestos en libertad y se instruyó a la embajada de los Estados Unidos la salida de ambos del territorio nacional declaradas como personas non grata. El resto de los detenidos de nacionalidad norteamericana, y Mario Nordio de nacionalidad italiana quedaron sujetos a la jurisdicción de los tribunales revolucionarios.

En el caso de Marjorie Lennox y Robert L. Neet, empleado también de la embajada norteamericana, estaba la presunta participación de ambos en las actividades de espionaje contra la agencia de noticias china Xinhua, descubiertas en los primeros días de ese propio mes de septiembre.

El día 23 de septiembre la Cancillería cubana solicitaba a la embajada norteamericana "la salida del territorio nacional de la señorita Carolyn O. Stassey, empleada de esa misión diplomática por realizar actividades ilícitas que afectaban las relaciones entre ambos países".

Estos hechos comprobaban la veracidad de las notas de protesta denunciadas y enviadas por la Cancillería cubana a la representación diplomática norteamericana, al Consejo de Seguridad de la ONU y planteado en la VII reunión de Ministros de Relaciones Exteriores, sobre las reiteradas actividades de espionaje, conspiración y subversión realizadas por ciudadanos norteamericanos en ostensible conexión con elementos contrarrevolucionarios cubanos, como violatorias de todos los tratados, convenciones y prácticas internacionales en uso. En todos los casos mencionados la Cancillería cubana solicitó la salida de los implicados del territorio nacional declarándolos personas non grata.

En el ámbito internacional el proceso de la Revolución cubana despertaba el interés de diferentes medios de prensa internacionales, y más aún el conflicto generado por el gobierno estadounidense contra Cuba. Cientos de trabajadores de la información solicitaban la entrada al país para informarse y retransmitir lo visto en el país o participar en las múltiples actividades que se llevaban a cabo. Con ese mismo manto periodístico, representantes de supuestos medios informativos, en ocasiones sin cumplir los requisitos establecidos para sus funciones, fueron detectados en actividades de espionaje y conspiración, en contactos con elementos mercenarios, entre otras, los que fueron expulsados del país.

De la decisión cubana de expulsión de uno u otro de esos corresponsales, la embajada norteamericana por la nota 342 de septiembre de ese año, sobre el retiro de esos corresponsales supuestamente del New York Times, la National Broadcasting Co., y la revista Time, osó calificar esos pedidos de violaciones al derecho del ejercicio profesional de los expulsados, y de manera irrespetuosa, el embajador Bonsal se aventuraba a pedir al Gobierno de Cuba que "instruya a su policía para que desista de nuevas molestias, acoso y detención de periodistas y se les restaure la libertad que necesitan para su trabajo". 

Injerencia sin límites de quien se consideraba todavía como "procónsul". 

En ese año 60, el Consulado de Cuba en Miami, y el Consulado de Cuba en Tampa, ambos en la Florida, fueron asaltados en los meses de octubre y diciembre, respectivamente, por grupos mercenarios y criminales de guerra que destruyeron y saquearon ambas oficinas, maltrataron a sus funcionarios y empleados, sin que la policía norteamericana hiciera acto de presencia en apoyo y protección al personal de esas misiones.

La V reunión de Cancilleres Americanos celebrada en Santiago de Chile y la VI y VII reunión de Cancilleres celebradas en San José, Costa Rica, a finales de agosto, pusieron al descubierto las maniobras del gobierno de Estados Unidos para aislar a Cuba de los gobiernos del continente con la manipulación del anticomunismo y el peligro que representaba la cercanía de Cuba a la URSS y la comunidad socialista. 
 
En la VI reunión, el secretario de Estado Christian Herter declaró: "(¼ ) todo régimen comunista establecido en cualquiera de las repúblicas americanas constituiría, en efecto, una intervención extranjera en América, tal como ha sido definido en nuestros numerosos acuerdos y tratados (¼ ) un régimen semejante se convertiría automáticamente, por su propia naturaleza, en una base de operaciones para la propagación de las ideas comunistas, la infiltración, la subversión y la interferencia en los asuntos internos de toda la América, destinada en última instancia al derrocamiento por la fuerza de todos los gobiernos del hemisferio".
La intervención de Roa en esa reunión fue clara:

Esa dolosa inclusión de Cuba en la estrategia política, diplomática y militar que desarrolla el Gobierno de Estados Unidos contra la Unión Soviética, fue denunciada, precisamente por el Gobierno Revolucionario ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en uso de un derecho inalienable, que no menoscaba, por cierto, en ningún sentido, el organismo regional. Digámoslo ya sin ambages. 

El Gobierno Revolucionario de Cuba no ha venido a San José de Costa Rica como reo, sino como fiscal. Está aquí para lanzar de viva voz, sin remilgos ni miedos, su yo acuso implacable contra la más rica, poderosa y agresiva potencia capitalista del mundo, que en vano ha pretendido intimidarlo, rendirlo o comprarlo.

La primera cuestión que hay, que urge dejar diafanizada es esta: La Revolución Cubana no es una montonera, ni un cuartelazo, ni un revolico. Es, ante todo, y sobre todo, una genuina Revolución. En nuestra América han proliferado las montoneras, los cuartelazos y los revolicos; pero se han producido muy pocas revoluciones¼
El imperialismo yanki, respecto a Cuba, buscaba asfixiar la Revolución en el continente: era su objetivo primario. Con la manipulación del anticomunismo buscaba el aislamiento y futuro rompimiento de relaciones diplomáticas, consulares y comerciales con la Isla como se vería más tarde.

Los últimos meses del año 60 se caracterizaron por una más aguda confrontación en el plano diplomático como en las acciones agresivas por parte del imperialismo norteamericano. 

Las medidas restrictivas al comercio con Cuba, una nueva fracasada penetración al territorio cubano con la participación de algunos mercenarios norteamericanos, la irrespetuosa presunción de uso de la bandera norteamericana en aviones cubanos, el embargo a cuentas cubanas en la Florida y otras de igual tenor, presagiaban la cercanía en tiempo de una invasión a nuestro país.

El rompimiento unilateral de relaciones de Estados Unidos con Cuba, a más de entorpecer las actividades de espionaje de la embajada norteamericana en Cuba, que contaba con unos 300 efectivos que incluía el centro CIA, las oficinas del FBI y de la Inteligencia Naval, fue el medio de ratificar públicamente su rechazo al Gobierno Revolucionario y la posibilidad de tener manos libres en el apoyo a la "potente" invasión que se preparaba.
El recién estrenado presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, heredero de los planes de invasión diseñados por el gobierno de Eisenhower, en una de sus declaraciones había adelantado.

Deseo decir que no habrá, bajo condición alguna, una intervención en Cuba por las fuerzas armadas de Estados Unidos. Este Gobierno hará todo lo que posiblemente pueda, y creo que podrá enfrentarse a sus responsabilidades para asegurar que no haya norteamericanos implicados en alguna acción dentro de Cuba.

No tenemos la intención de tomar acción alguna con respecto a las propiedades u otros intereses económicos que ciudadanos norteamericanos anteriormente mantenían en Cuba, más que las negociaciones formales y normales con una Cuba libre e independiente. 

El problema básico en Cuba no es entre los Estados Unidos y Cuba. Es entre los cubanos mismos. Tengo el propósito de adherirme a este principio.

La respuesta a estas y otras manifestaciones de Kennedy fue respondida tajantemente por Fidel Castro.

"Y algo sí podemos comunicarle al señor Kennedy. 
 
Que primero verá una revolución victoriosa en los Estados Unidos, que una contrarrevolución victoriosa en Cuba".

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