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El nuevo líder de la mayoría de la Cámara de Representantes de EE.UU. promete lealtad a Netanyahu



El jefe entrante de la mayoría en la Cámara de Representantes de EE.UU. (Republicano de Virginia) trata desesperadamente de encontrar una explicación convincente para la promesa que hizo al primer ministro israelí Binyamin Netanyahu el miércoles pasado. 
 
Cantor se apalabró con Netanyahu justo antes de la reunión de la reunión del primer ministro con la secretaria de Estado Hillary Clinton. 

Se esperaba que Clinton reafirmara el compromiso estadounidense con las negociaciones israelí-palestinas y la oposición a la expansión de los asentamientos israelíes. 

Cantor quería que Netanyahu supiera que podía contar con su apoyo. 

La propia oficina de Cantor emitió una declaración alardeando de su promesa a Netanyahu: “Eric subrayó que la nueva mayoría republicana servirá como un freno ante el gobierno y lo que ha sido, hasta ahora, un gobierno de un solo partido en Washington”, decía el texto.
    “Dejó claro que la mayoría republicana comprende la relación especial entre Israel y EE.UU., y que la seguridad de cada nación depende de la de la otra”.
Por el momento, olvidad la ridícula afirmación de Cantor de que la seguridad de Israel y de EE.UU. depende una de la de la otra. 

No, EE.UU. provee a Israel de la ayuda para la seguridad para sobrevivir –no es lo mismo al revés.

Pero dejemos eso de lado. Lo que choca es la declaración de lealtad de Cantor a Netanyahu. Específicamente, es su promesa de que asegurará que los republicanos en la Cámara de Representantes de EE.UU. “servirán de freno” de la política de EE.UU. hacia Oriente Próximo. 

Casi de inmediato, el jefe de la oficina de JTA [la Agencia Telegráfica Judía] en Washington, Ron Kampeas, declaró que la declaración de Cantor era “extraordinaria”. 

Escribió que no “podía recordar que un líder de la oposición haya dicho a un dirigente extranjero, en una reunión personal, que se pondría de parte, como político, de ese dirigente contra el presidente”. 

Kampeas ciertamente se inquietó, pero subestimaba la enormidad de la ofensa de Cantor. 

La promesa de lealtad de Cantor hacia un dirigente extranjero sería extraordinaria, y profundamente ofensiva, incluso si el país extranjero en cuestión fuera Canadá o el Reino Unido, nuestros dos aliados más cercanos, con los cuales tenemos pocas diferencias políticas. 

EE.UU. ha tenido importantes diferencias políticas con Israel, y las ha tenido durante decenios, sobre todo respecto a los asentamientos, Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este ocupados, etc. 

Israel es también el mayor receptor de ayuda al extranjero de EE.UU. en el mundo, lo que significa que el presidente de EE.UU. tiene pleno derecho a expresar esas diferencias firme y claramente. 

Por otra parte, ningún funcionario estadounidense no tiene –ni remotamente– derecho a decir al gobierno de Israel, o a cualquier otro gobierno extranjero, que apoya al dirigente extranjero contra su propio presidente.

Una cosa es oponerse a políticas estadounidenses en particular; otra bien diferente es decir a un dirigente extranjero “Estoy de su parte, no de la de mi presidente”. Por cierto, Cantor sólo fue sincero. 

Aunque se opone virtualmente a todas las políticas del presidente Obama –es republicano y es lo que hacen los republicanos– apoya al 100% las políticas de Israel. 

Y aunque es un extremo partidista en el interior, cuando se trata de Israel apoya a cualquier gobierno que esté en el poder en ese país. 

Se cree con derecho a criticar a este gobierno, pero no a aquél. 

El error de Cantor no fue decir al primer ministro Netanyahu lo que todos saben que en todo caso es verdad, sino decírselo al mundo. 

Es la definición clásica de una metedura de pata en Washington (es decir expresar inopinadamente una verdad inconveniente). 

En este caso, la metedura de pata provocó una tormenta de controversias. 

Y en este caso considero la posibilidad de que Cantor simplemente no sepa lo que está haciendo. 

Después de todo, ha sido una figura del Comité de Asuntos Públicos EE.UU.-Israel (AIPAC) desde que fue elegido por primera vez. 

Ha estado en más reuniones de AIPAC de las que probablemente sea capaz de contar. 

Y ya debería haber comprendido que el lobby es extremadamente cuidadoso, obsesivamente cuidadoso, de identificarse siempre con la lealtad a EE.UU. mientras avala políticas israelíes que socavan los objetivos de nuestra política exterior. 

Los funcionarios de AIPAC nunca, jamás, dicen que cuando la situación es crítica su lealtad es con Israel, no con EE.UU. En los hechos, la acusación de que así sea es lo que más odia AIPAC. 

Pero el futuro líder de la mayoría simplemente fue y lo dijo: Israel, tenga o no razón. 

Tardó algunos días antes que Cantor comprendiera cuán terriblemente ofensiva fue su declaración. Puede haber recibido alguna crítica de unos pocos tipos del Tea Party quienes, dígase lo que se quiere sobre ellos, tienden a tomar en serio su patriotismo. 

De modo que Cantor explicó que no lo comprendieron. Su verdad inconveniente, su metedura de pata, fue reemplazada por una falsedad ridícula. 

Y Dana Milbank del Washington Post dice lo siguiente al respecto: 

Brad Dayspring, el encargado de prensa de Cantor, me dice que la promesa de Cantor de que la mayoría republicana “servirá como un freno ante el gobierno” no “tuvo que ver con las relaciones entre EE.UU. e Israel”.
¡Um! De modo que el compromiso de Cantor de apoyar a Netanyahu contra Obama “no tuvo que ver con las relaciones entre EE.UU. e Israel” a pesar del contexto de la declaración de Cantor –justo antes de la reunión de Netanyahu con Clinton– y el hecho de que la persona con la que estaba hablando era el primer ministro de Israel. 

¿Con qué, entonces “tuvo que ver” el compromiso de Cantor? 

¿Tuvo que ver con revocar la política de “No preguntes, no hables” o los recortes tributarios de Bush para millonarios? Tal vez tuvo que ver con los subsidios agrícolas. 

Vamos, Eric. No nos hagas reír. 

Es eminentemente obvio lo que dijiste y lo que querías decir. Y esta vez tomaremos en serio tu palabra.
MJ Rosenberg es un asociado sénior de política exterior en Media Matters Action Network. Este artículo apareció primero en Foreign Policy Matters, parte de Media Matters Action Network.

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