Tendrán la misma edad más o menos, y a ambas las han acusado de haber matado a su marido. Ambas han sido condenadas a muerte en sus respectivos países: el escuálido régimen de los ayatolás iraníes y la gran democracia estadounidense.
Pero mientras ha habido una campaña mundial de solidaridad que acaso haya salvado la vida de Sakineh Ashtiani, Teresa Lewis será ajusticiada en silencio mediante una inyección letal este jueves a las 21 en la cárcel de Greensville en Virginia.
Nadie habrá colgado su rostro en monumentos y edificios, no se habrán recogido firmas ni se habrán hecho manifestaciones orquestadas en los grandes medios de comunicación.
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