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Costa Rica: Turbulencias cambiarias

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Luis Paulino Vargas Solís (especial para ARGENPRESS.info)

Cómo no sorprenderse frente a la “fortaleza” que nuestro humilde colón manifiesta ante el dólar. Ya los economistas de La Nación y La República parecen haber dicho todo cuanto se podría decir, pero aún así me arriesgaré con algunas poco interesantes ideas.

Diré, primero, una trivialidad que, de tan obvia, resulta necio mencionarla: parece que andamos inundados en dólares. Obviamente eso es tanto como decir que las plantas en nuestro jardín están mojadas porque llovió mucho ¿Podría existir manipulación del tipo de cambio? Esa es otra trivialidad, tratándose de un mercado cambiario que, de tan chiquitillo, hace que cualquier ardilla parezca un elefante. 
 
Pero, a lo sumo, ello explica movimientos de corto plazo, no tendencias de largo plazo. Y esto último es –como luego mencionaré- lo que parece que estamos viendo.

Resulta, pues, que, según todas las trazas, Costa Rica sigue siendo muy “exitosa” en materia de atracción de capitales extranjeros. Ese éxito alcanzó nuevos niveles –previamente no vistos- durante este primer decenio del siglo XXI y especialmente a partir del año 2004. El impulso llega incluso hasta 2008, aunque sufre un serio revés en 2009 a raíz de la crisis económica mundial. Sin embargo, esto no provocó escasez de divisas puesto que al mismo tiempo las importaciones tuvieron un desplome realmente dramático. De ahí que no sufriéramos ninguna devaluación del colón.

Ya desde el cuarto cuatrimestre de 2009, y seguramente favorecidos por la relativa estabilización (y la vacilante recuperación) de la economía mundial, los flujos de capital aumentan de nuevo. De seguro en esto también juegan otros factores. Uno de ellos es las tasas de interés en Costa Rica, altas relativamente a las que prevalecen en países desarrollados y no tan desfavorables comparadas con los niveles internos de inflación.
 
Y de seguro, también repercute el narco. Decirlo es otra trivialidad, pero ni modo, confío que usted sabrá disculparme ¿Cuánto representan los dólares del narco? No sé si alguien lo sabrá (y muy gato ha de ser para saberlo), pero este servidor admite su ignorancia al respecto. A lo sumo repetiré lo que todo mundo dice: seguramente es mucho dinero.

El caso es que hay hartos dólares en la calle. La revaluación del colón resulta entonces esperable, especialmente dada la pasividad del Banco Central. Pero el tema relevante aquí es que, en realidad, estamos hablando de un proceso de mediano, incluso largo plazo. O sea, los coletazos de los últimos días forman parte de un movimiento de mucho mayor alcance. 
 
Es cuestión de revisar las estadísticas que elabora el mismo Banco Central, pero guiándonos no por el tipo de cambio nominal, es decir, el que se registra en las transacciones cotidianas del mercado, sino en el tipo de cambio real, o sea, aquel que resulta después de tomar en cuenta los niveles de inflación de Costa Rica, comparativamente a los que se registran en los países con los cuales se comercia; Estados Unidos el principal, como es bien conocido.

Los datos son claros: desde los últimos meses de 2005 ese tipo de cambio real viene en descenso, es decir, el colón ha registrado un movimiento de mediano plazo (ya vamos por cinco años), tendiente a su revalorización relativamente al dólar. 
 
Es un movimiento oscilante, no lineal, pero el hecho perdurable que se hace manifiesto a partir de la observación de los datos es claro: en su intercambio con el dólar, el colón se ha vuelto relativamente más valioso.

Eso es mala noticias para las exportaciones, cuya rentabilidad se ve afectada por la diferencia entre la inflación de Costa Rica relativamente a la de los países a los cuales se exporta. 
 
Si aquella es mayor que esta, significa que, en términos generales, los precios que las exportaciones reciben tienden a rezagarse relativamente a la evolución de los costos en colones. Con el sistema de minidevaluaciones se garantizaba que la devaluación compensara (y, con frecuencia, más que compensara) esa diferencia. 
 
Con el sistema de bandas cambiarias, y en el contexto de los abundantes flujos de capital que el país ha recibido en los últimos años, esa protección –que a menudo devenía subsidio- ha desaparecido. Pero, aún más, se ha entrado en un movimiento inverso: de cinco años para acá el tipo de cambio evoluciona de una forma tal que está penalizando a las actividades exportadoras, incluido el turismo (conforme el colón se revalúa, Costa Rica va siendo un destino más caro para quien lo visita).

Para empresas como Intel –cuya producción incluye un alto componente importado- el efecto posiblemente es mucho menor. Diferente es el caso para la pequeña empresa exportadora o turística de capital nacional. 
 
A saber si la mezcla entre crisis mundial y revaluación de la moneda habrá influido en la reducción en el número de empresas exportadoras que se dio en 2009 (según datos de PROCOMER, de 2116 empresas exportadoras en 2008, se pasó a 2003 al año siguiente, menos, incluso, que las que existían en 2006).

El “éxito” en la atracción de inversiones se vuelve así en contra de las exportaciones. Es un resultado más que paradójico, ya que se suponía que el capital extranjero vendría a reforzar el potencial exportador. Pero su abundancia parece estar teniendo el efecto contrario. Entonces, el modelo neoliberal deviene inconsistente: sus dos pilares fundamentales –los flujos de inversión extranjera y las exportaciones- entran en colisión.

La paradoja se hace más grande cuando además uno observa que, con mucha probabilidad, los efectos derivados del TLC con Estados Unidos podrían reforzar esta tendencia. Recordemos lo siguiente: ese Tratado, en términos prácticos, no aportó nada significativo en materia de acceso al mercado de Estados Unidos para las exportaciones costarricenses.
 
Lo que ya se tenía con la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC) es lo que el TLC da, con apenas la muy abstracta adición de que presuntamente este último consolida jurídicamente posibilidades comerciales que con la ICC podían estar en riesgo.

En cambio, el TLC “abrió” diversos mercados al capital extranjero –por ejemplo telecomunicaciones y seguros- y crea condiciones para que otros, que ya estaban “abiertos” –por ejemplo salud y educación- resulten más atractivos a ese capital. Sin duda, el TLC es esencialmente un poderoso tratado de inversiones, más que uno de tipo comercial.


Ya estamos viendo la entrada de inversiones –seguro aumentará en próximos años- destinadas a esos sectores recién “abiertos”. Y, para profundizar la paradoja, como que además el modelo neoliberal se pone parcialmente de cabeza: estaba decididamente orientado “hacia afuera”; ahora se introduce una faceta “hacia adentro”, puesto que ese capital que viene a invertirse en los mercados recientemente “abiertos”, básicamente producirá para satisfacer la demanda interna.

Si este proceso de “apertura” de mercados tiene éxito, los flujos de capital extranjero se mantendrán altos y, por lo tanto, la presión hacia el aumento del valor del colón frente al dólar seguirá vigente. Lo lamento por las exportaciones.

En concreto ¿qué podría ocurrir? Ello depende de múltiples factores. Quizá el Banco Central ejercite una intervención más decidida y revierta la caída del dólar. Sin embargo, eso también tiene costos, en primera instancia para el propio Banco Central. 
 
O acaso se permita que siga la revaluación del colón por varios años, en cuyo caso se estarían creando las condiciones que, eventualmente, podría llevar a una crisis de balanza de pagos que, ahí sí, precipite una severa devaluación del colón.

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