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Paraguay: Radiografía claroscura

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José Antonio Vera (especial para ARGENPRESS.info)

El Presidente Fernando Lugo rindió el informe anual de la gestión del Ejecutivo ante el Congreso de la Nación, y expuso los lineamientos generales del Presupuesto Nacional para el ejercicio 2011, una suerte de radiografía claroscura de propósitos, en la que se destaca una firme decisión de priorizar la negociación interpartidaria y la paz social y política por encima de una propuesta de solución económica.

El mandatario mostró particular interés en dar señales tranquilizadoras a los grupos de la derecha partidaria de la confrontación, con un mensaje poco solidario con las organizaciones populares, por razones varias desconfiadas de los discursos, dado que a dos años del Gobierno del Cambio, los cambios son sólo asistenciales y superficiales.

Desde el triunfo electoral de Lugo, en abril del 2008, la única innovación auténtica que se puede constatar en la vida de los paraguayos, tiene un solo autor, y ese es el propio pueblo que ha sido capaz, aunque modestamente, de interesarse en ser actor en la actividad política, con una sensibilidad y responsabilidad social que habían estado dormidas en las últimas siete décadas.

La nueva conciencia cívica que se palpa no es producto del estímulo gubernamental, sino que es obra compartida entre el trabajo de las organizaciones populares y partidos y movimientos progresistas, influidos por los procesos transformadores regionales, con el sentimiento de hartazgo de la gente de vivir en un país atrasado, mísero en la riqueza, sometido por la corrupción de las roscas mafiosas que, en algo más de medio siglo, convirtieron el Estado en un botín de guerra, sin haber guerra.

El Gobierno de Lugo llegó con un programa de seis puntos, encabezado por el rescate de la soberanía energética nacional, menoscabada por Brasil en la explotación de la Represa binacional de Itaipú, de cuya producción se lleva el 95 por ciento, pagando chauchas a Paraguay por el 45 % más que le pertenece. Sólo 5 por ciento utiliza.

En la renegociación del Tratado, es innegable que los representantes del Estado han ganado algunos puntos, como el reconocimiento por el Presidente Lula y algunos congresistas de los derechos de su socio menor a recibir mejor pago por su energía y también el compromiso de hacerse cargo de una importante extensión de tendidos eléctricos en territorio paraguayo.

Insatisfacción popular justificada

Ello, al igual que otras medias medidas tomadas por el Gobierno, están lejos de satisfacer a un pueblo humillado por una dependencia incomprensible y por promesas incumplidas desde la década del cuarenta por el Partido Colorado, con la complicidad, por aceptación acomodaticia, del Partido Liberal, que reflejó la quietud mayoritaria.

La reforma agraria, que no ha merecido ninguna medida concreta hasta ahora, fue el segundo punto en importancia del programa que llevó al triunfo a la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), un conglomerado heterogéneo formado con clarísima vocación electorera, al punto que designó Vicepresidente a Federico Franco, la cabeza más visible de los planes conspirativos contra Lugo que se ha podido comprobar.

La gratuidad de la salud pública, aunque todavía no llega a toda la población porque falta presupuesto, infraestructura y personal calificado, es la medida más exitosa de estos dos años de la conducción luguista, a lo que se debe sumar la asistencia a unas 100 mil familias, de las casi 300 mil que están en la miseria y la regulación laboral de varios miles de funcionarios públicos que carecían de reconocimiento administrativo.

De hecho, a Lugo le queda sólo dos años para concretar medidas de política social convincente, llevando a la práctica un programa económico de país productor de bienes materiales y de cultura, de investigación científica y de desarrollo tecnológico.

Para alcanzar ese objetivo, necesita liberarse del modelo economicista parido por el viejo y acartonado monetarismo, sin sensibilidad social, que se permite, con barata demagogia, livianas e irresponsables promesas de reducir la miseria de aquí a las elecciones nacionales del 2013, sin explicitar cómo y con qué recursos lo hará.

La conciencia popular de que es posible avanzar con algo de decisión y audacia en el proceso de cambios, ha estimulado una mayor agitación entre algunos sectores de la ciudadanía, en particular las organizaciones campesinas y algo los sindicatos, aunque estos registran gran atomización y, en algunos, considerable corrupción.

Esa desviación es simétrica con el comportamiento del cooperativismo que reúne un millón de socios, en una población total de seis millones, y ocupa un tercio del movimiento financiero nacional, pero que traduce beneficios sociales muy por debajo de sus posibilidades.

Algo parecido ocurre con el grueso de las organizaciones no gubernamentales (ONG), alrededor de 900, varias financiadas por el Estado, habitadas por alguna gente que, en los últimos veinte años, viajó desde una izquierda activa hacia un progresismo de confortables oficinas, desde donde son diestros en criticar pero pobres en propuestas.

Las municipales serán un barómetro

La conformación del Frente Guasú, alianza de veinte Partidos de izquierda y movimientos sociales que disputarán en las elecciones municipales de noviembre, con 150 candidatos entre un total de 230, es un hecho histórico en Paraguay que puede constituirse en un paso favorable para enfrentar al revanchismo de la derecha en las nacionales del 2013.

El problema más serio que amenaza al país es la indecisión de Lugo y su equipo que, si no rectifican conductas a la brevedad, profundizando las buenas medidas aplicadas o en marcha, lanzando otras que modifiquen algunas de las estructuras más nocivas, la derecha puede rearmarse, rejuntando sus codiciosas cabezas algo dispersas y retrotraer la historia paraguaya por un tiempo inimaginable.

Factor determinante resultará el parlamento y nada insinúa que, en el ejercicio que comenzó este uno de julio, reduzca su hostilidad que mantuvo este año y medio contra el Ejecutivo, al punto de acorralar a Lugo, forzándolo a negociar un pacto con la derecha colorada que, en la fase inmediata, salió beneficiada, pues en un par de semanas recuperó la conducción de ambas cámaras, en un acuerdo que ha generado malestar entre muchos aliados al mandatario.

Difícilmente esa jugada afiance el equilibrio institucional que necesita Paraguay, pero es lógico que el Jefe de Estado intente ganar un tiempo que le es indispensable para intentar recuperar parte del apoyo ciudadano que está perdiendo por la ineptitud de su equipo y por esa hija putativa de la cobardía que es la vacilación.

El pueblo aspira y reclama medidas concretas en la política económica nacional que en la postura de varias organizaciones progresistas, debe comenzar por una redefinición de la misma a corto plazo, fijando planes productivos concretos con el máximo de participación ciudadana y con la financiación, en primera instancia, con un porcentaje de los casi cuatro mil millones de dólares de la reservas del Banco Central.

Integración e independencia

Esa exigencia es rechazada por el titular de Hacienda Dionisio Borda, partidario también de conseguir inversiones para hacer despegar la economía, pero únicamente con los organismos acreedores transnacionales, pese al cáncer del endeudamiento y a la seguidilla de ejemplos desastrosos que, por esa vía, acumulan varias naciones.

Aparte de la explotación sistemáticamente de la necesidad de créditos, los países solicitantes son sometidos con intereses leoninos y condicionamientos inaceptables para la soberanía de cada pueblo, aliviado en primera instancia pero salvajemente perjudicado a la larga, con el cobro de intereses sobre intereses y la eternización de la deuda por intrincadas trampas financieras y jurídicas.

China despega y el mundo lo reconoce, pero lo está haciendo desarrollando el capitalismo, cosa que parece gustar a Mujica, aunque sus nuevos dirigentes nunca han abandonado el principio marxista de contar con sus propias fuerzas, reiterado hasta el cansancio por el victorioso Mao Tse Toung, y su sucesor Teng Hsiao-Ping.

Si ese camino sirve, como lo muestran los resultados económicos aunque no tanto los sociales y culturales, lo más juicioso sería que Paraguay le preste mejor atención, porque su pequeñez geográfica y escaso desarrollo industrial, tiene la oportunidad histórica de ampliarse con sus propias fuerzas, a través de las alianzas de integración regional que están en marcha, tales el MERCOSUR, UNASUR, ALBA, etc.

Esos acuerdos, para entrar a conversar de igual a igual con las potencias, necesitan consolidarse sobre un nuevo modelo económico y político en vista de que el actual no sirve y de que proseguir la dependencia es reconocerse incapaz y negar las posibilidades de la propia nación y de sus fuerzas creadoras y productivas.

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