Agencias
La guerra en Iraq condujo a que se perdiera atención a la amenaza que representa al-Qaida, lo que envalentonó al líder del grupo, Osama bin Laden y ayudó al surgimiento de una generación de terroristas locales, afirmó el martes una ex directora del espionaje interno de Gran Bretaña.
En la crítica más aguda hasta el momento en la investigación que realiza Gran Bretaña sobre los errores cometidos en la guerra de Iraq, Eliza Manningham-Buller, quien fue directora de la agencia MI5 entre 2002 y 2007, dijo que el gobierno británico prestó poca atención a las advertencias de que la guerra iba a alimentar el terrorismo interno.
Manningham-Buller agregó que Iraq imponía pocas amenazas antes de la invasión de 2003 encabezada por Estados Unidos, e insistió en que no había evidencias de ningún vínculo entre el ex dictador iraquí Saddam Hussein y los ataques del 11 de septiembre del 2001 a Estados Unidos.
"No había datos verosímiles de inteligencia que indicaran tal vinculación y ese fue el juicio, podría decir, de la CIA", dijo a los investigadores. "No fue un juicio que fuera bien recibido por algunos sectores de la maquinaria estadounidense".
La ex jefa del espionaje británico agregó que quienes presionaban en Estados Unidos a favor de la guerra resaltaron exageradamente datos inconcluyentes de información de espionaje sobre presuntos vínculos entre Iraq y los ataques del 2001. Destacó entre ellos al entonces secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld.
"Es por eso que Donald Rumsfeld puso en marcha una unidad de inteligencia alternativa en el Pentágono para buscar un juicio alternativo", agregó Manningham-Buller, quien visitó frecuentemente Estados Unidos cuando era jefa del MI5.
"Saddam Hussein no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre y nunca he visto nada que me hiciera cambiar de opinión", aseguró.
Manningham-Buller también indicó que el MI5 disentía con el entonces primer ministro británico Tony Blair sobre una justificación clave para la guerra: las supuestas armas de destrucción masiva de Iraq.
Dijo que la suposición de que Iraq pudiese usar dichas armas contra Occidente "no era una preocupación ni a corto ni a mediano plazo ni para mis colegas ni para mí".
Manningham-Buller, ahora integrante de la Cámara de los Lores, prestó testimonio ante el panel de investigación de cinco miembros en Londres. Convocado por el gobierno, debe examinar los antecedentes de la guerra de Iraq y los errores cometidos en la planificación posterior.
No señalará culpas ni delimitará responsabilidades, sino que emitirá un informe este año con recomendaciones para operaciones futuras y misiones militares.
La deponente dijo que "al concentrarnos en Iraq, redujimos el enfoque sobre la amenaza de al-Qaida en Afganitán. Creo que eso fue un problema grande y estratégico a largo plazo".
Admitió que la guerra de Iraq aumentó en gran medida la amenaza terrorista a Gran Bretaña.
"Nuestra participación en Iraq radicalizó... a toda una generación de jóvenes -no toda una generación sino unos pocos dentro de una generación- que vieron nuestra participación en Iraq, sumada a nuestra participación en Afganistán, como un ataque al islam", afirmó.
Reveló por primera vez que de 70 a 80 británicos viajaron a Iraq para sumarse a la insurgencia.
En la crítica más aguda hasta el momento en la investigación que realiza Gran Bretaña sobre los errores cometidos en la guerra de Iraq, Eliza Manningham-Buller, quien fue directora de la agencia MI5 entre 2002 y 2007, dijo que el gobierno británico prestó poca atención a las advertencias de que la guerra iba a alimentar el terrorismo interno.
Manningham-Buller agregó que Iraq imponía pocas amenazas antes de la invasión de 2003 encabezada por Estados Unidos, e insistió en que no había evidencias de ningún vínculo entre el ex dictador iraquí Saddam Hussein y los ataques del 11 de septiembre del 2001 a Estados Unidos.
"No había datos verosímiles de inteligencia que indicaran tal vinculación y ese fue el juicio, podría decir, de la CIA", dijo a los investigadores. "No fue un juicio que fuera bien recibido por algunos sectores de la maquinaria estadounidense".
La ex jefa del espionaje británico agregó que quienes presionaban en Estados Unidos a favor de la guerra resaltaron exageradamente datos inconcluyentes de información de espionaje sobre presuntos vínculos entre Iraq y los ataques del 2001. Destacó entre ellos al entonces secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld.
"Es por eso que Donald Rumsfeld puso en marcha una unidad de inteligencia alternativa en el Pentágono para buscar un juicio alternativo", agregó Manningham-Buller, quien visitó frecuentemente Estados Unidos cuando era jefa del MI5.
"Saddam Hussein no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre y nunca he visto nada que me hiciera cambiar de opinión", aseguró.
Manningham-Buller también indicó que el MI5 disentía con el entonces primer ministro británico Tony Blair sobre una justificación clave para la guerra: las supuestas armas de destrucción masiva de Iraq.
Dijo que la suposición de que Iraq pudiese usar dichas armas contra Occidente "no era una preocupación ni a corto ni a mediano plazo ni para mis colegas ni para mí".
Manningham-Buller, ahora integrante de la Cámara de los Lores, prestó testimonio ante el panel de investigación de cinco miembros en Londres. Convocado por el gobierno, debe examinar los antecedentes de la guerra de Iraq y los errores cometidos en la planificación posterior.
No señalará culpas ni delimitará responsabilidades, sino que emitirá un informe este año con recomendaciones para operaciones futuras y misiones militares.
La deponente dijo que "al concentrarnos en Iraq, redujimos el enfoque sobre la amenaza de al-Qaida en Afganitán. Creo que eso fue un problema grande y estratégico a largo plazo".
Admitió que la guerra de Iraq aumentó en gran medida la amenaza terrorista a Gran Bretaña.
"Nuestra participación en Iraq radicalizó... a toda una generación de jóvenes -no toda una generación sino unos pocos dentro de una generación- que vieron nuestra participación en Iraq, sumada a nuestra participación en Afganistán, como un ataque al islam", afirmó.
Reveló por primera vez que de 70 a 80 británicos viajaron a Iraq para sumarse a la insurgencia.