La industria del automóvil y en el futuro del pueblo afgano
El Corresponsal
El descubrimiento de una enorme reserva de litio en Afganistán podría tener importantes consecuencias en la industria del automóvil y en el futuro del pueblo afgano, desangrado por guerras desde hace décadas. Por Guillermo Naya Plasencia Un nuevo actor emerge en la batalla por el dominio del litio.
La provincia de Ghazni, al sur de Afganistán, alberga un yacimiento que podría doblar el total de las reservas existentes en Bolivia, que tenía hasta ahora las reservas más grandes del mundo.
Hace apenas 20 años, el litio no destacaba entre los demás elementos químicos que poblaban la tabla periódica de las escuelas. Las baterías de los teléfonos móviles, ordenadores portátiles y la actual evolución de los medios de transporte, han hecho de este metal ligero uno de los recursos más deseados del planeta.
El petróleo como principal fuente de energía en la industria del automóvil tiene fecha de caducidad y parece que el litio tomará el relevo.
En los años 80, el químico estadounidense John B. Goodenough, al frente de un equipo de investigación de Sony, inventaba la batería de iones de litio recargable, estable y más eficiente que la batería de litio puro. Sin saberlo, estaba sentando las bases del transporte del futuro.
La crisis económica, el alto precio del barril de petróleo y el uso indiscriminado de combustibles fósiles en los automóviles, impulsaron el debate del coche eléctrico. Las baterías de iones de litio han demostrado ser la solución más viable hacia un transporte sostenible.
El litio se encuentra en las rocas y en el mar, aunque es en las aguas saladas, bajo las minas de sal, donde están casi todas las reservas explotables. La mayor concentración mundial conocida hasta hace poco está en Bolivia. El salar de Uyuni, ubicado en la provincia de Potosí, la más pobre del país, abarca una superficie de 12.000 kilómetros cuadrados.
Aunque las técnicas de extracción están en proceso de perfeccionamiento, el gobierno de Evo Morales ya ha instalado en la zona una planta piloto de producción. Además, se están haciendo perforaciones de exploración para detectar posibles concentraciones del material en el subsuelo.
El consorcio francés Bolloré-Eramet, la empresa brasileña Vale do Río Doce, y otras grandes compañías, como Mitsubishi o LG, han ofrecido su apoyo económico para la explotación del recurso boliviano. También se han interesado algunos gobiernos, como el ruso y el iraní, aunque se desconocen los detalles de las opciones presentadas, así como la respuesta del gobierno de Morales.
“Este plan ha creado esperanza en la región. Antes, nuestros abuelos vivían de la sal. Llegaron de los valles en caravanas de llamas, pero el mercado los obligó a irse”, asegura Francisco Quisbert, activista local.
De su lado, la empresa privada SQM, en alianza con la asiática Kowa, explota el salar chileno del Atacama y domina hoy el mercado mundial del litio. “El salar de Uyuni no se conoce bien, pues no ha habido una exploración. Todo lo que se diga de Bolivia es especulación” asegura su presidente, Julio Ponce Lerou.
China, que también cuenta con algunos yacimientos del mineral, ha anunciado que reducirá sus exportaciones de litio. “El gobierno prestará mayor atención a la compra y almacenamiento de recursos estratégicos”, asegura un portavoz. El precio de la tonelada ha subido más de un 200% desde 1998 y por ahora no tiene techo, por lo que parece lógico guardar “provisiones”.
En todo el mundo, empresas y países compiten por financiar los grandes proyectos del litio. “Está yendo muy rápido”, afirma Edward R. Anderson, presidente del Grupo TRU, asesoría especializada en el litio.
“Hay mucha gente invirtiendo en esta cuestión, y mucha gente va a perder su dinero”, asegura. Con los coches eléctricos todavía en la rampa de lanzamiento a gran escala, es difícil pronosticar cuando llegará el pico de demanda del recurso.
Los salones internacionales del automóvil recogen las propuestas de los grandes fabricantes de cara a un futuro inmediato. La presencia de prototipos propulsados mediante motor eléctrico es el denominador común en todas ellas. La burbuja de la industria del litio se hincha y los países ricos en el mineral se frotan las manos. Su futuro inmediato y la rentabilidad de las grandes inversiones dependerá del tiempo que tarde el petróleo en ser derrocado. El verdadero ‘boom’ del litio todavía está por llegar.
Guillermo Naya Plasencia es periodista. Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).
Fuente: http://www.elcorresponsal.com/modules.php?name=News&file=article&sid=5716
El petróleo como principal fuente de energía en la industria del automóvil tiene fecha de caducidad y parece que el litio tomará el relevo.
En los años 80, el químico estadounidense John B. Goodenough, al frente de un equipo de investigación de Sony, inventaba la batería de iones de litio recargable, estable y más eficiente que la batería de litio puro. Sin saberlo, estaba sentando las bases del transporte del futuro.
La crisis económica, el alto precio del barril de petróleo y el uso indiscriminado de combustibles fósiles en los automóviles, impulsaron el debate del coche eléctrico. Las baterías de iones de litio han demostrado ser la solución más viable hacia un transporte sostenible.
El litio se encuentra en las rocas y en el mar, aunque es en las aguas saladas, bajo las minas de sal, donde están casi todas las reservas explotables. La mayor concentración mundial conocida hasta hace poco está en Bolivia. El salar de Uyuni, ubicado en la provincia de Potosí, la más pobre del país, abarca una superficie de 12.000 kilómetros cuadrados.
Aunque las técnicas de extracción están en proceso de perfeccionamiento, el gobierno de Evo Morales ya ha instalado en la zona una planta piloto de producción. Además, se están haciendo perforaciones de exploración para detectar posibles concentraciones del material en el subsuelo.
El consorcio francés Bolloré-Eramet, la empresa brasileña Vale do Río Doce, y otras grandes compañías, como Mitsubishi o LG, han ofrecido su apoyo económico para la explotación del recurso boliviano. También se han interesado algunos gobiernos, como el ruso y el iraní, aunque se desconocen los detalles de las opciones presentadas, así como la respuesta del gobierno de Morales.
“Este plan ha creado esperanza en la región. Antes, nuestros abuelos vivían de la sal. Llegaron de los valles en caravanas de llamas, pero el mercado los obligó a irse”, asegura Francisco Quisbert, activista local.
China, que también cuenta con algunos yacimientos del mineral, ha anunciado que reducirá sus exportaciones de litio. “El gobierno prestará mayor atención a la compra y almacenamiento de recursos estratégicos”, asegura un portavoz. El precio de la tonelada ha subido más de un 200% desde 1998 y por ahora no tiene techo, por lo que parece lógico guardar “provisiones”.
En todo el mundo, empresas y países compiten por financiar los grandes proyectos del litio. “Está yendo muy rápido”, afirma Edward R. Anderson, presidente del Grupo TRU, asesoría especializada en el litio.
“Hay mucha gente invirtiendo en esta cuestión, y mucha gente va a perder su dinero”, asegura. Con los coches eléctricos todavía en la rampa de lanzamiento a gran escala, es difícil pronosticar cuando llegará el pico de demanda del recurso.
Los salones internacionales del automóvil recogen las propuestas de los grandes fabricantes de cara a un futuro inmediato. La presencia de prototipos propulsados mediante motor eléctrico es el denominador común en todas ellas. La burbuja de la industria del litio se hincha y los países ricos en el mineral se frotan las manos. Su futuro inmediato y la rentabilidad de las grandes inversiones dependerá del tiempo que tarde el petróleo en ser derrocado. El verdadero ‘boom’ del litio todavía está por llegar.
Guillermo Naya Plasencia es periodista. Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).
Fuente: http://www.elcorresponsal.com/modules.php?name=News&file=article&sid=5716