Los científicos explican en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) que los fuertes huesos faciales del Australopithecus africanus le permitían partir semillas y frutos secos grandes.
Esta capacidad le habría dado una gran ventaja en épocas de escasez de otros alimentos más blandos.
El estudio recibió el apoyo de EVAN («Red virtual europea de antropología»), que está financiada mediante la línea presupuestaria de recursos humanos y movilidad de las acciones Marie Curie del Sexto Programa Marco (6PM).
El A. africanus vivió en el sur de África hace más de dos millones de años. Sus rasgos faciales son muy característicos: grandes dientes molares y premolares cubiertos por un grueso esmalte, pómulos poderosos y pronunciados y eminencias muy marcadas para la sujeción de los músculos de la mandíbula. En investigaciones anteriores se había sugerido que estas características podrían haber servido para masticar tanto objetos duros y pequeños como grandes cantidades de distintos tipos de alimentos.
En este estudio, los investigadores se valieron de la tecnología más avanzada para analizar la cuestión con mayor profundidad. En primer lugar, el equipo de Antropología Virtual de Gerhard Weber, de la Universidad de Viena (Austria), creó un modelo tridimensional preciso de uno de los pocos cráneos que se conservan de A. africanus.
El preciado fósil se examinó por tomografía computerizada y se usó un programa informático de antropología virtual para eliminar escayola y obtener datos comparativos de otros fósiles a fin de compensar las lagunas existentes y completar el modelo. «Tuvimos la suerte de contar con dientes de otro espécimen muy similar para reconstruir la cara desdentada de la "Sra. Ples", como se ha dado en llamar a este fósil», informó el profesor Weber.
El paso siguiente fue realizar un análisis de elementos finitos, técnica empleada en la ingeniería que sirve para examinar la respuesta de estructuras complejas a tensiones y presiones ejercidas por cargas externas. De esta labor se ocupó un equipo de la Universidad de Albany (Estados Unidos). Todas estas tareas llevaron a concluir que la teoría de que masticaba «objetos pequeños o grandes cantidades de alimentos no explica por completo la evolución de la forma facial de esta especie».
En realidad, es más probable que los rasgos característicos del A. africanus sean fruto de la adaptación a «la preparación previa y la ingestión de alimentos grandes y bien protegidos como semillas y frutos secos grandes», concluyen los investigadores. En efecto, la mayoría de frutos secos y semillas constan de un núcleo blando y nutritivo rodeado por una cáscara externa dura.
En épocas de abundancia, es probable que el A. africanus se decantara por alimentos blandos y menos trabajosos para las mandíbulas, aventuran los científicos.
Pero en épocas de hambruna su capacidad de abrir fuentes nutritivas alternativas como los frutos secos y las semillas pudo resultar esencial para su supervivencia.
«Los australopitecos vivieron en un clima que estaba en proceso de enfriamiento y sequía a largo plazo, pero a corto plazo la meteorología era variable, por lo que periódicamente debió experimentar la necesidad crítica de consumir alimentos alternativos», explican los científicos.
«Por eso es probable que los rasgos faciales del australopiteco sean el resultado de una adaptación ecológica significativa.»