Pablo Gonzalez

Paradojas del desarme nuclear

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La más reciente solicitud de presupuesto federal presentada al Congreso por el Presidente de los Estados Unidos incluye un gran aumento de las cifras para armas nucleares, algo que contradice lo que declarara Barack Obama en un discurso pronunciado en abril último, en Praga, en el que parecía dispuesto a un compromiso significativo en aras del desarme nuclear. 

Ahora, habrá que ver si el Congreso rechaza la solicitud de Obama, como lo hizo más de una vez para impedir a George W. Bush desarrollar nuevos programas nucleares, o si por el contrario la aprueba. 

Así describió esta paradoja el científico Greg Mello en artículo titulado “ The Obama disarmament paradox” (La paradoja sobre desarme de Obama), incluido en el Boletín de Científicos Atómicos que se divulga digitalmente desde Chicago, Estados Unidos, 

Este trabajo, fechado el 4 de febrero, originó una polémica -en el propio Boletín- con John Isaacs, Director Ejecutivo del Centro para el Control de Armamentos y la No Proliferación, y el consultor sobre seguridad internacional y educación del propio Centro, Robert Gard, quienes publicaron el 24 de febrero una refutación al trabajo de su colega Mello, que se resume así: 

“El compromiso de alcanzar un mundo libre de armamento nuclear que formulara Obama no es incongruente con su solicitud de incremento del presupuesto para armas nucleares complejas. Es procedente, por tal motivo, recabar los fondos necesarios para mantener un arsenal nuclear en Estados Unidos que sea confiable, seguro y protegido, hasta que se pueda lograr ese objetivo. Obama merece que se le permita más tiempo para que articule su programa de desarme antes de que se considere éste un éxito o un fracaso”. 

Al explicar la incompatibilidad entre el presupuesto que solicita el Presidente y su punto de vista acerca del desarme, Mello arguye que no existe evidencia de que Obama tenga, o alguna vez haya tenido, una visión propia sobre el desarme. Recuerda que, en Praga, el Presidente simplemente habló de que aspira a un mundo sin armas nucleares, y declaró que, hasta tanto eso ocurra, EEUU “mantendría un arsenal seguro, confiable y efectivo para disuadir a cualquier adversario y garantizar esa defensa de nuestros aliados”. 

Subrayaba Mello que “comoquiera que las armas nucleares no han podido y nunca podrán disuadir a ningún adversario, esta última razón es apenas una aspiración, si no una trivialidad”. El solo hecho de que se pretenda un arsenal “efectivo” que disuada a “cualquier” adversario, significa que requeriría de interminables innovaciones y continuas inversiones, incluyendo aquellas destinadas a intensificar la disuasión, que es a lo que en verdad se refería Obama en Praga. 

Para Mello, en lo que atañe a los arsenales nucleares de Estados Unidos, el mensaje operacional que transmitía el discurso en Praga era la promesa de tales inversiones y no de un desarme. 

De hecho, cuando el Presidente formulaba ese discurso ya la propuesta de nuevas inversiones para la “disuasión ampliada” estaba siendo empacada para su envío al Congreso, según Mello. 

Observaba el científico que para la ejecución de su supuesta “visión del desarme”, Obama habló en Praga vagamente de “reducir el papel de las armas nucleares en la estrategia de seguridad nacional”, quizás refiriéndose a la contraposición entre el discurso oficial acerca de la doctrina nuclear y la realidad que expresan los hechos. También prometió negociar con los rusos un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START), sin más precisiones. 

En su contrarréplica a las objeciones de sus colegas Isaacs y Gard, Mello les señala que no proporcionan ninguna información nueva y solo reiteran los puntos de vista de la Administración sobre estos asuntos y confunden “desarme” con “iniciativas de no proliferación”, que son cosas muy diferentes. Además, no han tomado en consideración el hecho de que no ha habido ninguna acción significativa por parte de la Casa Blanca desde aquel discurso. 

“Si Obama quiere reducir el papel de las armas nucleares en la seguridad nacional y espera que alguien le crea, deberá realmente hacerlo. Fabricar miles de bombas actualizadas (un proceso ya está en marcha) y las fábricas para hacerlo no es desarme”, dice Mello. 

Irónicamente, advertía Mello, es posible que el retiro de 4000 ojivas acordado en el Tratado de Moscú y otros pactados bajo la presidencia de George W. Bush, excedan lo que pueda hacer Barack Obama en materia de desarme. 

En lo que respecta a la creación de reservas armamentistas, Bush tenía pretensiones mucho mayores que aquellas que, a duras penas le aprobaba el Congreso. Fue por eso que, en sus 3 últimos años de mandato, disminuyeron las partidas para ojivas nucleares. 

Pero ahora, con el Congreso de su parte y tratándose de un Presidente que se declara partidario del desarme, han desaparecido las restricciones congresionales a solicitudes presidenciales de este carácter. “Lo que Obama en última instancia parece estar desarmando es la resistencia del Congreso a aprobar y autorizar fondos para variantes de ciertas propuestas para las que Bush no pudo obtener autorización y financiamiento” escribe Mello. 

¡He ahí lo que delata la paradoja principal y más alarmante!

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