La guerra mediàtica contra Cuba no ofrece argumentos sobre los niños de Castro que no sufren, desde que nacen, de enfermedades curables
A los congresistas de los Estados Unidos, y a sus presidentes, debieran responder por què el sistema de Salud en Cuba no avanza màs y està màs desarrollado.
Roberto del Valle Menèndez | Cuba |
Una tendencia actual del periodismo cubano es omitir cifras, el llamado cifrismo, y dar más importancia al análisis, a la valoración y comparación de datos.
Y es correcto, no se debe atiborrar al lector, oyente y televidente de números y más números que en no pocas ocasiones ocultan la verdad y las ineficiencias.
Pero en determinados momentos hay que dejar atrás las tendencias, discutir con el jefe de Información, convencerlo y dar datos. Por ejemplo. Podemos decir con toda razón que el sistema integral de salud, gratuito en todos sus servicios desde el mismo inicio de la Revolución, garantiza un índice de mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos a la altura de las naciones más desarrolladas del mundo.
De seguro esta información tendrá más validez si agregamos que ese índice al cierre del 2009 fue de 4,8, muy similar al 2008 con un 4,7, la mejor en la historia de Cuba, pero si decimos que en la central provincia de Ciego de Ávila, territorio esencialmente agrícola con una población de 419 698 habitantes , la tasa fue de 5,8 la más baja en los últimos tres años, es muestra de que se avanza integralmente en todo el país pese a múltiples obstáculos que pasan por la imposibilidad de tener acceso a tecnologías, piezas de repuesto, medicamentos y materias primas debido al bloqueo económico, financiero y comercial impuesto desde los Estados Unidos.
Dos municipios de ese territorio, Bolivia, conocido por Cunagua y Ciro Redondo, Pina, no tuvieron niños fallecidos.
Con una esperanza de vida de 77,9 y con las enfermedades del corazón, tumores malignos y enfermedades cerebrovasculares como las principales causas de muerte en mayores de 60 años, Ciego de Ávila, también está a la altura del bienestar en naciones desarrolladas.
En la conocida Tierra de la Piña hay 2 687 médicos, de ellos 1 512 vinculados directamente al programa de la familia, mientras en formación hay 1 179 galenos, de ellos 255 extranjeros a través de convenios de colaboración.
Además de policlínicas en cada municipio, incluso comunidades, consultorios del Médico de la familia, hogares maternos, Casas de abuelo y otras importantes intuiciones, se cuenta con dos centros hospitalario docentes, el Antonio Luaces Iraola y el Roberto Rodríguez El Vaquerito, los que en estos dos últimos años han recibido inversiones millonarias para prestar un servicio de calidad.
Muchos pueden ser los datos para ilustrar un sistema de salud que avanza y se consolida aún cuando la ausencia de recursos materiales, y en ocasiones una debilitada ética profesional, ponen manchas a una de las prioridades de la Revolución.
No pocos ignoran, o se hacen los ignorantes, a la hora de valorar las condiciones en que se desarrolla la salud en un país como Cuba.
Sin embargo, llama la atención cómo sin ser aún la solución definitiva para millones de necesitados, es en estos momentos cuando se logra en los Estados Unidos, “paradigma ” de la democracia, la aprobación de una ley que Fidel Castro en su Reflexión La reforma sanitaria de los Estados Unidos la sintetiza así : “Consideramos que la Reforma de Salud ha constituido una importante batalla y un éxito de su gobierno.
Parece sin embargo algo realmente insólito que 234 años después de la Declaración de Independencia, en Filadelfia en el año 1776, inspirada en las ideas de los enciclopedistas franceses, el gobierno de ese país haya aprobado la atención médica para la inmensa mayoría de sus ciudadanos, algo que Cuba alcanzó para toda su población hace medio siglo a pesar del cruel e inhumano bloqueo impuesto y todavía vigente por parte del país más poderoso que existió jamás.
Antes, después de casi un siglo de independencia y tras sangrienta guerra, Abraham Lincoln pudo lograr la libertad legal de los esclavos.”
Y más adelante advierte en esa propia Reflexión: “Admitiendo que la reforma sanitaria significa un éxito para el gobierno de Obama, el actual Presidente de Estados Unidos no puede ignorar que el cambio climático significa una amenaza para la salud y, peor todavía, para la propia existencia de todas las naciones del mundo, cuando el aumento de la temperatura -más allá de límites críticos que están a la vista- diluya las aguas congeladas de los glaciares, y las decenas de millones de kilómetros cúbicos almacenados en las enormes capas de hielo acumuladas en la Antártida, Groenlandia y Siberia se derritan en unas pocas decenas de años, dejando bajo las aguas todas las instalaciones portuarias del mundo y las tierras donde hoy vive, se alimenta y labora una gran parte de la población mundial.”
Dos realidades muy diferentes. En una el hombre y las mujeres en el centro de atención con el propósito de hacer placentera su vida. En la otra, una sociedad que se enfrenta a los retos de la salud como a una mercancía más.