Los distintos frentes de conflicto (diplomáticos, económicos y militares) que se vienen desarrollando en las relaciones EEUU-China forman parte de un tablero mucho más complejo en cuyo centro se encuentra un conflicto estratégico por áreas de influencia en el llamado "triángulo petrolero" (Eurasia,
El Cáucaso y Medio Oriente) protagonizado por el eje Rusia-China-Irán (el "eje del mal"), y por el eje EEUU-Unión Europea-Israel (el eje "occidental").
En este escenario (y no en el marco limitado que lo presenta la prensa internacional) hay que leer la peligrosa crisis militar desatada entre EEUU y China por la venta de armas a Taiwán.
Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com
El presidente de EEUU Barak Obama
Con su imagen pública en caída libre, obligado a anunciar su primer ajuste al gasto público, desprestigiado entre sus propias bases electorales, criticado por su continuismo de la "guerra terrorista" heredada de Bush, con su mayoría parlamentaria mellada en el Congreso, sin poder controlar la crisis económica y los conflictos en las zonas de ocupación militar, el presidente USA acaba de ponerle el broche a una semana negra: Una crisis militar con China de difícil pronóstico en su evolución.
Tras el anuncio de un plan del Pentágono para vender a Taiwán 114 misiles defensivos Patriot, 60 helicópteros Black Hawk, varios barcos dragaminas y equipos de comunicación para sus aviones de combate F-16, todo por un valor total de 6.400 millones de dólares (4.616 millones de euros), el régimen chino montó en cólera, lanzó severas advertencias y congeló sus relaciones militares con Washington.
El conflicto se suma al sorprendente anuncio de Google de que podría levantar sus negocios en China, en respuesta a los ciberataques sufridos a sus ordenadores y a los correos de disidentes del país asiático que utilizan su servicio Gmail, que provocó un nuevo foco de tensión en las complejas relaciones entre China y EEUU.
Aunque esta venta de armamento forma parte de un acuerdo alcanzado en 2008 por la anterior Administración Bush, que ya provocó en su momento la suspensión temporal de los contactos militares entre ambos países, llega en el peor momento para el presidente Obama que cerró el trámite de una semana negra para su gestión de solo un año al frente de la Casa Blanca imperial.
La primera reacción de Beijing fue suspender de inmediato los intercambios militares con Washington y amenazar a las compañías implicadas: "Beijing impondrá sanciones a aquellas empresas estadounidenses que participen en la venta de armas a Taiwán", expresó el Ministerio de Asuntos Exteriores chino.
"Considerando el daño severo y el odioso efecto que provocará la venta de armas a Taiwán, suspendemos los intercambios militares con EEUU y las próximas visitas mutuas ya planeadas", informó la agencia estatal Xinhua:
Mediante un comunicado, el Ministerio de Defensa chino, llamó al agregado militar de la embajada estadounidense en Pekín para transmitirle su más "enérgica protesta".
Entre las visitas que podrían ser suspendidas figuran las del secretario de Estado de Defensa, Robert Gates, y del almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor, así como de su homólogo chino, Chen Bingde, a EEUU.
Por su parte, el viceministro de Asuntos Exteriores chino, He Yafei, se mostró "indignado" por la venta y advirtió de que "podría tener consecuencias que ambas partes no desearían ver".
Según la prensa china, Pekín sancionará a las empresas que participen en la venta, entre las que destacan la división Sikorsky Aircraft de United Technologies Corp., fabricante de los helicópteros Black Hawk, y el gigante Lockheed Martin Corp., que participa en los misiles Patriot junto a Raytheon.
Las represalias podrían ir desde el cese de la venta de materias primas (minerales o tecnología informática) hasta la prohibición para alcanzar acuerdos con empresas chinas o con socios de la región.
De acuerdo con analistas chinos, el auténtico peligro para EEUU es que las sanciones vayan más allá de lo militar y afecten a la estabilidad de su tejido industrial, muy interconectado con el gigante asiático (a pesar de sus conflictos geopolíticos y militares con Washington, China es un paraíso de obra de mano barata para las corporaciones trasnacionales USA).
Otro riesgo potencial -señalan los expertos- es que la sociedad china, profundamente nacionalista, inicie un boicot a los productos y a la cultura norteamericana como ya hizo en 2008 con Francia en una campaña promovida por el propio gobierno desde los foros de Internet.
China se mostró defraudada: A través de las promesas de Obama, las autoridades chinas previeron una reducción, por no decir una detención, del ritmo de la expansión militar global estadounidense con la llegada de una nueva administración estadounidense que prometía cambiar la estrategia de "guerra preventiva" de la era Bush por una apertura de negociación de los conflictos militares.
A pesar de que el presupuesto militar de EEUU es casi diez veces el de China (que tiene una población más de cuatro veces mayor) Washington ya cuenta con un presupuesto de defensa récord de US$ 708.000 millones (el gasto militar del mundo asciende a US$ 1, 2 billones).
Y no obstante que Rusia (la segunda potencia nuclear) gasta en armamento USA 40.000 millones, Moscú y Pekín son considerados (junto a Irán) como las principales amenazas estratégicas para EEUU y sus aliados del "eje occidental".
Según Alan Mackinnon, presidente de la Campaña Escocesa por el Desarme Nuclear: “El mundo de la guerra hoy está dominado por una única superpotencia. En términos militares Estados Unidos se asienta en el mundo como un coloso. Un país con sólo el 5% de la población mundial es responsable de casi el 50% del gasto global en armamento (con el último presupuesto aprobado el año pasado EEUU ya supera el 60% del total del gasto armamentista mundial.
No obstante que la Armada de EEUU cuenta con seis flotas y once grupos de ataque (con capacidad nuclear) con portaaviones, submarinos y aviones desplegados para invadir o intervenir países, el actual jefe del Pentágono, Robert Gates, en funciones desde la era Bush, señaló a China y Rusia como sostenes del "eje del mal" que incluye a Irán y Corea del Norte.
Por su parte, la CIA de la era Bush señaló a China, Rusia y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como las mayores amenazas para EEUU, "más peligrosas incluso que Al-Qaeda".
En septiembre pasado, el actual Director de la Inteligencia Nacional de Obama, Dennis Blair, dio a conocer el informe de Estrategia de Inteligencia Nacional de EEUU, publicado cada cuatro años, en el que se afirmaba que "Rusia, China, Irán y Corea de Norte plantean los mayores desafíos para los intereses nacionales de EEUU".
Pero los frentes que conforman, en distintos ámbitos (económicos, políticos y militares), el conflicto EEUU-China se resumen dentro de un marco estratégico definido por la nueva "guerra fría", que expresa un enfrentamiento de fondo por el apoderamiento de los recursos gasíferos y petroleros del triángulo Eurasia,-Caúcaso-Medio Oriente (más del 70% de las reservas energéticas mundiales).
El tablero de la "guerra fría"
Los distintos frentes (diplomáticos, económicos y militares) que se vienen desarrollando en las relaciones EEUU-China forman parte de un tablero estratégico mucho más complejo en cuyo centro se encuentra un conflicto central por áreas de influencia en el llamado "triángulo petrolero" (Eurasia, El Caúcaso y Medio Oriente) protagonizado por el eje Rusia-China-Irán (el "eje del mal"), y por el eje EEUU-Unión Europea (el eje "occidental").
Detrás del conflicto EEUU-China (y como trasfondo esencial) se desarrolla una guerra por el control de las redes de oleoductos (corredores energéticos) y de rutas energéticas donde China juega su supervivencia como potencia al lado de Rusia.
Debajo del paraguas de este conflicto estratégico central, se circunscriben los distintos episodios de la "nueva guerra fría" que se suscitan indistintamente entre el bloque USA-UE-Israel, por un lado, y Risia, China e Irán, por otro.
La nueva "guerra fría" (o "guerra energética"), es antes que nada una guerra económica por el control de recursos estratégicos, donde petróleo y el gas son los dos objetivos fundamentales en disputa.
Los lineamientos del "nuevo orden mundial" construido sobre la base del control de mercados y recursos estratégicos es, fundamentalmente, un orden creado para que las trasnacionales, los bancos, las petroleras y la armamentistas capitalistas, hagan "negocios", mientras las potencias intentan posicionarse en la hegemonía del "nuevo orden".
Además, Pekín, igual que Moscú, se sitúan en las antípodas del proyecto estratégico del eje EEUU-UE que militarizó la región euroasiática para desestabilizar las redes energéticas de Rusia, de las cuales China es la principal beneficiaria.
En ese juego, "El Gran Juego" (Ver: Sepa porqué usted está parado sobre la tercera guerra mundial), Moscú y Beijing mueven sus propias piezas en el teatro de operaciones de la "guerra energética" intercapitalista por áreas de influencia que se disputa desde Eurasia y los ex espacios soviéticos hasta el Medio Oriente. Y en ese tablero, el Kremlin sabe que sólo cuenta con dos aliados: Irán y China
Moscú y Beijing, en abierto desafío a la hegemonía europeo-estadounidense, trazaron acuerdos militares estratégicos y consolidaron un bloque militar y económico común en Asia en abierto desafío a la OTAN.
Rusia y China, con su poderío económico creciente y su renovado sistema de armamento nuclear y convencional, vienen sellando pactos y acuerdos estratégicos que comienzan a desafiar cada vez más a la hegemonía imperial estadounidense y europea en relación con Asia, Irán, Medio Oriente y América Latina.
En agosto de 2007, repitiendo ejercicios militares conjuntos de 2005 y 2006, en el marco de la Organización pro Cooperación de Shanghai (OCS), Moscú y Beijing, reafirmaron su alianza estratégica en Asia Central. Participaron además Kadsajstán, Türkmenistán, Kirghizia, Uzbekistán y Tadyikistán.
Y un dato clave: Irán, el brazo estratégico del eje Rusia-China en Medio Oriente, participó en carácter de "observador" de los ejercicios militares conjuntos.
En el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), en 2008, se estableció un convenio para la puesta en marcha de un bloque politico-militar que ya se presenta como un reto a la Alianza Atlántica (OTAN) no sólo en Asia Central sino en todo el continente eurasiático.
Se establecieron las bases y el marco de un acuerdo para la puesta en marcha de un bloque político-militar (un símil asiático de la OTAN) que incluye la cooperación estratégica en el área de seguridad.
Detrás de ese desafío a la hegemonía del poder de EEUU y Europa, y como actores relevantes, se encuentran Rusia y China, las dos naciones que emergen como protagonistas centrales en el nuevo orden del poder mundial.
China, con su poderío económico (este año ya habría destronado a Japón como segunda potencia económica) , puede desbalancear la presión económica ejercida contra Moscú desde las organizaciones internacionales controladas por el eje USA-UE, en tanto que Irán (dependiente de Rusia en tecnología militar y civil) representa el reaseguro petrolero, geopolítico y militar para presionar al bloque occidental desde el Medio Oriente.
En el trasfondo de este conflicto estratégico, cuyo desenlace es decisivo para el destino de la humanidad, abreva la razón de fondo de la crisis militar (de difícil pronóstico) que acaba de desatarse entre China y EEUU.