En una democracia los credos religiosos tienen derecho a construir sus templos, a predicar y emitir sus publicaciones, siempre y cuando no atenten contra los derechos de los demás ciudadanos.
Viene a mi mente la secta mormona de "La Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días", que es racista. Su líder, Warren Jeffs, predica que todas las cosas malas llegaron al mundo por las personas de color, (aunque Pinochet, Hitler, Franco y el ministro del interior colombiano Fabio Valencia Cossio, no se puedan calificar como afrodescendientes precisamente). Permitirle a estos fanáticos promulgar sus odios es un abuso de la ley, pero si quisieran imponerlo por ley sería el fin de la democracia.
Bien extraño nos parecería que los adventistas de un país intentaran por fuerza de ley que se cierren todos los negocios y universidades en sábado, o que los judíos de un país quisieran, por fuerza de ley, que se prohibiera el consumo de mariscos y cerdo, o que los mormones quisieran obligar a toda una nación que se enseñe en las clases de historia que Jesús vino a las Américas a predicar. Cada credo puede predicar sus doctrinas (por más absurdas que sean), de puertas adentro de sus recintos de culto. Pero pretender que todos debemos creer lo que ellos creen, y que todos debemos condenar lo que ellos condenan es absurdo.
La ley civil está para mantener el orden, fomentar el respeto y la igualdad y para el beneficio de todos los ciudadanos. En una democracia, la ley civil no es la sirvienta de la religión. De serlo no estaríamos en una democracia sino en una teocracia. Pero esto es algo que la Iglesia Católica no quiere aprender, por más siglos que ha pasado.
El pasado 27 de diciembre la Iglesia Católica española, en una gran manifestación en Madrid, deseó oponerse al reconocimiento legal de las familias homoparentales (formadas por dos conyugues del mismo sexo). El cardenal Rouco, arzobispo de Madrid dijo: “ese otro lenguaje de los diversos modelos de familia que parece adueñarse, avasallador y sin réplica alguna de la mentalidad y de la cultura de nuestro tiempo”. “Europa se quedará sin hijos sin la familia católica”, añadió el cardenal.
Señor Rouco, por favor deje la paranoia. El que existan parejas homosexuales que se casen no obliga, ni obligará a los demás ciudadanos a que se casen con personas de su mismo sexo. La obligación de las nomas y la homogeneidad de la sociedad solo existe en su retrógrada y medieval iglesia. Ahora ese argumento de que Europa se quedará sin hijos es absurdo. ¿En que estudio se basa para decir tal falsedad y estupidez?
Recuerdo además que el comportamiento avasallador es propio de la iglesia a la que Rouco sirve. ¿Recuerdan el destino de los cátaros en la ciudad de Albi, o la conquista de América?
Lo que si le creo es que las familias homoparentales estén "sin réplica en la mentalidad", pero en la de la ICAR, claro está. Porque para la iglesia la familia está conformada por un hombre y una mujer, y esta debe dar hijos sin parar, porque el sexo es solo para la reproducción y los anticonceptivos son pecado.
Así pues la mujer se debe a los hijos, a los deberes del hogar, y a satisfacer los deseos sexuales de su católico esposo. Este es el modelo de familia, que la ICAR defiende, y que con arrogancia y sin evidencias afirma que es el de Dios. El que Dios instituyó en el Edén con Adán y Eva. Aunque valga la aclaración, que ni hubo Edén, ni primeros padres, porque son un mito.
Pero más lejos fue el obispo de Río de Gallegos, en Argentina, monseñor, Juan Carlos Romanín, quien escandalizado por la celebración del primer matrimonio homosexual en Argentina y Latinoamérica dijo que esta boda es "un atentado contra la supervivencia de la especie humana".
Pues que cosa más rídicula, ¿en qué afecta que un par de hombres se hayan casado en la Patagonia, con la supervivencia de la especie? No es difícil imaginar lo que Monseñor tiene en mente: El acto sexual es solo para la reproducción, y todo acto sexual no destinado a hacer bebes -desde la masturbación hasta una relación homosexual- es pecado.
Lo que en estos momentos en realidad preocupa a la ICAR es que las leyes civiles no condenen lo que su credo condena, ni que imponga lo que ella impone.
Predican también los ensotanados, que el hecho que una pareja de lesbianas o de gais adopten un hijo, o crién juntos al hijo biológico de alguno de ellos, priva a los menores del derecho a tener un padre y una madre. Pues me asombra enormemente que ,sabiendo esto la ICAR, haya tenido a los huérfanos de sus orfanatos sin la fígura materna y paterna. Deberían haberse casado los curas con las monjas y repartirse en adopción a los huérfanos para cumplir con el católico mandato de la figura materna y paterna. Pero la realidad de la historia irlandesa nos muestra que en lugar de esto, hubo una serie de maltratos, humillaciones y abuso sexual, ocultado por la Santa Madre Iglesia. Bien valen aquí las palabras de la Biblia: Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano" (Mateo 7: 5)
En la misma tónica de querer salvar la humanidad y querer imponer su normatividad sexual se manifestó el Papa Benedicto XVI cuando afirmó en el 2008 que: "salvar a la humanidad de los comportamientos homosexuales o transexuales es tan importante como proteger el medio ambiente".
Pues muy poco saben los prelados sobre el medio ambiente, además de ignorar la sexualidad humana, pues uno de los factores más importantes para el deterior ambiental, es además de nuestro consumismo, la sobrepoblación. Especialmente entre las familias y países pobres.
Pero parece que para la Iglesia la sobrepoblación no es un problema ambiental. Y no lo es porque en donde la Iglesia más crece en feligresía actualmente es en África. Un continente donde la población crece en gran medida. Allí fue el Papa a desestimular el uso del condon, mientras que en el África ecuatorial se desvastan las selvas, se almuerzan a toda la fauna, y las familias, tradicionales claro está, se multiplican.
Ya en 1798 el economista Thomas Malthus (en quien Darwin encontró una clave de la selección natural) había reflexionado que en una población siempre creciente, los recursos naturales se agotarían pronto, y esto traería guerras. Esto es válido para todas las especies y es demostrable en un laboratorio: se pueden colocar unas bacterias en una caja de Petri y en poco tiempo, tras un crecimiento poblacional logarítmico, agotarán los recursos y la población se acabará.
Nosotros somos como esas bacterias, creciendo desmedidamente, consumiendo los recursos sin reponerlos. Y el mundo es nuestra caja de Petri. Es hora de tomar en serio, no solo el consumismo y la reutilización de los recursos naturales, sino también la sobrepoblación.
Pero la Iglesia llama estos hechos despectivamente como "teoría malthusiana". En palabras de Monseñor Alfonso López Trujillo (para verguenza de los colombianos):
"Además, defender la soberanía de la familia contribuye a salvaguardar la soberanía de las naciones. Hoy día, en nombre de las ideologías de inspiración malthusiana, hedonista y utilitarista, la familia es víctima de agresiones que la cuestionan hasta en su existencia. Los medios de comunicación, al propalar la separación total de los significados unitivo y procreativo de la unión conyugal, banalizan las experiencias sexuales múltiples pre- y para-matrimoniales, debilitando la institución familiar."
Claro queda, para la ICAR el problema de la sobrepoblación es solo una ideología malthusiana, mientras que en sus cavernarias mentes la separación de sexo y reproducción es imposible e impensable. Esta mentalidad, que niega derechos a las minorías, que desea imponerse sobre los demás sus credos reliogiosos, que desea que las leyes civiles representen su doctrina religiosa, la que niega los problemas ambientales, es realidad un peligro para la especie humana.
¿Y usted qué opina?
Viene a mi mente la secta mormona de "La Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días", que es racista. Su líder, Warren Jeffs, predica que todas las cosas malas llegaron al mundo por las personas de color, (aunque Pinochet, Hitler, Franco y el ministro del interior colombiano Fabio Valencia Cossio, no se puedan calificar como afrodescendientes precisamente). Permitirle a estos fanáticos promulgar sus odios es un abuso de la ley, pero si quisieran imponerlo por ley sería el fin de la democracia.
Bien extraño nos parecería que los adventistas de un país intentaran por fuerza de ley que se cierren todos los negocios y universidades en sábado, o que los judíos de un país quisieran, por fuerza de ley, que se prohibiera el consumo de mariscos y cerdo, o que los mormones quisieran obligar a toda una nación que se enseñe en las clases de historia que Jesús vino a las Américas a predicar. Cada credo puede predicar sus doctrinas (por más absurdas que sean), de puertas adentro de sus recintos de culto. Pero pretender que todos debemos creer lo que ellos creen, y que todos debemos condenar lo que ellos condenan es absurdo.
La ley civil está para mantener el orden, fomentar el respeto y la igualdad y para el beneficio de todos los ciudadanos. En una democracia, la ley civil no es la sirvienta de la religión. De serlo no estaríamos en una democracia sino en una teocracia. Pero esto es algo que la Iglesia Católica no quiere aprender, por más siglos que ha pasado.
El pasado 27 de diciembre la Iglesia Católica española, en una gran manifestación en Madrid, deseó oponerse al reconocimiento legal de las familias homoparentales (formadas por dos conyugues del mismo sexo). El cardenal Rouco, arzobispo de Madrid dijo: “ese otro lenguaje de los diversos modelos de familia que parece adueñarse, avasallador y sin réplica alguna de la mentalidad y de la cultura de nuestro tiempo”. “Europa se quedará sin hijos sin la familia católica”, añadió el cardenal.
Señor Rouco, por favor deje la paranoia. El que existan parejas homosexuales que se casen no obliga, ni obligará a los demás ciudadanos a que se casen con personas de su mismo sexo. La obligación de las nomas y la homogeneidad de la sociedad solo existe en su retrógrada y medieval iglesia. Ahora ese argumento de que Europa se quedará sin hijos es absurdo. ¿En que estudio se basa para decir tal falsedad y estupidez?
Recuerdo además que el comportamiento avasallador es propio de la iglesia a la que Rouco sirve. ¿Recuerdan el destino de los cátaros en la ciudad de Albi, o la conquista de América?
Lo que si le creo es que las familias homoparentales estén "sin réplica en la mentalidad", pero en la de la ICAR, claro está. Porque para la iglesia la familia está conformada por un hombre y una mujer, y esta debe dar hijos sin parar, porque el sexo es solo para la reproducción y los anticonceptivos son pecado.
Así pues la mujer se debe a los hijos, a los deberes del hogar, y a satisfacer los deseos sexuales de su católico esposo. Este es el modelo de familia, que la ICAR defiende, y que con arrogancia y sin evidencias afirma que es el de Dios. El que Dios instituyó en el Edén con Adán y Eva. Aunque valga la aclaración, que ni hubo Edén, ni primeros padres, porque son un mito.
Pero más lejos fue el obispo de Río de Gallegos, en Argentina, monseñor, Juan Carlos Romanín, quien escandalizado por la celebración del primer matrimonio homosexual en Argentina y Latinoamérica dijo que esta boda es "un atentado contra la supervivencia de la especie humana".
Pues que cosa más rídicula, ¿en qué afecta que un par de hombres se hayan casado en la Patagonia, con la supervivencia de la especie? No es difícil imaginar lo que Monseñor tiene en mente: El acto sexual es solo para la reproducción, y todo acto sexual no destinado a hacer bebes -desde la masturbación hasta una relación homosexual- es pecado.
Lo que en estos momentos en realidad preocupa a la ICAR es que las leyes civiles no condenen lo que su credo condena, ni que imponga lo que ella impone.
Predican también los ensotanados, que el hecho que una pareja de lesbianas o de gais adopten un hijo, o crién juntos al hijo biológico de alguno de ellos, priva a los menores del derecho a tener un padre y una madre. Pues me asombra enormemente que ,sabiendo esto la ICAR, haya tenido a los huérfanos de sus orfanatos sin la fígura materna y paterna. Deberían haberse casado los curas con las monjas y repartirse en adopción a los huérfanos para cumplir con el católico mandato de la figura materna y paterna. Pero la realidad de la historia irlandesa nos muestra que en lugar de esto, hubo una serie de maltratos, humillaciones y abuso sexual, ocultado por la Santa Madre Iglesia. Bien valen aquí las palabras de la Biblia: Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano" (Mateo 7: 5)
En la misma tónica de querer salvar la humanidad y querer imponer su normatividad sexual se manifestó el Papa Benedicto XVI cuando afirmó en el 2008 que: "salvar a la humanidad de los comportamientos homosexuales o transexuales es tan importante como proteger el medio ambiente".
Pues muy poco saben los prelados sobre el medio ambiente, además de ignorar la sexualidad humana, pues uno de los factores más importantes para el deterior ambiental, es además de nuestro consumismo, la sobrepoblación. Especialmente entre las familias y países pobres.
Pero parece que para la Iglesia la sobrepoblación no es un problema ambiental. Y no lo es porque en donde la Iglesia más crece en feligresía actualmente es en África. Un continente donde la población crece en gran medida. Allí fue el Papa a desestimular el uso del condon, mientras que en el África ecuatorial se desvastan las selvas, se almuerzan a toda la fauna, y las familias, tradicionales claro está, se multiplican.
Ya en 1798 el economista Thomas Malthus (en quien Darwin encontró una clave de la selección natural) había reflexionado que en una población siempre creciente, los recursos naturales se agotarían pronto, y esto traería guerras. Esto es válido para todas las especies y es demostrable en un laboratorio: se pueden colocar unas bacterias en una caja de Petri y en poco tiempo, tras un crecimiento poblacional logarítmico, agotarán los recursos y la población se acabará.
Nosotros somos como esas bacterias, creciendo desmedidamente, consumiendo los recursos sin reponerlos. Y el mundo es nuestra caja de Petri. Es hora de tomar en serio, no solo el consumismo y la reutilización de los recursos naturales, sino también la sobrepoblación.
Pero la Iglesia llama estos hechos despectivamente como "teoría malthusiana". En palabras de Monseñor Alfonso López Trujillo (para verguenza de los colombianos):
"Además, defender la soberanía de la familia contribuye a salvaguardar la soberanía de las naciones. Hoy día, en nombre de las ideologías de inspiración malthusiana, hedonista y utilitarista, la familia es víctima de agresiones que la cuestionan hasta en su existencia. Los medios de comunicación, al propalar la separación total de los significados unitivo y procreativo de la unión conyugal, banalizan las experiencias sexuales múltiples pre- y para-matrimoniales, debilitando la institución familiar."
Claro queda, para la ICAR el problema de la sobrepoblación es solo una ideología malthusiana, mientras que en sus cavernarias mentes la separación de sexo y reproducción es imposible e impensable. Esta mentalidad, que niega derechos a las minorías, que desea imponerse sobre los demás sus credos reliogiosos, que desea que las leyes civiles representen su doctrina religiosa, la que niega los problemas ambientales, es realidad un peligro para la especie humana.
¿Y usted qué opina?