Hernán Uribe
La brutalidad del golpe de Estado del Once de Septiembre de 1973, los crímenes cometidos durante décadas, y luego en este siglo XXI la condena judicial de sus autores, han producido por lógica el olvido de otros sucesos ocurridos bajo la tiranía que constituyeron también manifiestas violaciones de los derechos humanos como fueron las agresiones armadas contra sedes diplomáticas y una singular huelga de hambre de asilados en varias embajadas en plan de protesta.
El ciudadano chileno Sergio Leiva Molina fue asesinado por disparos de un policía el tres de enero de 1974 al interior de la embajada de Argentina lo que originó una protesta formal del gobierno de Buenos Aires por “Grave atentado a la inmunidad diplomática y a los principios del derecho de asilo”. A esas fechas ya había ocurrido el hecho macabro del lanzamiento de un cadáver al interior de la embajada de Italia. Se trataba de la asesinada joven Lumi Videla quien había sido apresada días antes.
El 21 de diciembre de l973 un proyectil de un rifle de caza hizo blanco en la cabeza de Rolando Calderón (RC), secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y ex ministro de Agricultura del gobierno de Salvador Allende. El herido se encontraba en el jardín de la embajada de Cuba en ese lapso bajo los intereses de Suecia, pues las relaciones con la isla ya estaban rotas. El disparo fue lanzado desde el exterior a una distancia de unos 20 metros. El edificio, que según el derecho internacional era territorio cubano fue balaceado al día siguiente del golpe, pero los agresores se encontraron con la sorpresa de que hubo respuesta de la misma naturaleza.
Calderón sobrevivió tras ser operado en dos ocasiones en el Hospital Militar adonde fue trasladado, y a pesar de su estado interrogado. En esos días, apuntemos, ya habían buscado asilo para salvar sus vidas numerosos chilenos y extranjeros mayormente brasileños y uruguayos quienes-trágica secuencia- se habían refugiado en Chile en atención a la instalación de sendas dictaduras en sus patrias. Las embajadas de México, Argentina,Venezuela, Panamá, Suecia, Italia, Finlandia y otras naciones estaban atestadas.
Un segundo problema violatorio surgió cuando los golpistas se negaron a regresar a RC a la embajada con desconocimiento de su carácter de asilado, avalada esa calidad por el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que expresa: “En caso de persecución toda persona tiene derecho a buscar asilo y disfrutar de él en cualquier país”. Este principio está reafirmado además por una Convención de los Estados iberoamericanos.
En ese marco, las tropelías de quienes habían usurpado el poder, fueron múltiples como las siguientes:
- Amenazas y violencia física ejercida en contra de los diplomáticos, casos ocurridos con los representantes de Suecia, Italia, Holanda y Francia;
- Prohibición a diplomáticos para trasladar asilados a clínicas u otros lugares ante el peligro de que surgieran enfermedades graves (*);
- Prohibición o requisamiento de medicinas y alimentos que quisieran entregarse a los asilados;
- Estricto cerco militar a las sedes diplomáticas para impedir nuevos ingresos o el paso de familiares de quienes habían logrado entrar. Recuérdese al respecto que la diputada Laura Allende, hermana del fallecido Presidente, fue apresada el 30 de diciembre de 1973 cuando intentaba visitar a un hijo en la embajada de Ecuador.
Con las dificultades que pueden suponerse los asilados de las distintas sedes lograron comunicarse entre ellos y acordaron la elaboración de documentos de denuncia y en algunas embajadas se declararon en huelga de hambre, entre ellas la de Panamá donde se encontraba el autor de estas líneas. Simultáneamente logramos informar al exterior de modo que la noticia de la extrema medida de la huelga apareció en primera plana de varios periódicos latinoamericanos. La dictadura cedió y se produjo el reingreso de RC a la sede cubano-sueca.
Simultáneamente y con la ayuda de personas que si tenían acceso a las sedes diplomáticas, por ejemplo, una monja colombiana que llevaba la comida proporcionada por una organización cristiana, se consiguió la entrega de tres documentos dirigidos ellos al Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, a Los Periodistas del Mundo y una Carta Pública al Secretario General de la ONU. Se enfatizaba en los textos: “El caso trágico de Rolando Calderón es suficiente demostración del riesgo que corremos”.
La plataforma de la huelga de hambre, que duró tres días, contenía cuatro peticiones:
- Reingreso de Rolando Calderón a la embajada;
- Apertura de un puente aéreo que permitiera la salida masiva de los asilados;
- Apertura de nuevos refugios a cargo de Naciones Unidas;
- Instalación en Chile de una Comisión Especial de la ONU que garantice la protección y la evacuación de asilados y refugiados.
Las denuncias y temores tenían fundamento pues entre septiembre y diciembre se había asesinado cuando menos a mil personas, matanza que continuaría durante 17 años. El embajador de Suecia en Chile, Harald Edelstam que fue declarado “persona non grata” por la dictadura y debió abandonar el país, afirmó en diciembre de 1973 ya en Estocolmo “que en Chile hubo quince mil eliminados, siete mil fueron apresados y 30 mil quedaron sin hogar”.(Nunca se ha determinado el número real de víctimas)
En la misma fecha (12/73) hubo unas diez mil personas en refugios de la ONU y un número similar asilados en embajadas. Sin embargo, muy pronto el exilio total de chilenos llegaría al millón, incluido un número no precisado de quienes salieron por razones de sobrevivencia. En 1990 con Pinochet fuera del Poder Ejecutivo pero manteniéndose de comandante en jefe del ejército, una cantidad apreciable de exiliados no regresó a su país natal pues en ellos pervivía la visión del infierno.
*) En las oficinas de la embajada de Panamá, unas 200 personas permanecieron durante semanas en un espacio físico unos 100 m2. Muchas sufrieron serias enfermedades.