El 12 de mayo de 2016 el Senado de Brasil, con un falso pretexto, ha acusado y apartado del poder a la presidenta legítimamente elegida, Dilma Rousseff.
La decisión fue precedida por una potente campaña en el Senado para desestabilizar la situación económica y política en Brasil.
Una vez más, estamos en presencia de una “revolución de color” llevada a cabo por el imperialismo de Estados Unidos para establecer su dominio en un país cuyo presidenta ha puesto los intereses del pueblo por encima de los intereses de los monopolios norteamericanos y ha llevado a cabo políticas económicas y sociales independientes en su país.
Estados Unidos utiliza cualquier situación relacionada con las protestas sociales, para cambiar un Gobierno legítimo para colocar a un presidente leal al gobierno de Estados Unidos.
Washington también teme que, en el marco de los BRICS, del que que son miembros Brasil y Rusia, el país en ese marco iría al fortalecimiento de una política económica independiente, con cálculos en moneda nacional, que infligen inmediatos daños a la “globalización americana” fortalecería el deseo de muchos países de abandonar la tutela de EE.UU.
Vemos lo que está sucediendo en Brasil como un intento de golpe organizado por los Estados Unidos y realizado en manos de la oligarquía corrupta nacional con el objetivo de impedir la unificación de las fuerzas progresistas en la lucha por una auténtica democracia y desarrollo económico.
El Partido Comunista de Rusia exige el cese inmediato de la desestabilización de la situación política en el país, la injerencia en los asuntos internos de un estado soberano, para proporcionar el pueblo de Brasil el derecho a determinar su propio futuro político.
El Partido Comunista de Rusia expresa con fuerza su solidaridad con el pueblo de Brasil, que está luchando por un desarrollo político y económico independiente.
Presidente del Comité Central del Partido Comunista
Georgia Ziuganov