El 14 Noviembre 1984 se perpetró una de las peores masacres realizadas por las fuerzas contrarevolucionarias patrocinadas y financiadas por los Estados Unidos en su guerra de intervención contra Nicaragua.
Se perpetró en la Unidad de Producción Estatal UPE La Sorpresa, hacienda cafetalera situada a unos 35 kms al norte de Jinotega. 21 compañeros murieron durante el ataque.
El 14 de Noviembre de 1984, una fuerza de tarea de la contra de aproximadamente 400 a 600 hombres, atacaron la finca estatal "La Sorpresa," 45 kilómetros al norte de Jinotega, mataron a 17 de sus miembros (todos civiles), secuestraron a otros y destruyeron la mayor parte de las instalaciones.
Como otras fincas en estas fértiles colinas, La Sorpresa se estaba preparando para la cosecha del café. Una semana mas tarde se hubiera convertido en el hogar temporal de centenares de cortadores voluntarios venidos a la zona de Matagalpa y Jinotega para ayudar con la recolecta del café. Esa mañana los miembros de la cooperativa se encontraban en una reunión coordinando la cosecha venidera.
El mandador de la finca, Luis Amado Morales, se fue en un tractor a traer leña al cercano lugar de El sarayal. Al acercarse a su destino le informaron que los contras andaban cerca. El entonces se regresó a la finca a avisarle a los demás.
Solo 20 moradores civiles defendieron la finca, los cuales tomaron posiciones mientras los contras atacaban con granadas de 79 milímetros, granadas de mano, morteros, granadas propulsadas por cohetes y fuego de fusilería.
Los atacantes rodearon rápidamente la finca, matando a 10 de los milicianos, incluyendo a Jamilet Sevilla, una madre embarazada de 17 años y obligando a los demás a huir.
Julia Picado Gonzalez se encontraba en su casa con 6 de sus 8 niños cuando comenzó el ataque.
Ella agarró la leche de su niño de 18 meses de edad y huyó al tiempo que los contras entraban gritando , "si encontramos a las mujeres de los piricuacos en sus casas, les vamos a cortar la cabeza a ellas y a toda su familia."
Al huir ellas, los contras les dispararon mientras ellas continuaban su retirada subiendo una colina hasta un cafetal.
Desde allí, ella observó a los contras dispararle a su esposo en el hombro, luego lo agredieron con una granada, la cual le destrozó la cabeza.
Una vez que los contras se tomaron la finca, remataron a los heridos y moribundos con bayonetas, disparos de fusilería y granadas. A Jamilet Bonilla la encontraron posteriormente con heridas de bayoneta en su vientre en estado de gestación.
Las mujeres y los niños huyeron del centro de desarrollo infantil en donde se habían refugiado. Los contras les dispararon, matando a Telma González y a su tierno niño de 16 meses de edad, José Rodolfo Ruiz, al igual que a otro niño de cuatro años, Carlos José Mejía.
Santos González estaba en su casa cuando escuchó los disparos. Se arrojó al suelo y observó desde las rendijas de la pared como los contras rodearon y entraron a la finca. Su hijo José Alejandro Pineda, estaba enfrente de la casa. "Lo agarraron vivo, lo golpearon en la frente con un machete y se le salieron los sesos. Luego lo quemaron."
Cuando los contras se retiraron, le ordenaron a dos de sus cautivos, Benito Talavera y Nicolás, que incendiaran las casas. Benito fue por las casas advirtiéndole a los que todavía estaban dentro que "salgan, porque voy a pegarle fuego a la casa."
Los atacantes destruyeron el beneficio de café, 600 libras de café, la despulpadora, tres dormitorios, la oficina, la cocina, las bodegas en donde guardaban los frijoles, el arroz y los fertilizantes así como los galpones en donde dormían los trabajadores y cortadores.
Solo unas cuantas casas, dos motores, el molino y el generador eléctrico no fueron destruidos.
También quemaron la cercana hacienda Los Andes, incluyendo la casa hacienda y la cocina.
Los contras se llevaron consigo varios cautivos cuando se fueron.
Omar Gutiérrez fue obligado a cargar una sierra circular y Nicolás Molina, el contador de la hacienda, fue forzado a cargar dos mochilas.
A unos indios miskitos que habían sido reasentados en la hacienda también se los llevaron y uno de ellos fue obligado a cargar a dos contras muertos, amarrados a su espalda.
Mientras tanto los cuerpos de las 17 víctimas del ataque fueron llevadas a la cercana Abisinia.
Luis Amado, el mandador de la hacienda tenía los pies, las manos y los testículos cortados.
Mundo Cruz tenía heridas de bayoneta en el rostro y los testículos cortados.
Pedro Ortiz tenía la cabeza desbaratada y los testículos cortados.
Entre los muertos también se encontraban tres miskitos, incluyendo una maestra y dos niños, Elida y René Torres.
Según la versión del "New York Times" sobre el ataque, después de ese Miércoles
Los contras tendieron una emboscada en un camino cercano contra cualquier columna de auxilio que pudiera intentar llegar a la destruida hacienda.
El primer vehículo en pasar, llevaba a Evenor Castro Ibarra, funcionario del Banco Nacional de Desarrollo quien regresaba a la ciudad de Jinotega luego de visitar varias cooperativas remotas.
Los comandos rebeldes lo mataron, dejaron su cuerpo a la par de su jeep y permanecieron a la espera de otros.
El Jueves por la mañana, dos oficiales Sandinistas de alto rango de Jinotega, Ronald Paredes y Denis Espinoza, salieron por jeep para evaluar los daños en La Sorpresa.
Entre sus acompañantes iba un funcionario bancario preocupado por la desaparición del Sr. Castro Ibarra y un periodista de Barricada, Juan Bautista Matus López, un Sandinista de vieja data de 34 años
de edad. Todos ... fueron muertos cuando su vehículo cayó en la emboscada rebelde."
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Tomado del informe especial al Congreso de los Estados Unidos titulado "Contra Terror in Nicaragua" por Reed Brody, capítulo 4, páginas 39 y 40. South End Press, Boston, Massachussettes, 1985.
¡¡GLORIA ETERNA A NUESTROS HÉROES Y MÁRTIRES!!
¡¡POR ESOS MUERTOS, NUESTROS MUERTOS, JURAMOS DEFENDER LA VICTORIA!!

