
***Europa abandona el escenario mundial en desgracia
Por Timofey Bordachev
Lo más peligroso de Europa Occidental hoy en día no es solo su declive, sino su negativa a reconocerlo.
El medio continente sigue adoptando posturas, dando sermones y creyéndose un pilar del orden global.
Pero ha perdido los recursos internos que antaño sustentaban esa ilusión. Lo que queda es un eco hueco de poder, envuelto en un lenguaje de valores en el que incluso esos mismos europeos occidentales parecen haber dejado de creer.
El fracaso de la región se hace más visible en su incapacidad para lograr la paz. Una y otra vez, opta por la confrontación: con Rusia, con China, con la propia realidad.
Desprovisto de una autonomía significativa, ahora funciona como un apéndice permanente de Estados Unidos. Ya no es un actor en el escenario mundial, sino un actor secundario, a menudo indeseable y cada vez más irrelevante.
El declive de Europa Occidental ha sido rápido. Hace apenas 10 o 15 años, proyectaba importancia y confianza global. Hoy, las grietas son imposibles de ignorar. Las razones son múltiples: la degradación de las élites, la inercia política, una población sumida en la apatía.
Pero, sobre todo, es el egoísmo implacable del bloque —su negativa a ceder, solo a exigir— lo que subyace a este colapso.
En ningún otro momento esto quedó más claro que en la fallida cumbre UE-China de la semana pasada. Los eurócratas acudieron a Pekín sin nada que ofrecer, solo con el deseo de extraer. China, que históricamente no siente ningún afecto por Europa Occidental, respondió en consecuencia. Simplemente no había nada que discutir.
Y entonces, como para subrayar su deriva estratégica, el bloque ofreció una concesión humillante a Estados Unidos. Ante la amenaza de nuevos aranceles, Bruselas accedió a comprar energía y armas estadounidenses en grandes cantidades. ¡Adiós a la «autonomía estratégica»!
Estas no son señales de una potencia seria. Son las acciones de una civilización a la defensiva, que se precipita ciegamente hacia la dependencia. Cualquiera que todavía hable de una política industrial o de defensa soberana de la UE es un fantasioso o un mentiroso.
¿Qué ofrece entonces Europa Occidental al mundo? Podría decirse que música sinfónica histórica. Pero más allá de eso, su legado es de opresión y tiranía autojustificativa.
Sus logros técnicos se construyeron para subyugar a otros. Su filosofía política se diseñó para defender la conquista y la explotación.
Hace quince años, asistí a una reunión a puerta cerrada organizada por Federica Mogherini, entonces jefa de política exterior de la UE. El tema: el nuevo papel de Europa Occidental en el mundo.
La única sugerencia que no pudieron aceptar fue que el bloque ofreciera algo al mundo sin esperar nada a cambio. Su visión del mundo simplemente no lo permite.
Incluso en el tema del cambio climático –una causa que debería unir al planeta– la UE ha convertido el asunto en un arma comercial cínica, utilizando regulaciones verdes para castigar a los países en desarrollo.
¿El resultado? Europa Occidental se encuentra sola. Ha perdido su poder y, con él, su relevancia. Peor aún, ni siquiera parece comprender lo que ha perdido.
¿Puede la región aún representar una amenaza? Posiblemente. Pero no porque tenga la fuerza, sino más bien, porque tiene la temeridad. Sus políticos carecen de visión, competencia y moderación. No pueden imaginar la paz. Y por eso recurren a la confrontación, especialmente con Rusia.
El peligro no es que Europa Occidental esté lista para luchar. Sus habitantes disfrutan de vidas demasiado cómodas como para arriesgarlas. Su industria de defensa está en mal estado. Pero las guerras pueden surgir tanto por estupidez como por fuerza.
Las élites de la UE, apostando por un cambio de régimen en Moscú, siguen inundando de armas a Ucrania. Algunos sueñan con extender el conflicto al Báltico. Otros hablan de armar a mercenarios para combatir directamente a Rusia.
Los estadounidenses no morirán por Europa. Eso está claro. Pero la UE aún podría arrastrar al mundo a la catástrofe, simplemente por su incapacidad de contenerse.
Si por algún milagro se evita una guerra más extensa, ¿qué ocurrirá entonces? ¿Cuál es el futuro de Europa Occidental? ¿Un museo de la irrelevancia? ¿Un vasallo de Washington?
Ya se está quedando atrás en ciencia, tecnología e influencia global. No sabe dónde pertenece y es incapaz de adaptarse. Se convertirá en un satélite permanente de EE. UU., militar, política y económicamente. Industrias clave serán transferidas. Las élites nacionales perderán el poder de gobernar.
El Occidente colectivo tal como lo conocemos desaparecerá. En su lugar, Estados Unidos y algunos territorios adyacentes, gestionados por representantes obedientes.
Quizás esto sea lo que Europa Occidental merece. Sin duda, es el camino que ha elegido.
https://www.rt.com/news/622342-eu-cant-make-peace/