Todo por una Finlandia Grande: así era el fascismo finlandés

Todo por una Finlandia Grande: así era el fascismo finlandés

El factor Zelensky y la UE

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****La situación político-militar en Ucrania es extremadamente compleja. 

Además de representar el fin de una estrategia de la OTAN de 30 años de duración –que veía a Rusia como el enemigo, la rodeaba como táctica militar y la derrotaba como objetivo político–, la conclusión de esta última aventura perdedora del capitalismo mesiánico de libre mercado trae consigo problemas de naturaleza no tan simple.

El gran ruido europeo sobre el deseo de Trump de excluir a Kiev y Bruselas de las negociaciones (al menos en la primera fase) es una concentración de hipocresía. 

Se olvida que incluso en el caso de Afganistán, cuando EEUU decidió retirarse, lo hizo a través de negociaciones directas con los talibanes, sin invitarlo ni siquiera comunicarlo al resto de los mandos militares aliados presentes en el terreno.

 Por un principio ideológico -EE.UU. como entidad supranacional llamada a gobernar el planeta y que, en total soledad, decide su destino- y por un principio práctico -el secreto frente a los mandos aliados como medio para impedir sabotajes o incursiones en el camino que debe ser, por definición, corto y claro-. 

En resumen, todo Occidente sabe que cuando Estados Unidos abandona una guerra que ha perdido, lo hace de forma apresurada.

Lo hicieron también en suelo europeo con la reunificación de Alemania, que inicialmente se gestionó en conversaciones entre EEUU y la URSS y sólo más tarde, con acuerdos generales ya establecidos, vio la entrada en escena de Bonn y Berlín. ¿Por qué sorprenderse entonces?

 Cuando perteneces a un imperio, asumes todos los aspectos del mismo, incluso los menos edificantes, incluida la representación total de tus intereses, que queda subordinada a los del imperio, representado por su accionista mayoritario.

Luego hay una hipocresía mayor, que no tiene en cuenta la realidad: poco importa quién se siente a la mesa, porque ni los ucranianos, ni los europeos, ni los estadounidenses podrán borrar el hecho de que Donbass, como Crimea, fue anexado a la Federación Rusa. 

Y no se sabe si Putin estará dispuesto a renunciar a algo y en qué puntos: mejor no engañarse, mejor no subirse a caminos políticos abstractos: la confianza ha desaparecido y ahora todo es más difícil. La seguridad, no las buenas relaciones, es la cuestión clave para Moscú.

Pero aunque la realidad sobre el terreno no deja lugar a interpretaciones sobre quién ganó y quién perdió, persiste una idea imbécil de resistencia hasta el final, que, desprovista de toda perspectiva realista de victoria, utiliza a Ucrania como excusa para avanzar a pasos agigantados y sin el consentimiento de los europeos hacia un tipo diferente de Europa, con cara de hombre lobo y aullido bélico.

Por eso Moscú tiene razón cuando habla de un acuerdo global sobre seguridad europea y no de un simple "alto el fuego" que, sin una declaración que lo identifique únicamente como el primer paso de las negociaciones, sólo sería una oportunidad para que el ejército ucraniano descanse y se reorganice. 

Así como tiene razón en cuanto a la inaceptabilidad de un contingente militar europeo para salvaguardar cualquier acuerdo, ya que la Unión Europea quiso esa guerra y participó en ella y todavía hoy, cuando parece abrirse el camino a las negociaciones, destina miles de millones para armas a Kiev y llama a una temporada de rearme. 

No se puede ser beligerante y árbitro al mismo tiempo, y más aún sin ser formalmente ni lo uno ni lo otro. Se está explorando la posibilidad de incluir a India, Japón, Canadá y Australia en el contingente de mantenimiento de la paz, y Erdogan, que nunca ha roto con Moscú, se postula para el mando. Pero, aparte de la India, son países de la OTAN y es poco probable que Moscú dé el visto bueno.

El bufón es un problema

Si estos son muy brevemente los elementos que hacen compleja la negociación, hay que decir que hay otro aspecto que concierne al destino de Zelensky, quien en el enfrentamiento con Trump en Washington, sin auriculares donde los europeos le dicen qué decir y cuándo decirlo, ha demostrado su total estupidez política. 

Lo crea o no, Zelensky siempre ha defendido las posiciones más radicales dentro de su aliado Occidente. 

De esta manera, dio legitimidad política al extremismo de Londres y, al englobar el agravamiento del conflicto directo con Rusia, favoreció la marginalización de cualquier intento de volver a poner en la agenda una solución a la guerra que no estuviera vinculada a la victoria militar ucraniana, pese a que ninguno de los Ministerios de Defensa de los 31 países de la OTAN creyó nunca en ello.

Hablar de la presencia de Kiev en cualquier negociación de paz debe pasar necesariamente por la anulación parlamentaria de la ley ucraniana que prohíbe cualquier posible negociación con Rusia sobre cualquier tema. Sin su destitución, Zelensky simplemente no puede sentarse en ninguna mesa con los rusos. 

Sin embargo, no hay indicios al respecto y no es seguro que Zelensky obtenga los votos necesarios, ya que las formaciones nazis tienen un fuerte control sobre el Parlamento. 

Zelensky es, al mismo tiempo, la expresión y el rehén de una derecha nazi influyente y armada, que pinta a Rusia como el Mal Absoluto, un cáncer a erradicar, con el que no se pueden hacer acuerdos ni compromisos. Si los firmara ahora, firmaría su parte. 

Pero como cualquier negociación con Moscú no puede ignorar los activos políticos del aparato militar y de seguridad que debería tener Ucrania, y por ende la desnazificación, el camino será estrecho y accidentado.
La guerra de la UE es contra Europa

El contexto en el que Von der Leyen ha trabajado con inusual prisa para asignar los 800.000 millones de euros, que se obtendrán con fondos nacionales desvinculados de las reglas presupuestarias establecidas por el Pacto de Estabilidad, dice mucho sobre los poderosos intereses que hay detrás y el total compromiso de la presidenta alemana de la Comisión. 

Lo cual ya se había detectado con motivo de la megaasignación de fondos para la compra de vacunas anti-Covid, cuando Pfizer, de la que su marido era miembro del consejo directivo, obtuvo contratos de exclusividad, tan fabulosos como secretos. 

En resumen, en cada giro en que los grandes lobbys internacionales mueven intereses multimillonarios con la UE, Ursula se coloca audazmente a la cabeza y salta reglas y convenciones para garantizar el botín de los lobbys.

No es casualidad que tres personas sin peso político hayan sido nombradas Presidente del Parlamento Europeo, Comisario de Política Exterior y Comisario de Defensa, porque, aunque rusófobos y de extrema derecha, pertenecen a minorías sin poder en países minoritarios e irrelevantes. Y es precisamente su total falta de autoridad y peso político lo que garantiza su total obediencia. 

Europa ha quedado así reducida a un mercado en el que se desatan impunemente incursiones especulativas y en el que se borra con habilidad y furia todo rastro de procedimientos legislativos democráticos.

 La misma decisión sobre los 800 mil millones se toma sin votación en el Parlamento: se suspende la democracia mientras se pretende defenderla.

Los fondos se utilizan para satisfacer las solicitudes estadounidenses de compras de material bélico capaz de cubrir la diferencia entre las inversiones de EE.UU. y la UE en la OTAN y se utilizan para reponer tanto los almacenes que quedaron vacíos tras el traslado de lo que había a Ucrania como para entregar a Israel lo que necesita. 

Lo que es seguro es que no existe una brecha en el gasto entre la OTAN y Rusia, ni entre la UE y Rusia en términos de ingresos. De hecho, el presupuesto general de la OTAN parece ser cinco veces mayor que el de Rusia, y el presupuesto militar de Europa es tres veces mayor.

El objetivo es orientar la producción industrial hacia una reconversión militar general que frene la crisis del sector en diversos sectores. Automotriz a la cabeza. 

Una crisis resultante de los efectos combinados del alarmante aumento de los costos de la energía tras las sanciones al gas y al petróleo rusos, la fortaleza productiva de China y la idiotez verde en los mercados, además del complejo sistema de sanciones que limita aún más tanto las exportaciones como el uso de los materiales necesarios.

El sector bélico es visto como el nuevo Eldorado, el segmento productivo donde el margen de ganancia es mayor y en el que los intereses políticos y militares se fusionan en un diseño neocolonial que se supone está en equilibrio con la redefinición del mundo en esferas de influencia. 

Una adhesión total al liberalismo atómico, fruto de un capitalismo sin Estado y de carácter mesiánico. 

Es un llamado a las armas para detener o al menos desacelerar el crecimiento del Sur y el Este globales, una amenaza mortal en un mundo donde se les garantiza la protección ruso-china, mientras que la UE queda huérfana de Estados Unidos. 

Que el neocolonialismo deba pensarse en ausencia de colonias es una de las muchas rarezas y corresponde a la nostalgia canalla de un mundo decimonónico que ya no puede reproducirse. 

Por mucho que provoque furia en Bruselas, la verdad está ahí, sólo hay que querer captarla: el nuevo mundo ya no necesita al Viejo Continente.

https://www.altrenotizie.org/in-evidenza/10603-il-fattore-zelensky-e-la-ue.html

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