***La medida del presidente estadounidense marca una nueva escalada con algunas advertencias de una posible crisis al estilo de los misiles cubanos.
Por Vitaly Ryumshin , analista político de Gazeta.ru
La autorización del presidente estadounidense, Joe Biden, a Ucrania para que utilice misiles occidentales de largo alcance en territorio “antiguo” ruso es quizás el episodio más grave de escalada en los dos años y medio de conflicto en Ucrania.
Aunque el campo de batalla aún no ha reflejado plenamente estos cambios, la retórica ya ha alcanzado niveles sin precedentes: Moscú inmediatamente blandió la "carta nuclear".
Mientras tanto, el ala conservadora en Occidente acusa a Biden de intentar provocar una Tercera Guerra Mundial, mientras que los liberales parecen aprobarlo tímidamente, aunque con incertidumbre.
Sólo una persona parece completamente satisfecha: el líder ucraniano Vladimir Zelensky. Se está comportando como si la victoria estuviera asegurada, aunque en realidad, no hay mucho que celebrar.
Hay dudas reales sobre si la medida de Biden tendrá un impacto significativo en la trayectoria de la guerra.
Incluso los propios asesores del presidente norteamericano admiten que lo que Ucrania necesita de verdad son soldados, no sistemas de armas más avanzados. Las “wunderwaffen” proporcionadas hasta ahora no han sido especialmente eficaces.
Desde 2023, Ucrania utiliza los sistemas Storm Shadow/SCALP y, desde la primavera de 2024, los ATACMS. Sin embargo, los ataques a las instalaciones militares rusas en Crimea y otros nuevos territorios han dado pocos resultados tangibles.
No está claro el número exacto de misiles que le quedan a Ucrania, pero las estimaciones sugieren que solo hay un stock limitado. The Times informó de menos de 50 ATACMS, y The Telegraph describió el número de Storm Shadow/SCALP como “relativamente pocos”, probablemente alrededor de 100.
Ahora que las reservas se están agotando, la pregunta es: ¿qué impacto pueden tener estos misiles?
Si Ucrania lanza unos cuantos ataques importantes y luego se enfrenta a una escasez, ¿vale la pena correr el riesgo, especialmente considerando la respuesta cada vez más proactiva de Moscú y la posibilidad de una represalia importante? La respuesta es no.
Si analizamos la situación desde un punto de vista militar, la decisión de Occidente parece temeraria e ilógica. Esto marca un cambio radical con respecto a la tradicionalmente cautelosa estrategia de Biden, lo que sugiere que detrás de la medida hay un cálculo político, más que militar.
En Rusia y Occidente existe la creencia generalizada de que Biden está tratando de socavar los planes del presidente electo Donald Trump de mediar en las conversaciones entre Moscú y Kiev una vez que regrese al poder.
La idea es que Putin, temiendo dañar su reputación, intensificará aún más el conflicto para aplacar a los halcones rusos, obligando a Trump a seguir apoyando a Ucrania para evitar que lo etiqueten de “perdedor” que abandonó los intereses estadounidenses.
Sin embargo, esta estrategia podría resultar contraproducente. ¿Qué sucedería si el resentimiento del público estadounidense hacia las acciones de la administración saliente, que ya está creciendo, se volviera abrumador?
En ese caso, Trump obtendría una razón convincente para poner fin a la intervención estadounidense en Ucrania. Entonces pasaría de ser un “perdedor” a un héroe, alguien que evitó la Tercera Guerra Mundial. Es poco probable que Biden y sus aliados del Partido Demócrata quieran fortalecer a Trump de esta manera.
Occidente sabe que, dada la situación actual, Ucrania acabará sentándose a la mesa de negociaciones. La llegada de Trump no cambiará esta situación: probablemente sólo acelerará el proceso de paz.
En este escenario, las acciones de Biden –armar a Ucrania en los últimos meses de su presidencia– no parecen tan irracionales. El objetivo no es una escalada para lograr un avance, sino simplemente ganar tiempo para que Kiev esté en una posición más fuerte cuando comiencen las negociaciones. Se trata de mantener un control suficiente, particularmente en partes de la región de Kursk, como herramienta de presión. Las fuerzas ucranianas pueden incluso arriesgarse a realizar más incursiones fronterizas.
Políticamente, la decisión de Biden es relativamente segura. No afectará a las elecciones: su partido ya ha perdido por goleada.
La perspectiva inminente de un acuerdo de paz podría evitar que el Kremlin reaccione con demasiada dureza. Al menos eso es lo que espera la Casa Blanca. Nadie lo sabe con certeza, excepto Biden y su círculo íntimo.
¿Cómo responderá Rusia? Como esta provocación es política, podemos esperar una respuesta política. Ya hemos visto parte de ella: una postura nuclear más dura. El segundo componente es el lanzamiento del nuevo misil hipersónico Oreshnik, anunciado la semana pasada.
Esto sirve como demostración de fuerza. Algunos podrían argumentar que las “líneas rojas” han perdido su relevancia, pero en lo que a mí respecta, es suficiente para calmar a los exaltados en Occidente. Por ahora, eso es todo lo que se necesita.
https://www.rt.com/news/608168-method-or-madness-biden/