VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

La estrategia de Ucrania-OTAN (caso Vietnam).

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***“Alemania es y seguirá siendo el más firme defensor de Ucrania en Europa.

 Apoyaremos a Ucrania mientras sea necesario”, escribió el canciller alemán Olaf Scholz para anunciar una “buena reunión” con Volodymyr Zelensky en Frankfurt. 

El presidente ucraniano se encontraba en Alemania tras participar en el encuentro de la base de Ramstein, en la que insistió en la necesidad de que Ucrania obtenga misiles de largo alcance y permiso para poder utilizarlos contra objetivos en la Federación Rusa para lograr una paz justa, es decir, dictada por Ucrania, este mismo otoño. 

A juzgar por el discurso del presidente ucraniano, que con total naturalidad mezcló el suministro de misiles y su uso masivo en territorio de la Federación Rusa con la invitación a Moscú a participar en la siguiente cumbre de paz, la estrategia de Zelensky tiene ciertos parecidos con la utilizada por Richard Nixon en 1972.

Consciente de que no podría ganar la guerra, el presidente estadounidense buscaba una salida “digna” para conseguir retirar sus tropas sin admitir la derrota.

 Cuando las guerras no se encaminan a la derrota y capitulación de uno de los bandos, es precisa una negociación, para lo que es necesario convencer al oponente de regresar a la diplomacia. 

La forma con la que Nixon logró llamar la atención de su enemigo, las fuerzas de Ho Chi Minh, fue un ultimátum: el presidente estadounidense exigía el inicio de una negociación y daba un plazo de apenas unas horas para su aceptación, tras lo cual comenzaría un bombardeo masivo. Era la estrategia de un país que, en la práctica, estaba derrotado y necesitaba un acuerdo para salvar su imagen después de años de ocupación y masacre. 

El acuerdo de paz y el mantenimiento de un Vietnam dividido, garantizaba -o eso quiso hacer ver Washington y pronto se vería que era solo de forma temporal- la existencia del Vietnam del Sur en cuya defensa decía haber luchado Estados Unidos. Nixon y Kissinger consiguieron la retirada de las tropas estadounidenses de forma que calificaron de “digna”, algo que no evitó las imágenes del personal que había colaborado con Washington tratando de aferrarse a los últimos helicópteros que partían de Saigón ni la certeza de que Estados Unidos había perdido la guerra.

La idea de que Rusia solo negociará si teme que San Petersburgo o Moscú puedan ser bombardeadas que ha manifestado Mijailo Podoliak es el intento de utilizar la estrategia de Nixon, no como búsqueda de una salida, sino de una victoria.

 Quizá por experiencia, Estados Unidos se encuentra a la cabeza de los países que han mostrado su escepticismo. “No hay ninguna capacidad que, por sí sola, vaya a ser decisiva en esta campaña”, afirmó en Ramstein Lloyd Austin, que no quiso referirse explícitamente al suministro de misiles, aunque la referencia era evidente. 

No hay armas milagrosas que puedan solucionar los problemas militares, sino un uso racional y conjunto de los recursos disponibles al servicio de una táctica adecuada en el marco de una estrategia clara y realista, algo de lo que Ucrania carece en estos momentos.

 “Hay muchos objetivos en Rusia, un país muy grande, obviamente”, añadió Austin, para precisar que “hay muchas capacidades que Ucrania tiene en términos de UAVs [vehículos no tripulados] y otras cosas para lidiar con esos objetivos”.

Pese a la dura labor de lobby que está realizando Ucrania, Estados Unidos sigue siendo reticente a suministrar misiles de largo alcance con los que atacar objetivos rusos. 

Pero a pesar de las dudas y de los rechazos, o quizá por ellos, Kiev no solo no modera sus exigencias, sino que las aumenta. 

“En términos relativos, ni siquiera un permiso para usar las armas de largo alcance, es decir, las que consideramos de largo alcance, aunque en realidad son de alcance medio, los ATACMS, que pueden volar 300 kilómetros, resolverá el problema. 

Porque los rusos están disparando sobre todo misiles de crucero contra Lviv o Kiev, que se lanzan desde bombarderos estratégicos”, ha afirmado tras los últimos ataques rusos –en concreto el de Poltava, especialmente duro para las Fuerzas Armadas de Ucrania por el objetivo destruido y por el elevado número de víctimas militares– el diputado Yehor Chernev, líder de la delegación permanente de Ucrania en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. 

Los ATACMS, como antes los Javelin, Bayraktar, HIMARS, Leopards o Storm Shadows, no van a solucionar los problemas y Chernev, como los representantes del Pentágono, es consciente de ello.

Pero cuando la guerra se ha convertido en la razón de ser del Estado y de su continuación depende la política exterior del país -por ejemplo, las exigencias de adhesión rápida y privilegiada a instituciones como la Unión Europea o la OTAN-, toda solución ha de pasar por aumentar la apuesta bélica. 

“Si se llevan a cabo negociaciones, sería vital que Ucrania tuviera muy buenas cartas en sus manos –idealmente los cuatro ases en la manga- para obligar a Rusia a retirarse. 

Al mismo tiempo, debería ampliarse la ayuda militar alemana, especialmente con sistemas de armas de largo alcance como Taurus”, afirmó el exembajador de Ucrania en Alemania, Andriy Melnyk. 

Aunque las declaraciones de uno de los halcones más beligerantes de Ucrania han sido entendidas por algunos analistas como un giro a la diplomacia o la aceptación de que la guerra no puede ganarse en el terreno militar,

El planteamiento es simplemente una versión de la estrategia de Nixon: aumentar la capacidad de destrucción para obligar a Moscú a negociar según los términos de Ucrania. 

“Tenemos que hacer que los ciudadanos rusos –e incluso los soldados rusos– piensen qué quieren: paz o Putin”, afirmó Zelensky en Ramstein en un discurso en el que, como Melnyk, compaginó sin ruborizarse la idea de bombardear objetivos rusos y la paz -entendida en el sentido ucraniano, es decir, la victoria- inmediata. 

Pese a la superioridad aérea y material de la que disponía Estados Unidos, esa táctica a la que se aferra Zelensky no funcionó para Nixon y el Vietnam del Sur pro-estadounidense colapsó ante el avance de las fuerzas de Ho Chi Minh. 

El castigo colectivo contra el norte de Vietnam logró que se reiniciaran las negociaciones, en las que Estados Unidos consiguió lo que había saboteado en 1968 (algo en lo que también coinciden con Ucrania y su actuación en Minsk), la retirada, aunque no la percepción general de ser un país que salía derrotado. 

Es difícil imaginar que una estrategia similar vaya a funcionar en el caso ruso, especialmente teniendo en cuenta que Ucrania precisaría de una elevadísima cantidad de misiles que sus socios son reticentes a suministrar.

A la falta de realismo de la táctica se suman unas ambiciones aún menos creíbles. “La respuesta correcta de nuestros socios sería proporcionarnos Tomahawks capaces de volar 2000-2500 kilómetros y alcanzar bombarderos estratégicos en algún lugar de la región de Omsk, en Olenya, desde donde despegan”, afirmó Chernev, añadiendo un tipo de arma más a la larga lista de deseos de Ucrania.

 Lo que haga falta para conseguir el objetivo de mantener la tendencia de la guerra hacia la escalada.

Por: Henry Pacheco

https://colarebo.net/2024/09/18/la-estrategia-de-ucrania-otan-caso-vietnam/

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