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El gran juego - y su «capítulo» Griego y Chipriota

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***«Cercano» a Vladimir Putin, uno de los principales geopolíticos rusos, Alexandr Dugin habla a la revista griega “Epikaira” sobre la situación internacional y, en especial, sobre las crisis griega y chipriota.

¿Puede Grecia contar con el apoyo de Rusia, si decide derrocar el peculiar yugo colonial de la «deudocracia», bajo el que ha caído?

 ¿Cuál es el objetivo geopolítico del ataque contra Chipre? 

Ésas fueron dos de las preguntas que planteamos a Alexandr Dugin, una persona cercana a Vladímir Putin, al menos, si creemos a la prensa anglosajona y, en cualquier caso, uno de los «geopolíticos» más influyentes de la Rusia moderna. 

Sus libros, entre ellos «Los fundamentos de la geopolítica» (1997) se enseñan en las escuelas militares rusas y turcas. Con el Sr. Dugin discutimos también, entre otras cosas, la situación en el Mediterráneo oriental, la probabilidad de una guerra contra Irán y de la destrucción del proyecto de integración europea.

Uno de los principales «arquitectos» de la nueva geopolítica rusa y del «eurasianismo», Dugin ha contribuido, de manera bastante importante, a la orientación ideológica de la Rusia de Putin, pero también al ejercicio práctico de su política exterior. 

Algunas de las principales ideas que formuló en los años 90, en primer lugar la creación de una Unión Euroasiática, con Rusia, Kazajstán y Bielorrusia como núcleo, se han convertido desde entonces en política oficial del Estado ruso.

Disidente bajo el régimen soviético, Dugin ha participado en la oposición nacionalista contra Yeltsin, cooperando con diferentes corrientes de derecha y de izquierda, desde el «nacional-bolchevique» Eduard Limonov hasta el comunista Gennady Zyuganov. 

Su búsqueda ideológico-política le empujó finalmente hacia la elaboración de una «Cuarta Teoría Política», destinada a superar el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo, las tres grandes «escuelas» del modernismo que considera obsoletas. En el futuro esperamos tener ocasión de referirnos de forma más detallada a las ideas de esta corriente.

Tales fermentaciones y búsquedas ideológicas, así como toda la evolución política de la Rusia poscomunista, pueden parecer bastante extrañas a un lector griego no acostumbrado a las realidades postsoviéticas. Tomemos por ejemplo a Vladimir Zhirinovsky, bastante conocido por el público griego por sus extravagantes e incluso payasescas maneras y que parecía un loco ultranacionalista. 

En la atmósfera de auténtica locura que caracterizó la desaparición de la URSS y la transformación de la «perestroika» en «katastroika», cuando la «lógica» de mercado dominante se utilizó para justificar una enorme catástrofe, no sólo geopolítica, como reconoció más tarde el propio Sr. Putin, sino también demográfica, económica, social y cultural, ¡en tales condiciones la «locura» del Sr. Zhirinovsky parecía bastante lógica!

Es imposible aprehender correctamente la dinámica de las diferentes corrientes de ideas, si nos limitamos a transponerlas y compararlas con lo que significarían en el contexto de la cultura política europea de posguerra. 

No podemos juzgar el acto o la creencia de un afgano, un chino, un africano o un iraní, exactamente de la misma manera que juzgamos el acto o la creencia de un alemán o un francés. No podemos sustraer el contexto «proveedor de sentido», es decir, el lugar y el tiempo históricos. Tampoco podemos sustraer la presión ejercida por los Estados Unidos de América armados y la «globalización» económica y cultural sobre todos los Estados del planeta. Si procedemos así, nos convertimos en ignorantes.

Tomemos por ejemplo la prensa occidental. Afirma a menudo que el «régimen» de Putin es autoritario. Afirma que en Rusia se asesina a periodistas. Pero esta misma prensa no se interesó mucho cuando tales asesinatos tenían lugar bajo el «régimen» de Yeltsin, porque el régimen de Yeltsin era «su» régimen. Occidente incluso animó a Yeltsin a disolver mediante un bombardeo (!!!) el Congreso de Representantes del Pueblo, en 1993, probablemente el órgano parlamentario más democráticamente elegido de toda la historia rusa.

Otro ejemplo: la acción «humanitaria» del Consejo de Europa. Dio una lucha feroz para prohibir la pena de muerte para los criminales convictos en Europa del Este. Pero al mismo tiempo, no expresó ningún tipo de interés ante el hecho de que los ingresos económicos occidentales, exportados masivamente a la ex URSS después de 1991, provocaron la muerte de millones de personas, incluidos jubilados absolutamente pacíficos y honestos. 

Fue completamente ajeno a todo el drama de la «ex-URSS en transición» - transición no hacia el «mercado y la democracia», sino de una Dictadura supuestamente «del Proletariado», a una supuesta «Democracia» de una Oligarquía mafiosa. Nosotros, occidentales, después de apoyar y alentar la dominación de Rusia por Berezovskys y Khodorkovskys, ¡ahora nos quejamos porque ha surgido la razón para una especie de Putin!

Pero incluso si aceptamos cierto mérito a la crítica del carácter «antidemocrático» del régimen ruso, no debemos olvidar otro aspecto muy crítico. La propia existencia de la URSS en el pasado, de la Rusia de Putin en la actualidad, es un factor extremadamente importante de la democracia mundial, que contrarresta en cierta medida el monopolio del Imperio. Si tiene alguna duda, vaya y pregunte a los habitantes de la antigua Yugoslavia. 

Por no hablar siquiera de las enormes catástrofes y el inmenso dolor humano acumulado en Oriente Medio, como resultado de las campañas occidentales «por la Democracia».

Corrientes como la representada por Dugin son difíciles de comprender y parecen contradictorias en nuestro contexto. En última instancia, no son sino el producto de la agonía de una sociedad que vio cómo el marxismo se transformaba de filosofía revolucionaria en ideología repulsiva de una burocracia osificada. Y tras la caída de este régimen, ha hecho la experiencia de una ideología «liberal» y del eslogan «Libertad y dólares», conduciéndola hacia (y justificando al mismo tiempo) una de las mayores catástrofes de la historia de la era industrial.

Los rusos vivieron dos colapsos en un periodo de tiempo bastante corto.}

 Primero el colapso del llamado «socialismo realmente (no) existente» y del pseudomarxismo oficial que le acompañaba, después el del liberalismo (espurio, falso) que sucedió al sistema anterior. 

Esta situación creó un vacío ideológico. Es este vacío el que luchan por llenar diferentes corrientes, que intentan de diferentes maneras oponerse a la descomposición de la sociedad rusa en el interior de Rusia, a la emergencia de un «imperio totalitario de la globalización» en el exterior, en la arena mundial.

Dimitris Konstantakopoulos

Dimitris Konstantakopoulos es un periodista y escritor griego, especializado en política internacional. Estudió Física en la Universidad de Atenas y es DEA en Proceso de Información por la Universidad de Rennes, en Francia. Entre otros cargos, fue asesor especial en la Oficina del Primer Ministro griego Andreas Papandreou, especializado en relaciones Este-Oeste y Control de Armamentos. Fue corresponsal jefe de la Agencia de Noticias Atenas en Moscú (donde también representó a otros medios griegos y alemanes) de 1989 a 1999.

Ha viajado mucho cubriendo crisis en la antigua URSS, Chipre, Europa Occidental y Oriente Medio. Es autor de un libro sobre las relaciones entre los partidos comunistas griego y soviético y de dos libros sobre la cuestión chipriota, el primero centrado en el papel de Chipre en las estrategias estadounidenses hacia Europa y Oriente Próximo, y el segundo sobre las relaciones entre la Nación y la Izquierda.

Es miembro del comité de redacción de la revista internacional «Utopie Critique» y del consejo científico de la revista francesa «La Pansee Libre». Tuvo diversas actividades políticas, entre ellas fue elegido y ocupó el cargo de Secretario del Movimiento de Ciudadanos Independientes «Chispa» («Искра») creado por el resistente luchador y compositor musical mundialmente conocido Mikis Theodorakis.

Durante siglos, griegos y rusos se miraron con gran simpatía, sintiendo que compartían algo común y profundo, en su respectivo destino y perspectiva histórica. Pero, al mismo tiempo, esta ecuación «emocional» no produjo los resultados correspondientes. ¿Por qué? ¿Qué relación puede construirse entre Grecia y su país ahora, en las condiciones dadas, bastante dramáticas?

En primer lugar, debemos recordar el inmenso papel de Grecia en la identidad rusa. Grecia nos lo ha dado casi todo: la fe, el alfabeto (preparado para nosotros por dos santos griegos: San Cirilo y San Mateo), la cultura, la cosmovisión, el concepto político del Imperio Ortodoxo (el bizantino como ejemplo), el ideal social (κοινωνία), la filosofía, el derecho... Lo mismo podría decirse de todos los europeos, pero nuestros lazos son más profundos, orgánicos y directos. Así que los rusos estamos absolutamente en deuda con los griegos.

Pero a lo largo de la historia, griegos y rusos hemos vivido diferentes giros dramáticos. A veces hemos estado juntos (en la fe hemos sido y somos hermanos), a veces separados... Es difícil en el transcurso de una entrevista hacer un repaso suficiente de todos estos giros - concentrémonos en los más importantes...

El mundo cambia a nuestro alrededor, nosotros cambiamos con él, pero algunas cosas permanecen siempre iguales. ¿Cuáles son? La identidad profunda y más profunda. En la visión griega del cosmos se hace hincapié en la esencia (ουσία), el lado eterno de las cosas. Así que procedamos de esta manera, es decir, consideremos en las relaciones ruso-griegas los puntos más esenciales relacionados con estas identidades más profundas e intentemos construir la nueva era de nuestras relaciones basándonos en ellas.

Creo que debemos redescubrir lo que es Grecia y lo que es Rusia. En el sentido adecuado. Sólo entonces podremos crear la base sólida para la renovación de nuestra amistad real. Y creo que ha llegado el momento de pensar en esta dirección y actuar en consecuencia.

Los intelectuales y políticos críticos de Grecia creen que nuestro país se ha transformado, mediante el uso del «arma de la deuda» y a través de los acuerdos que ha firmado con la UE, el BCE y el FMI, en una especie de peculiar y original «colonia de la deuda» del capital financiero. El Estado y el pueblo griegos perdieron, indirectamente, gran parte de la soberanía e independencia que habían tenido antes de 2010. Si mañana, el pueblo griego y/o un gobierno griego deciden renunciar a este peculiar régimen colonial y a los acuerdos en los que se basa, ¿cuál es el apoyo y la ayuda que podrían esperar de Rusia?

Para predecir la probable estrategia de la Rusia moderna en tal caso (que me parece posible y realista) tenemos que entender cuál es la actitud rusa ante el actual Orden Mundial posmoderno centrado en las finanzas. Hay diferentes factores:

1) Putin es personalmente el oponente de la globalización unipolar controlada por el escalón superior de la élite financiera cosmopolita, y siempre trata de reaccionar contra sus intentos de socavar la soberanía nacional - especialmente cuando se trata de países amigos, pero sus opciones están limitadas por las circunstancias, y Putin siendo un realista nunca insiste en los casos que está seguro de perder.

2) La élite adinerada de Rusia está parcialmente integrada en el Orden Mundial y a pesar de todas las acciones de Putin para frenar la dependencia mencionada, y su lucha contra los oligarcas, continúa siguiendo órdenes de los centros occidentales. Así que esta élite presionará a Putin para que se mantenga alejado de Grecia en circunstancias críticas, persuadiéndole para que no intervenga.

3) El pueblo ruso en general se está volviendo emocionalmente cada vez más antioccidental (en el sentido de valores anti-cosmopolitas y anti-liberales) y preferiría apoyar la eventual línea dura de Putin en el caso de que Grecia se rebelara contra el orden mundial global y sus estrategas financieros.

4) Por último, mucho dependerá del momento preciso de la eventual «revuelta griega» y del equilibrio de poder en las regiones cercanas (Turquía, Siria, Oriente Medio, Europa meridional y oriental).

¿Cómo valora la crisis actual de la Unión Europea? ¿Cuáles son sus previsiones sobre el futuro de esta Unión (y de Grecia dentro de la Unión)? ¿Cuáles serán las posibles consecuencias geopolíticas de esta crisis, especialmente en el Mediterráneo Oriental?

Hay muchos aspectos. En primer lugar, ni a Estados Unidos ni a la oligarquía financiera mundial les gusta la Europa continental estable, creciente e independiente que representa la alianza del «gaullismo francés» y el «industrialismo alemán». Así que está claro que utilizan sus instrumentos para socavar esta Europa, para sacudir su unidad y para causar daños a su economía. Los países del Sur de Europa, y Grecia sobre todo, presentan las condiciones favorables para tal jugada. La complicada y sofisticada situación de la economía griega se ajusta idealmente a este fin. La crisis que se inicia en Grecia puede llegar fácilmente a Italia, España y Portugal, que se encuentran en cierto modo en una situación similar. La salida de Grecia de la UE podría desencadenar finalmente la reacción en cadena e infligir un golpe mortal a la Unión.

Desde el punto de vista geopolítico, podría considerarse como la pérdida del poder terrestre europeo (siendo Francia y Alemania el «Heartland» europeo) y la victoria del polo atlántico (el poder marítimo representado por EE.UU., Gran Bretaña y la oligarquía global).

Este es el marco geopolítico principal, pero la cuestión es obviamente mucho más compleja. En primer lugar, hay diferencias en las posiciones de EEUU como Estado y de los círculos financieros globalistas (encarnados por gente como George Soros o el grupo de Rothschild). 

Por otro lado, Europa no es suficientemente consciente de su identidad geopolítica y malinterpreta el valor geopolítico y la importancia de la Unión, interpretándola únicamente en términos económicos y de sociedad liberal. La propia Alemania actúa en parte como potencia europea que defiende Europa y el euro, pero en parte en función de sus intereses «egoístas» nacionales. Sin embargo, sigue siendo el actor más continental en estos dramáticos acontecimientos.

Si Rusia desea participar más activamente en el proceso, debería actuar junto con Alemania y Francia para intentar salvar la unidad europea como eje necesario de un mundo multipolar, equilibrando a Estados Unidos y derribando los sueños o (si lo prefiere) las «conspiraciones» globalistas...

¿Qué lectura haces de las «profundas» finanzas y estrategias de EE.UU. respecto a Europa?

No conozco los detalles y supongo que nadie los conoce realmente, salvo el pequeño grupo de los «iniciados». A nivel geopolítico ya he respondido a esta pregunta. Grecia, como tal, tiene poca importancia para EEUU o para la oligarquía financiera mundial. Pero Grecia es el «plexo solar» o la «zona del cinturón de fragmentación» (según el geopolítico estadounidense Collin Gray). Así que el pequeño problema griego -a escala mundial- podría provocar importantes consecuencias geopolíticas.

Queda por adivinar: si en realidad (no en la superficie) el statu quo es tan peligroso para la élite mundial que está dispuesta a utilizar programas de emergencia (como el eventual desmembramiento de la UE y/o la provocación de graves conflictos regionales en la zona mediterránea) o si se trata de una guerra posicional consistente en el aumento de las tensiones sin llegar a tirar de los hilos... Todo eso depende de muchos factores... Algunos de ellos se nos ocultan por completo.

¿Cómo valora usted la situación en torno a Chipre? Por ejemplo, un análisis geopolítico que leí hace poco afirma que detrás de la crisis chipriota hay una agenda geopolítica oculta: «encerrar» a Chipre en una esfera de influencia israelí y excluir a Rusia, en la medida de lo posible, del Mediterráneo. (nota del entrevistador: la entrevista se concedió antes del reciente clímax de tensión en torno a los problemas financieros de Chipre)

Hay algo de realidad en lo que usted presupone en su pregunta. Estados Unidos (y el atlantismo en su conjunto) consideran a Rusia como la potencia contraria en todas las regiones «sensibles». Es demasiado grande, demasiado poderosa y demasiado independiente (sobre todo en tiempos de Putin) para ser controlada por Washington o Wall Street. Así que la potencia marítima busca lógicamente que los rusos se retiren de todas las zonas estratégicamente importantes. Chipre es precisamente un caso así.

Hay algunos analistas que interpretan el incidente del barco turco atacado por Israel (que se saldó con la muerte de unas cuantas personas) como un pretexto para acercar Grecia y Chipre a Israel (oponiéndose todos a Turquía) con el fin de reordenar el equilibrio de poderes en la región mediterránea y acabar disminuyendo la influencia rusa allí. Es muy posible, si evaluamos las consecuencias empíricas reales.

En los últimos años ha habido bastantes conflictos entre Ankara y Tel-Aviv. ¿Hasta qué punto son profundas las desavenencias entre Turquía e Israel? ¿Cuál es su pronóstico sobre el futuro de las relaciones turco-israelíes?

Tanto Israel como Turquía son focos geopolíticos de subhegemonía. Sirven a los intereses estratégicos de Estados Unidos, al igual que Arabia Saudí y Qatar. La única situación en la que creería en la congelación real de las relaciones turco-israelíes sería el «giro» euroasiático (tan antiatlantista) de Ankara. Era bastante posible hace algunos años, pero después del «Caso Ergenekon» y las represiones de Erdogan contra los jefes euroasiáticos y nacionalistas de las fuerzas militares turcas, está fuera de lugar. Así que no puede ser serio: sirven al mismo amo. El futuro de las relaciones entre dos países está totalmente predefinido por su actitud hacia la tercera potencia - los EE.UU.. Simplemente no son lo suficientemente soberanos como para actuar por su cuenta. Eso es todo.

Asistimos a elementos de una nueva «guerra fría» entre Estados Unidos y Rusia, en Oriente Próximo, pero también a un nuevo acercamiento en la región, o incluso a un «nuevo Yalta», según algunos analistas. Hay un distanciamiento en torno a Siria e Irán, pero al mismo tiempo Gazprom consigue contratos en Israel y el Kurdistán iraquí. ¿Cómo evolucionan las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, Rusia e Israel en Oriente Próximo?

La estrategia geopolítica de la Rusia moderna es muy ambivalente. Por un lado está la voluntad de Putin de crear un orden mundial multipolar. Eso explica la actitud rusa ante el caso sirio y todos los demás pasos dirigidos contra la hegemonía estadounidense. 

Por otro lado está, como acabo de explicar, la constante influencia de la élite global sobre la economía rusa que está en manos de los liberales y occidentales. Tampoco pueden excluirse totalmente las razones oportunistas. 

Esa es la razón por la que las relaciones entre Rusia, Estados Unidos e Israel (así como otras relaciones bilaterales o multilaterales en las que participa Moscú) no pueden entenderse linealmente. Todos los factores actúan al mismo tiempo creando una especie de juego multinivel con porterías (situacionales) móviles.

¿Cuál es la probabilidad de una guerra contra Irán? ¿Qué forma podría adoptar un conflicto de este tipo?

Se habla mucho de la posible guerra contra Irán y parece una cuestión muy probable. Esta amenaza funciona por sí misma: contribuye a desestabilizar la situación política y económica de Irán, ejerciendo una presión constante. Insistiendo en la inminencia de la guerra, Occidente (Estados Unidos e Israel) facilita que la oposición interna ataque a los círculos conservadores iraníes (representados por Ahmadineyad) corroborando finalmente la necesidad de reformas políticas.

Pero no estoy seguro de que quienes afirman que la guerra es posible y probable piensen realmente así. 

Irán no está limitado por sus fronteras nacionales: es el núcleo del mundo chií en su conjunto. Si Irán fuera atacado, los efectos se sentirían en Irak, Líbano, Siria, Afganistán, Bahréin, así como en la propia Arabia Saudí. También consolidará a la sociedad iraní y obligará a Rusia y China a ponerse del lado de la víctima de la intervención. En este caso no sería tan fácil de manejar como en la época de la segunda guerra en Irak.

La realidad de la guerra depende de la profundidad de la crisis, cuyo alcance real se mantiene completamente en secreto. Si la guerra comienza significará que el actual orden mundial se está desintegrando y desaparecerá pronto.

Es demasiado arriesgado iniciar semejante aventura si existen oportunidades de conservar el «statu quo» por medios menos costosos.

¿Vivimos en el contexto de un «Imperio estadounidense» o de un «Imperio financiero»?

Buena pregunta... Ambos se solapan en parte. Por un lado, la hegemonía unipolar estadounidense (en el sentido de la escuela realista de Relaciones Internacionales - RI) y, por otro, la dominación global de la élite financiera cosmopolita (también llamada «hegemonía», pero esta vez en el sentido de Gramsci). Hay ámbitos en los que actúan en perfecta concordancia. Lo que es bueno para EEUU es bueno para la hegemonía financiera. No siempre es así, pero no me inclino a sobrestimar sus contradicciones. Es una especie de teoría de la conspiración en el peor de los sentidos. En realidad, en EE.UU. existe el grupo de los que toman las decisiones que se guía por el interés nacional de su país - en el paradigma realista clásico o en el neorrealista eso no importa mucho. 

También hay liberales y neoliberales (transnacionalistas /globalistas) que promueven su concepto de gobierno mundial. También hay muchas versiones mixtas o híbridas. Pero todos ellos expresan sus visiones de forma bastante abierta y sus debates forman el contenido de la propia disciplina académica llamada RI. Los teóricos de la conspiración se enfrentan a versiones caricaturescas y delirantes de las RI.

Así que podríamos reformular sus preguntas iniciales: ¿dónde estamos hoy en los eternos debates entre realistas y liberales? La disputa continúa, pero también existe un profundo consenso: las acaloradas discusiones sobre los métodos no deben ocultar la unidad de sus objetivos y valores comunes. Estos valores son occidentales, liberales, capitalistas, universalistas y racistas en sentido amplio (como ha demostrado el especialista inglés en RRII John Hobson en su reciente y brillante análisis «The Eurocentric Conception of World Politics»).

¿Cómo ve a América Latina después de Chávez?

Hugo Chávez era una especie de símbolo. Ha cumplido su misión. Y lo hizo bien. Creo que las ideas de la tendencia egocéntrica y antiestadounidense seguirán desarrollándose en Sudamérica promovidas por otros líderes. Chávez fue tan importante precisamente porque representó a alto nivel lo que piensa la mayoría absoluta de los latinoamericanos y así logró inmortalizarse. Un gran político. Sobrevivirá a su propia muerte. Estoy seguro de ello.

¿Cuál es su visión de Rusia en el siglo XXI?

Rusia se convertirá en la Unión Euroasiática, el gran espacio unido en torno al núcleo ruso, los vastos territorios de los países postsoviéticos, y se afirmará como el polo poderoso e independiente en el contexto del mundo multipolar. Este polo será un importante punto de atracción para diferentes países tanto europeos como asiáticos. Espero que la Grecia ortodoxa, así como algunas sociedades de Europa del Este, entren algún día en la zona de coprosperidad euroasiática.

Las relaciones con Europa serán estrechas y amistosas si Europa es continental (europea), o más bien frías si sigue a EEUU y la línea atlantista. Tal vez se divida y algunas de sus partes caigan bajo control euroasiático. Irán será el mejor aliado en el Sur, así como India. China representa el polo por sí misma. Si dirige su masa demográfica hacia el Sur y respeta el punto débil siberiano de Rusia, se convertirá en un socio fiable en la multipolaridad.

El mundo islámico se dividirá probablemente en la parte saudí wahabí proestadounidense y las sociedades musulmanas tradicionales. La primera será adversaria de Rusia, la segunda, aliada. América del Norte será el enemigo más importante de Eurasia, como predice la geopolítica clásica. Por otro lado, es probable que Sudamérica se convierta en un amigo cercano, ya que se inclina por la multipolaridad.

El futuro es euroasiático y multipolar. El hecho de que los rusos sean cristianos ortodoxos da una buena oportunidad a sus hermanos griegos.

Usted parece escéptico ante la noción misma de Progreso. Si no es el progreso, ¿qué significado o ideología o creencia podría preservar a la humanidad?

El progreso es una idea falsa. Se basa en la suposición de que el Ser depende del Tiempo. No se puede demostrar. Por tanto, es una especie de mito irracional. La idea de que el futuro es mejor que el pasado es inmoral porque humilla al pasado. Además, el concepto de que el progreso es occidental y europeo se utilizó y se sigue utilizando para afirmar la supremacía del Occidente moderno desarrollado sobre el Oriente/Resto subdesarrollado (premoderno). Esta actitud es racista. Considero que la raíz de todos los males es precisamente el universalismo eurocéntrico modernista. En el plano de los valores se manifiesta hoy en la ideología de los derechos humanos, el liberalismo, el individualismo, el capitalismo, etc. En el plano geopolítico se encarna en la oligarquía financiera mundial y la hegemonía imperial unipolar estadounidense. Se autoproclaman «el núcleo del Progreso». Para mí son el fondo del abismo.

Mi ideología es la Cuarta Teoría Política más allá de las formas políticas clásicas de la Modernidad (liberalismo, comunismo y nacionalismo). Mi creencia es en Cristo y en la Eternidad, en su Venida y en su Sufrimiento y en su Resurrección.

Creo también en el valor del Sacro Imperio y en la sinfonía de los poderes: Iglesia y Estado.

Creo en el hombre y en su libertad y en su capacidad de luchar hasta el final contra el mundo del Anticristo que es precisamente el que vivimos.

Y puedo confesar que mi Fe es la que he recibido de los griegos. De los grandes maestros que trajeron la Luz de la Verdad a mi pueblo hace 1000 años. Y todavía les estoy muy agradecido.

Todas las personas honestas del mundo son griegas. Así que si Jesucristo nos ha salvado de una vez por todas, Platón nos ha enseñado a pensar correctamente.

Traducción al español para Geopolitika.ru
por el Dr. Enrique Refoyo

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