Pablo Gonzalez

Rusia, otra vez en las trincheras

por Edelberto Matus.**
***A las cuatro de la mañana del día 22 de junio de 1941 la Alemania nazi y sus aliados europeos iniciaban la invasión a al territorio de la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas.

La URSS, se enfrentaba en solitario a un ejército agresor jamás visto en la historia de la humanidad, tanto por la cantidad de tropas y equipos, como por sus avances tecnológicos, su poderosa retaguardia, sus tácticas innovadoras y la experiencia de sus mandos.

Con el ataque a la URSS por parte de los nazis y sus aliados, se concretaba el inicio del plan tan largamente elaborado por la élite política y económica anglo-estadounidense: La invasión militar al territorio de URSS, para su liquidación como Estado, su desmembramiento, repartición y sobre todo el aniquilamiento total del Socialismo.

Las mismas contradicciones inherentes a la naturaleza del sistema capitalista que llevaron a la primera conflagración mundial en 1914 (reparto de territorios y sus riquezas naturales, dominio de mercados y de rutas comerciales, expansión de transnacionales y del capitalismo financiero, control político e ideológico, etc.) no resueltas con la capitulación del bando perdedor, hicieron que luego de un breve periodo de paz, de nuevo estallara la guerra no sólo en Europa, sino en el Lejano Oriente y el Norte de África, donde también primaban los intereses de esas mismas potencias neocoloniales y otras emergentes como Japón.

Es sabido que a pesar del peligro que encerraba para la propia civilización occidental el arribo del fascismo al gobierno en Italia y Alemania, los yanquis, los británicos y franceses decidieron “juégasela” (es decir, atender el odio ideológico y no su propia seguridad), apoyando en los inicios de su aventura anexionista, dejando que estos regímenes se fortalecieran, armaran e incluso se anexionaran países y territorios en el continente europeo y africano. Tal apoyo (abierto en lo diplomático y económico y secreto en lo político y militar) fue de importancia capital.

El poder industrial y militar del Estado alemán, dirigido por el partido nacional socialista (nazi) de Hitler se apalancó y creció enormemente con los grandes y blandos préstamos del sistema financiero anglo-norteamericano, equipos, nuevas tecnología, repuestos y productos de la industria automovilística, pesada, ligera y combustibles y lubricantes, entre muchos de origen occidental, entregados sin ninguna medida y reparo.

A la vez, desde mediado de la década de los treinta del siglo pasado, la plutocracia anglo-norteamericana y francesa ejercieron una enorme presión política y diplomática sobre algunos países del este europeo e incluso de Escandinavia y Europa occidental para que “suavizaran” su relación con el gobierno fascista de Hitler, que desde entonces no escondía sus pretensiones territoriales sobre estas naciones.

Para muchos, es muy difícil entender estas dicotomías antagónicas (aliado-enemigo, paz-guerra, interese-principios) de los Estados Unidos, Reino Unido y Francia para con Alemania y sus aliados que incluso, se vuelven verdaderos sinsentidos fuera de la comprensión ideológica.

La URSS lo entendía perfectamente.

Los dirigentes de gran Estado de obreros y campesinos sabían que el principal motivo de la guerra que se avecinaba era la destrucción de la URSS y claro está, el aniquilamiento del Socialismo real y las esperanzas de millones de luchadores sociales y de los pueblos del mundo.

A la par del increíble salto económico, tecnológico y social que en tan sólo 19 años (desde el final victorioso en la guerra civil y sobre la intervención extranjera en 1922) que llevó a la URSS a superar la herencia y atraso del decadente imperio zarista a alcanzar la pujanza de un Estado industrial autárquico y una sociedad avanzada cultural, técnica y políticamente, el gobierno soviético encabezado por José Stalin (un líder patriota, valiente, brillante y visionario) se preocupó de sobremanera de los asuntos de la defensa de la patria.

La URSS trato de ganar tiempo para retardar el inicio de una guerra anunciada de resultados catastróficos para la humanidad, intentando crear un sistema de alianzas con occidente “democrático” que fue rechazado tanto por Estados Unidos como por británicos y franceses, ante lo cual firmó un pacto de no agresión con Alemania, que aunque no detendría la futura invasión de este al territorio soviético, por lo menos garantizó un breve periodo de 20 meses que el mando soviético aprovechó para iniciar el traslado de su industria pesada mas al este del país, orientarla hacia la producción militar, llevar a la cadena de producción masiva los prototipos de armas que luego garantizarían el triunfo sobre los invasores; pasar a una economía de guerra, iniciar la reorganización de las fuerzas armadas y preparar al pueblo soviético para esfuerzo bélico que se avecinaba.

La Gran Guerra Patria (por su importancia vital, nombrada al igual que aquella librada contra los ejércitos de Napoleón en 1812) había dado inicio.

Los primeros dos años de la guerra fueron de grandes y dolorosas derrotas y pequeñas pero valiosas e inspiradoras victorias.

La quinta columna que desde Trotsky hasta Tujachevsky durante las dos primeras décadas del poder soviético se entregaron a la infausta a intentar destruir desde adentro a la URSS y a su ejército causó también un gran daño al país. 

Pero lo pueblos de la URSS, junto a su gran líder, sin escatimar esfuerzo ni sacrificio, supieron resistir y vencer.

Sobre todo ahora que se pretende falsificar la verdadera historia y borrar de la memoria histórica el invaluable aporte de los soviéticos en la derrota del fascismo y el militarismo durante la II G.M., nunca está demás recordar los 28 millones de vidas que aportó la URSS para alcanzar aquella victoria, las colosales derrotas propinadas al enemigo, gracias al sacrificio y lucha abnegada de los soldados y la brillantez de generales y oficiales salidos de las entrañas de todos los pueblos de la Unión soviética.

Una victoria que cambió por completo la geopolítica mundial, derribó mitos, alejó el peligro de otra conflagración mundial, destruyó al fascismo europeo de entonces y abrió una época de esperanza para los pueblos del mundo.

Esta victoria tuvo entre sus pilares principales al heroísmo de los pueblos de la URSS, tanto en los frentes de batalla como en la retaguardia productiva; la certera conducción de un mando político y militar único, vertical y patriótico; las abnegadas fuerzas armadas y los destacamentos guerrilleros soviéticos, la ciencia y la tecnología soviética al servicio de la patria, los luchadores partisanos de europeos y asiáticos y en general a todos los hombres y mujeres amantes de la paz que apoyaron de cualquier manera la lucha en contra del fascismo.

Desde aquel 22 de junio de 1941 hasta el 9 de mayo de 1945 se derramaron muchas lágrimas, sudor y sangre en las estepas, montañas, aguas y cielos soviéticos. Sin embargo, sin ese sacrificio hubiese sido imposible abrir un nuevo ciclo de luchas victoriosas en el mundo.

El inicio del fin del colonialismo en África y otros continentes, la creación del Campo socialista europeo, la victoria de la revolución china, el nacimiento y reconocimiento de nuevas naciones alrededor del mundo, la creación de la ONU y otras organizaciones y espacios internacionales de integración y cooperación, incluso la consolidación de la democracia burguesa, el desarrollo de las ciencias, la tecnología, la cultura en general y la globalización, entre muchas acciones, fenómenos e instituciones, sin las que el mundo actual fuera posible, tienen como punta de partida la paz y el clima de distensión logrados con la victoria sobre el fascismo.

Sin embargo, el ciclo ascendente de la historia de una sociedad que aún no ha podido sacudirse el yugo del moribundo sistema capitalista, nos ha conducido de nuevo a circunstancias parecidas a aquel nefasto 22 de junio de 1941.

La URSS ya no existe y el socialismo ha dejado de ser gobierno en esa parte del mundo, pero el territorio más extenso y la mayoría de los pueblos que conformaron la Unión soviética, existen, son una realidad nacional, política y económica que sigue inquietando a las élites anglosajonas que dominan el “Estado profundo” del capitalismo mundial y que luchan por no perder su poder hegemónico.

Rusia, hoy se enfrenta en una guerra híbrida que se manifiesta principalmente en la imposición de una guerra en Ucrania por delegación y cientos de sanciones económicas y financieras. 

Guerra que puede -otra vez- convertirse en Gran Guerra Patria de escalar la intervención de la OTAN y las decenas de países satélites que los gringos han alineado en contra de Rusia.

De este enfrentamiento también resultará un nuevo mundo que ya vislumbra en lontananza. 

La voluntad y el brazo de Rusia son fuertes y el sistema que hoy agobia más que nunca a la inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo está haciendo agua.

Las viejas potencias, incluso las que antaño fueron enemigos, se unen en contra de un verdadero destino manifiesto. Los países emergentes, las potencias regionales pierden el miedo y se van agrupando para sobrevivir al cataclismo económico y social que acecha al capitalismo.

Rusia de nuevo vencerá y ayudará a crear un mundo diferente, que esperamos sea mejor para todos.
Gloria eterna a los combatientes soviéticos de ayer y a los soldados rusos de hoy.

Edelberto Matus.

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