Hace diez años, como resultado de un golpe de Estado, un régimen oligárquico derechista, completamente subordinado al imperialismo estadounidense, se hizo con el poder en Ucrania. Bajo el gobierno del presidente Zelensky, dicho régimen se ha convertido en totalitario.
La oposición ha sido aplastada, todos los partidos de izquierda, incluyendo el nuestro, han sido prohibidos, hay miles de personas encarceladas por sus creencias, y algunas han muerto por ellas.
Amparados en la guerra, el poder asumido por los oligarcas y sus representantes les ha permitido intentar eliminar física y definitivamente su mayor temor: la victoria de las fuerzas socialistas de izquierda que conllevaría la pérdida de su insaciable poder y de la riqueza saqueada a Ucrania.
Es difícil de creer, pero lo que está ocurriendo los últimos años en Ucrania es similar a lo que pasaba en España durante el franquismo.
Pero en este caso es peor, pues al régimen totalitario dictatorial se ha unido el derrumbe de la economía, la pobreza de la mayoría de la clase trabajadora y la guerra librada por las autoridades en beneficio del imperialismo mundial.
Ahora la actual Unión Europea neoliberal, subordinada a la élite financiera y política mundial, también está avanzando a marchas forzadas hacia una gran guerra, que podría convertirse en la Tercera Guerra Mundial.
Los gobiernos capitalistas de todo el mundo y los europeos han aprendido cómo explotar hábilmente los problemas y dificultades humanos surgidos por su culpa y la culpa de sus amos, los oligarcas, culpar de los mismos a la izquierda y poner al pueblo contra ella.
Un ejemplo reciente es la ola de protestas de agricultores, ganaderos, trabajadores y empleados en buena parte de los países europeos, provocadas por un sistema tributario injusto, una asistencia social miserable, robo de lo público, aumento de la retórica militar de las autoridades y un incremento salvaje del gasto militar.
Las autoridades de estos países, que sintieron temor en un primer momento, han recurrido ahora a mentir a sus ciudadanos, con la ayuda de unos medios de comunicación controlados, echando la culpa de todo a la izquierda, la izquierda real.
Recuerden que no hace tanto tiempo se produjo el fascismo en Italia, Alemania, España…
Al mismo tiempo, es obvio que el mundo está cansado del capitalismo salvaje e insaciable, y las actuales protestas en Europa son la viva prueba de ello.
La gente busca otras variantes de la estructura estatal, esperando la llegada de políticos con rostros y puntos de vista humanos, líderes y diputados que estén dispuestos y sean capaces de cambiar fundamentalmente el mortalmente peligroso sistema de gobierno, saqueo, acumulación y consumo desenfrenados impuesto a la comunidad humana, un sistema en el que un pequeño puñado de personas controla miles de millones, sus vidas y destinos; en el que mil familias han saqueado y disponen de la riqueza del planeta, que pertenece por derecho a todos los pueblos de la Tierra.
Poco antes de la guerra, en solo unos meses las fuerzas de izquierda en Ucrania recibimos un apoyo fantástico de la población: una media de 3000 a 5000 personas se afiliaron al partido en los tres meses previos a la guerra.
Recalquémoslo: en solo tres meses, en ausencia de canales de televisión o periódicos propios, y a pesar de la censura. Por lo tanto, no tengo ninguna duda sobre la obligada victoria en el futuro de las ideas de izquierda en mi país, las ideas del sano socialismo moderno.
Hoy en día el movimiento de izquierdas moderno tiene dos tipos de competidores: por un lado el más obvio, los partidos de derechas y sus patrocinadores oligarcas; por otro, los partidos pseudoizquierdistas atrincherados en los parlamentos y gobiernos nacionales y en el Parlamento Europeo, escondiéndose de la gente y escondiéndose tras nombres y eslóganes socialistas, pero que hace tiempo que no son de izquierdas.
Un buen ejemplo es el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), su gobierno y su canciller. Es obvio que hace tiempo que no tienen nada que ver con las ideas de la socialdemocracia y el socialismo, se ponen abiertamente del lado de los oligarcas y el capitalismo, protege sus intereses y arruinan a su propio país y a su propio pueblo.
Para nosotros, los izquierdistas ucranianos, la postura de los socialdemócratas alemanes y sus gemelos de otros países europeos ante los acontecimientos en Ucrania es muy reveladora.
¿Cómo pueden políticos que se consideran de izquierda defender la continuación de la guerra y participar en una militarización de Europa y de Ucrania sin precedentes en muchas décadas?
¿Cómo pueden políticos que se consideran de izquierda apoyar el régimen nacionalista radical ucraniano que ha ilegalizado a todos los partidos de izquierda, criminalizado el uso de la bandera roja y el canto de la Internacional, que considera héroes y dedica calles a colaboracionistas con los nazis como Stepan Bandera, Roman Shukhevych y la” División Galicia” de las SS?
También es muy indicativa la situación en EEUU, donde el partido de una agrupación corporativa, el Republicano, llama izquierdistas, marxistas y casi comunistas al Partido Demócrata de ese país, que representa los intereses de otra agrupación oligárquica que compite con los republicanos.
¿Qué clase de izquierdistas y marxistas son los globalistas e imperialistas estadounidenses liderados por Biden? ¿Cuándo han defendido los intereses de los trabajadores y otros asalariados en lugar de los de las corporaciones?
Obviamente, los pseudoizquierdistas como [el canciller Olaf] Scholz y compañía son aún más peligrosos para la izquierda real y auténtica que la derecha.
Porque la pseudoizquierda, utilizando nombres, colores y retórica socialistas tradicionales, pero manteniendo políticas neoliberales y militaristas, desacredita las ideas de izquierda a ojos de los trabajadores, animándoles a pensar que izquierdistas y liberales no difieren unos de otros.
Pero es aún más importante que la izquierda –la verdadera, no la nominal– se desvincule claramente de la pseudoizquierda y ofrezca a los trabajadores una alternativa real a las políticas actuales de los gobiernos de la Unión Europea.
Y no solo que muestre a la ciudadanía el peligro de una disminución del nivel de vida y del aumento de los problemas sociales, sino también la dinámica que está en marcha en preparación para una gran guerra.
La incipiente campaña de elecciones al Parlamento Europeo ofrece una oportunidad real de mostrar que la izquierda está abriendo una nueva página.
Maxim Goldarb es el presidente de la Unión de Fuerzas de Izquierda-Por un Nuevo Socialismo de Ucrania.
Traducido del inglés para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
https://rebelion.org/la-izquierda-esta-abriendo-una-nueva-pagina/