VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

¿Qué impulsa el nuevo antisemitismo?

El antisemitismo cambia. El antiguo odio ancestral a los judíos es combinado con el odio a Israel. Descubra el papel del antisionismo, que proviene de la Unión Soviética, el mundo árabe y musulmán.


Ya el antisemitismo no es lo que era. Para ser más claros, hay que precisar que el actual es una mezcla del viejo y el nuevo antisemitismo. Del antiguo odio ancestral a los judíos, al actualizado odio a Israel, el país de los judíos.

Criticar al Gobierno de Israel no convierte automáticamente a alguien en antisemita. Pero negar el derecho de los judíos a tener un estado en la tierra donde nacieron como pueblo y fueron históricamente soberanos, sí lo es. 

Lo llaman antisionismo, una denominación que tiene larga tradición en la izquierda desde los tiempos de la Unión Soviética, que fue el centro de propaganda antisionista, y que tuvo también mucho arraigo en el mundo árabe y musulmán. 

Sobre todo a partir de la difusión masiva de aquel libelo zarista intitulado los Protocolos de los Sabios de Sion. Por cierto, para evitar equívocos, tenemos que definir el término antisemita. La Real Academia Española lo define así: «Que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia».

El nuevo antisionismo

Hoy son los jóvenes universitarios de países occidentales los que asumen las consignas antisionistas que ya habían sido diseñadas durante el apogeo del comunismo soviético y las dictaduras árabes de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX. Cuando gritan «Free Palestine» (‘Palestina libre’) y «From the river to the sea» (es decir, ‘desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo’), lo que están diciendo es que quieren una «Palestina libre de judíos». 

Esto implica que ninguna parte de Palestina (el territorio demarcado por los británicos como Palestina, sin la Transjordania al este que terminó siendo Jordania, el regalo que le dio el imperio de Su Majestad a la familia Hashemita que hoy reina allí) debe estar bajo soberanía judía.

Dicen, muchos desde su ignorancia o en complicidad con el maximalismo islamista de Hamás, que no hay posibilidad de dos Estados para dos pueblos (la solución planteada por los acuerdos de Oslo) ni la opción de una convivencia judeo-árabe en una imaginaria Palestina democrática. 

Estas consignas son la supuesta cara libertaria de un proyecto teocrático islamista donde los judíos tienen la opción de convertirse al islam, vivir como ciudadanos de segunda clase (los dhimmis, o tributarios del Califa, a quienes le pagarían un impuesto para ser protegidos) o ser asesinados por infieles.
Pintada antisemita en Buenos Aires, noviembre 2023. Fuente: Télam.

Ser antijudío sin saberlo

Estamos asistiendo al nacimiento de una generación de jóvenes occidentales antisemitas que creen que no son antisemitas. Sin embargo, se comportan como tales. Una generación muy distinta a la de los jóvenes alemanes bajo el nazismo, quienes eran antisemitas y lo asumían con orgullo como parte de su identidad político-racial de superioridad aria.

Pero, porque siempre hay un «pero», me dirán estos jóvenes antisionistas que el gobierno de Netanyahu y sus aliados de la ultraderecha nacionalista y religiosa, es la expresión de todo lo malo que significa Israel. Esto es opresión de los palestinos, multiplicación de los asentamientos en Cisjordania, discriminación.

En otras palabras, dirán los jóvenes antisionistas/antisemitas, tenemos derecho a odiar a los judíos que viven en Israel y a los que apoyan al Estado judío, pues es un país de racistas. Y esa justificación tiene un elemento adicional: son los judíos, las antiguas víctimas del Holocausto, los que ahora hacen lo mismo a los palestinos. Por eso usan tan ligeramente la palabra genocidio al referirse al conflicto entre Israel y Hamás.

Estos jóvenes no muestran gran sensibilidad ante la masacre cometida por Hamás el 7 de octubre, ni por los constantes bombardeos con cohetes contra la población civil israelí, ni por las más de doscientas personas secuestradas por los terroristas palestinos, ni por todas las barbaridades cometidas por Hamás contra los propios palestinos dentro de Gaza, quienes sirven de escudos humanos de milicianos que no tienen ningún problema en usar hospitales y escuelas como centros de lanzamientos de cohetes y de operaciones militares.

Conflicto árabe-israelí

Por supuesto que este odio desconoce la historia del conflicto árabe-israelí. El rechazo sistemático del liderazgo árabe y palestino a la solución de dos Estados (uno judío y otro árabe) que contemplaba la misma partición propuesta por la ONU en 1947, o las propuestas de dos países aceptadas por los primeros ministros israelíes Ehud Barak y Ehud Olmert, que Yasser Arafat y Mahmoud Abbás, respectivamente, rechazaron.

De igual manera ignora que Israel se retiró de Gaza y removió los asentamientos judíos en la franja en 2005. Y que después de una pequeña guerra civil entre facciones palestinas, Hamás gobierna con mano de hierro el enclave palestino. Desde donde el movimiento ha declarado la guerra al Estado judío y ha cometido, apenas se inició el proceso de paz con la Organización de Liberación de Palestina, atentados terroristas terribles como el de la pizzería Sbarro en Jerusalén y otros muchos más con cientos de civiles muertos.

El presenteísmo superficial

La historia es, de todos modos, un detallito en esta era de la instantaneidad de las redes sociales. La generación actual ha crecido pegada a las pantallas de sus teléfonos, que cree todo lo que ve (incluso, las lamentables puestas en escena de la propaganda palestina, que banaliza el sufrimiento de los palestinos en Gaza). 

Además no tienen mucho interés en saber más sobre las raíces de un conflicto complejo, o sobre lo que significa el proyecto fundamentalista islamista de Hamás, de ambiciones globales y que propone un gobierno bajo la más extrema interpretación de la ley islámica (sharía).

Son los puritanos narcisistas que creen que hacen activismo por la justicia y contra la opresión desde las plataformas de las redes sociales. O en una marcha multitudinaria donde se mezclan las consignas antiisraelíes y antijudías. O arrancando los afiches que hay en varias ciudades occidentales con las fotos de los niños, bebés, jóvenes, abuelas y mujeres secuestrados por Hamás.

Todas estas explicaciones no tienen mayor importancia para los nuevos antisemitas. La falta de contexto, la intoxicación de falsas noticias (por ejemplo, pocos se cuestionan las cifras de muertos y heridos que da Hamás, porque simplemente confirman sus propios prejuicios antijudíos), y la instrumentalización del sufrimiento palestino (a veces por acciones cuestionables de Israel, y otras veces por parte de las propias organizaciones palestinas, países árabes o la misma ONU, que ha servido para eternizar a los refugiados palestinos) no interesan a quienes tienen una visión sin matices del mundo.Manifestación en Madrid contra respuesta militar de Israel. Fuente: EFE.

¿Antisemitismo pop?

Los nuevos antisemitas escuchan a profesores universitarios sentar cátedra a partir de una versión caricaturesca de la historia humana. En esta, todo lo malo en el mundo es el resultado de la hegemonía masculina blanca occidental. 

Y allí meten a Israel, olvidándose que los judíos han podido superar su papel de víctimas eternas cuando decidieron tomar el control de su destino vital. 

Crearon un país que en 75 años se ha convertido en un referente de desarrollo tecnológico y agrícola. Este país hizo que renaciera una lengua bíblica como el hebreo, y logró integrar a inmigrantes de todas partes del mundo y de distintos orígenes, como los judíos de los países árabes, de Rusia, de Etiopía y de tantos otros sitios.

Probablemente, es el éxito de Israel lo que más les cuesta aceptar a estos nuevos antisemitas. No es un éxito fácil de explicar. Israel no tiene recursos naturales, como el petróleo que abunda en la zona del Golfo Pérsico. Es un país que ha vivido en estado de guerra desde su fundación, rodeado de enemigos que se plantearon la destrucción del Estado judío. 

Ha podido secar terrenos pantanosos y arar en el desierto para lograr un milagro agrícola único en el mundo.

 Y ha tenido que integrar, no sin dificultades, varias olas migratorias de personas de diversos orígenes, costumbres y expectativas.

Y allí está de nuevo luchando por su supervivencia. ¿Será que tanta perseverancia judía molesta a los antisemitas de ahora y de siempre?

https://dialogopolitico.org/debates/nuevo-antisemitismo/?twclid=22srgdvxwz9cnaa6r2ixa3okyf

Related Posts

Subscribe Our Newsletter