El presidente israelí dijo que convertirá la franja en ruinas en una guerra "larga y difícil" hasta restaurar la seguridad de Israel.
Hezbollah podría abrir otro frente en respuesta. "Todos los lugares en los que Hamas tiene sus bases, esta ciudad del mal, todos los lugares en los que se esconde, desde los que actúa, los convertiremos en ruinas.
Les digo a los habitantes de Gaza: salgan de allí ahora, porque estamos a punto de actuar en todas partes con toda nuestra fuerza”, anunció Netanyahu.
El objetivo parece ser la destrucción de la infraestructura militar que atacó a Israel; una red de túneles y plataformas ocultas de cohetes que aseguró la infiltración de militantes de Hamas y el bombardeo de Tel Aviv con, al menos, 5.000 mil cohetes.
El problema es que esta operación puede implicar la ocupación de la Franja de Gaza.
En 2014, se filtró un informe de las Fuerzas de Defensa de Israel que detallaba los riesgos de una invasión a Gaza para desarticular a Hamas. "Llevaría cinco años, provocaría una alta tasa de bajas, requeriría el desarrollo de una red de inteligencia completamente nueva y podría poner en peligro el acuerdo de paz con Egipto.
Nueve años después, poca ha cambiado", según el diario Haretz. Para Ze'ev Chafets, exfuncionario del gobierno israelí, las Fuerzas Armadas israelíes deberían bombardear Gaza como los aliados a Dresde para disuadir cualquier ataque de Hezbollah en el flanco norte.
La milicia libanesa, estima el analista Jonathan Broder, tiene "más de 150.000 cohetes, algunos de los cuales están guiados con precisión y son capaces de alcanzar las bases militares de Israel, sus refinerías de petróleo en Haifa y su reactor nuclear en Dimona”.
La "Inundación de Al-Aqsa", la operación del brazo armado de Hamas, es el mayor ataque a Israel en 50 años con un saldo de 300 muertos, 1.500 heridos y una cifra incierta de civiles secuestrados.
Para Alon Pinkas del diario Haretz; El Estado de Israel y las Fuerzas de Defensa de Israel fracasaron estrepitosamente a la hora de proteger a los israelíes.
Éste es el fiasco del Primer Ministro Benjamín Netanyahu. Él es el dueño y debe rendir cuentas, y lo hará, el día después de que termine la guerra. Sí, Israel es fuerte.
Sí, la respuesta de Israel será feroz y destructiva, y sí, Israel saldrá de esta calamidad. Pero es necesario decir claramente la dura verdad, incluso cuando los números y nombres de los asesinados no están confirmados y la angustia apenas comienza: Esta fue una debacle épica , y no hay forma de evitarla.
Sin duda, el fracaso de la inteligencia es devastador en alcance y profundidad, ciertamente dadas las capacidades y redes supuestamente de última generación HUMINT (inteligencia humana), SIGINT (inteligencia de señales) y ELINT (inteligencia electrónica) de Israel.
La insuficiencia de la inteligencia es una cuestión compleja que seguramente será investigada más adelante.
La idea de que Israel podría fortalecer efectivamente a Hamás para debilitar a la Autoridad Palestina y hacer inviable cualquier solución política se derrumbó de la manera más notoria, demoledora y sangrienta.
Netanyahu por mucho tiempo utilizó los ataques a Gaza como una forma de reunificar a sus aliados y sumar apoyos cuando su liderazgo era cuestionado. Inmerso en una crisis política interna, el presidente difícilmente pueda hacer lo mismo.
Hamas le ha impuesto una escalada armada que puede derivar en un conflicto más grande, si no encuentra una hoja de ruta de salida.
Pero la afrenta al liderazgo israelí es enorme porque el ataque ha roto por completo el mito del país invencible.
Una lluvia de cohetes ha penetrado su escudo antimisiles denominado la Cúpula de Hierro, sus aparatos de inteligencia, que exporta a todo el mundo, no han podido encontrar conversaciones que alerten sobre el ataque.
Un líder cuestionado, acostumbrado a usar la guerra como identidad política, puede tomar las peores decisiones cuando sus propios demonios tocan su puerta.