Este acto de terror económico cambiará el futuro de Europa
La destrucción de los oleoductos Nord Stream, considerados durante mucho tiempo un símbolo de seguridad energética para la potencia económica de Europa, se convirtió en el catalizador de una crisis masiva.
Durante años, los gasoductos Nord Stream han personificado la estabilidad energética de la economía más grande de Europa. Las industrias, los hogares y el motor económico de Alemania han dependido en gran medida del flujo ininterrumpido de gas ruso. Sin embargo, de la noche a la mañana, una interrupción repentina y audaz de este vital suministro de energía conmocionó a toda Alemania, dejándola expuesta y vulnerable.
El ataque a estos oleoductos el año pasado, que supuestamente implicó la interferencia estadounidense, ha provocado un aumento de los costes energéticos en Alemania, y esto es sólo el comienzo.
Las industrias se enfrentan a gastos de energía sin precedentes y los consumidores son testigos de cómo las facturas de servicios públicos se disparan, lo que contribuye al cierre generalizado de empresas y a importantes pérdidas de empleos.
Además de las sombrías perspectivas económicas, el Instituto Ifo ha reiterado una contracción proyectada del 0,4% para la economía de Alemania en 2023. Las perspectivas de una recuperación en el segundo semestre parecen sombrías debido a la exposición limitada del país al auge del sector de servicios posterior a la pandemia. Si bien se prevé una contracción del PIB del 0,2% en el tercer trimestre, aún no se vislumbra en el horizonte una recesión en toda regla.
Sin embargo, los desafíos económicos de Alemania persisten. La economía del país permaneció obstinadamente estancada en el segundo trimestre de 2023, sin poder recuperarse de una recesión invernal anterior, consolidando así su posición como una de las principales economías más frágiles del mundo.
Este estancamiento del segundo trimestre se alinea con pronósticos anteriores y señala una contracción interanual del PIB ajustado del 0,2% para el mismo período.
Alemania, el principal motor económico de Europa, enfrenta un panorama económico sombrío, citando factores como un poder adquisitivo debilitado, una disminución de los pedidos industriales, una desaceleración de la economía de China y las repercusiones de un endurecimiento agresivo de la política monetaria.
Si bien algunos mantienen la esperanza de un resurgimiento a finales de año, los pronósticos indican que Alemania podría quedarse atrás de las principales economías de la eurozona a lo largo de 2023 debido a estos desafíos persistentes.
Los sectores alemanes con uso intensivo de energía, en particular la manufactura y la producción automotriz, han sido los más afectados por la perturbación. Estas industrias constituyen la base del poderío económico de Alemania y cualquier interrupción en sus operaciones tiene consecuencias de largo alcance.
Algunas empresas ya están contemplando la posibilidad de trasladar sus instalaciones de producción a regiones energéticamente más estables.
Los paralelos con el 11 de septiembre son sorprendentemente similares. Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 sacudieron la economía estadounidense y provocaron una recesión y una reevaluación fundamental de la seguridad nacional y la resiliencia económica.
De manera similar, el sabotaje de Nord Stream ha dejado al descubierto las vulnerabilidades de la dependencia de Alemania de una única fuente de energía.
Este incidente submarino ha tensado las relaciones de Alemania con Estados Unidos. La acusación de participación estadounidense ha provocado tensiones entre estos antiguos aliados, mientras que Rusia niega con vehemencia cualquier participación en el ataque. Estas consecuencias diplomáticas añaden otra capa de complejidad a una situación que ya es terrible.
Las repercusiones más amplias de la desindustrialización de Alemania y el envejecimiento de su fuerza laboral se avecinan, arrojando una sombra sobre la fortaleza económica y la competitividad de la Unión Europea (UE). Este doble desafío amenaza con erosionar la vitalidad de la UE en los próximos años.
La disminución de la destreza tecnológica de Alemania, particularmente evidente en sus luchas dentro del sector de los vehículos eléctricos, subraya una preocupación más amplia por el estancamiento tecnológico dentro de la UE en comparación con Estados Unidos.
Alemania también enfrenta obstáculos para navegar su transición energética y sus inversiones en tecnología digital. El envejecimiento de la población exacerba estos desafíos, creando tensiones generacionales y poniendo a prueba la base industrial.
Estos factores en conjunto pintan un panorama económico sombrío tanto para Alemania como, por extensión, para la UE. Si bien Estados Unidos se enfrenta a su propia serie de desafíos, incluidos los precios inflados de los activos y las presiones inflacionarias, es poco probable que se desvincule de la economía global en 2023.
En contraste, la UE ya está lidiando con lo que cumple con la definición técnica de una recesión, además de subrayando las tribulaciones económicas de la región. Mientras Alemania lucha contra las consecuencias del ataque del Nord Stream, se ve obligada a afrontar cuestiones fundamentales relativas a la seguridad energética y la resiliencia económica.
¿Puede el país diversificar sus fuentes de energía para reducir su dependencia del gas ruso?
¿Realmente invertirá sustancialmente en energía renovable e infraestructura para mitigar futuras perturbaciones?
¿Y cómo navegará hábilmente en el intrincado baile diplomático de tango entre Estados Unidos y Rusia?
Un hecho sigue siendo indiscutible: el ataque del Nord Stream ha actuado como un toque de atención para Alemania y el mundo. Subraya la interdependencia del mercado energético mundial y el imperativo de que las naciones den prioridad a la seguridad y la resiliencia energéticas.
Así como el 11 de septiembre alteró para siempre el enfoque de Estados Unidos hacia la seguridad nacional, este evento tiene el potencial de remodelar las políticas económicas y energéticas de Alemania en los años venideros.
Las repercusiones totales de este ataque a la economía alemana aún están por verse.
Pero una cosa es segura: ha iniciado un diálogo nacional sobre seguridad energética, estabilidad económica y el intrincado entramado de relaciones internacionales.
Es probable que las lecciones extraídas de esta crisis repercutan mucho más allá de las fronteras de Alemania y sirvan como un crudo recordatorio de la fragilidad de las economías modernas en un mundo interconectado.
https://www.rt.com/business/583297-nord-stream-german-economy/