Roberto González Herrera nació en Jinotega el 28 de diciembre de 1974. Fue criado solamente por su mamá, Robertina Herrera, ya que nunca conoció a su papá.
Su infancia y adolescencia la transcurrió en Managua, viviendo en la Casa A-1 de la Colonia Centroamérica. Su mamá murió de cáncer y doña Mable L. Chamorro lo adoptó, siendo su mamá de crianza.
Estudió la primaria y la secundaria en Managua, bachillerándose en 1995.
Su anhelo era cursar una carrera universitaria y prepararse. En 1997, entró a la Carrera de Derecho de la UNAN-Managua.
Se propuso estudiar derecho, porque soñaba con ser abogado, para defender los derechos de los pobres. Así lo manifestó siempre a sus maestros y amigos.
Los docentes del Departamento de Derecho que le dieron clase lo recuerdan como un estudiante persistente y brillante.
De escasos recursos, no podía conseguir sus libros, pero sus cuadernos estaban llenos de anotaciones de las clases que recibía.
Sus compañeros de clase, al recordarlo, destacan su carácter jovial y generoso. Su apodo era “El Chino”.
Se involucró en la lucha para la defensa del 6% constitucional. Una lucha que había empezado en el 90 y que en ese entonces llevaba nueve años de batallas.
Y ya había tenido decenas de heridos y dos mártires, Gerónimo Urbina y Porfirio Ramos, asesinados el 13 de diciembre de 1995.
En 1999 el gobierno neoliberal, presidido por Arnoldo Alemán se había negado a garantizar el 6% constitucional a las universidades.
El 20 de abril del 99, el movimiento estudiantil había planificado una jornada de movilización. En la mañana estudiantes de diversas universidades visitaron varios barrios para sensibilizar sobre la marcha pacífica que realizarían por la tarde.
Estaban previstos dos plantones: uno en el sector de la UCA, en la Avenida Universitaria y una acción más fuerte, la toma del Banco Central, como medida de presión, porque los estudiantes habían estado ya muchos días en huelgas sin ser escuchados.
Por la tarde, las fuerzas antidisturbios intentaron desalojar a la fuerza las instalaciones del Banco Central y en eso Roberto es impactado por una bala de caucho, muriendo al instante.
Roberto González fue el último mártir universitario de la lucha en defensa del 6%.
Rescatar su historia y recordarlo veinte años después, significa reconocer que su sacrificio no fue en vano.
Hoy miles de estudiantes se están preparando en universidades públicas gracias al 6% constitucional que a partir del 2007 volvió a ser garantizado por el Gobierno liderado por el FSLN.
A Roberto se dedicó el Bufete Jurídico de la UNAN-Managua. El mejor homenaje para ese joven quien soñaba ser abogado para defender a los pobres.
Recordar el 20 de abril de 1999 es una mezcla de sentimientos para la comunidad Universitaria de Nicaragua y para el pueblo nicaragüense en general.
Es una mezcla de nostalgia por la vida que en esa fecha se apagó, es una mezcla de convicciones que ese hecho encendió, es una proclama de “¡No volverán!”.
Es un firme compromiso de defensa por la Revolución, es honrar la memoria de aquel joven sandinista que murió en manos del neoliberalismo en Nicaragua, con el sueño de una educación en paz para los estudiantes y respeto a su derecho humano, como la hay desde el 2007.
En 1999, un estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN - Managua), ofrendó su vida en las inmediaciones del Banco Central de Nicaragua, donde fue asesinado por el gobierno neoliberal de turno tras protestar por el respeto al derecho constitucional del 6% del Presupuesto General de la República para las Universidades.
La ira inundaba el alma de la comunidad universitaria, la sangre de los dirigentes estudiantiles y gremiales hervía de furia e indignación.
La posibilidad de tomar acciones más bélicas contra el gobierno de la derecha asesina era una idea tentadora, que se esfumaba cuando se recordaban los ideales sandinistas de respeto por la democracia, una democracia conquistada en 1979 con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.
Jamás fue una opción derrocar al gobierno de Arnoldo Alemán, aunque era posible y justo. Era posible hacerlo en cuestión de horas por el nivel organizativo del Frente Sandinista, en venganza por la vida de arrebatada de Roberto González, en venganza por la miseria que al pueblo querían someter, pero los principios siempre han sido más fuertes que los impulsos en el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Roberto González es su nombre, hijo huérfano, impulsado por una familia adoptiva, de recursos precarios, de una sonrisa de esperanza, de mente brillante, rostro e hijo del pueblo y sangre roja y negra.
El 6% un verdadero Derecho Humano
El artículo 125 de la Constitución Política de Nicaragua, en el cuarto párrafo establece que: “Las Universidades y Centros de Educación Técnica Superior, que según la ley deben ser financiados por el Estado, recibirán una aportación anual del 6% del Presupuesto General de la República, la cual se distribuirá de acuerdo con la ley.
El Estado podrá otorgar aportaciones adicionales para gastos extraordinarios de dichas universidades y centros de educación técnica superior”. Misma disposición la estable la Ley de Autonomía de las Instituciones de Educación Superior, Ley 89.
A diferencia de la gran manipulación existente sobre el concepto de “Derechos Humanos”, el Derecho a la educación pública, gratuita y de calidad si encarna un Derecho Humano real, no un Derecho político.
Muchas veces las posiciones enajenadas del derecho, se refieren como Derecho Humanos a los Derechos Políticos, claro, interpretados a su manera, pero jamás han hecho referencia a Derechos Humanos como la educación que garantiza el Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, al Derecho a la salud, y a una serie de reivindicaciones sociales que son los verdaderos Derechos Humanos, no la aberración interpretativa que ha querido sembrar los vende patria en nuestro país.
Los verdaderos Héroes y Mártires Universitarios
Roberto González no fue la única vida del pueblo honesto y humilde que el neoliberalismo arrebató, fueron Porfirio Ramos y Jerónimo Urbina también héroes del amor y la paz que lucharon decididamente para garantizar que el hijo del campesino tuviera oportunidad a ser un profesional de calidad de manera gratuita en las Universidades Públicas de Nicaragua.
A los héroes sumamos uno más, quien fue brutalmente asesinado en el intento de golpe de estado del 2018, hablo de Cristian Cadenas, estudiante que murió calcinado protegiendo las instalaciones del histórico movimiento estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de León, las oficinas del Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), que fue quemada por hordas terroristas de la derecha, con Cadenas amarrado dentro de ellas.
En la actualidad, la derecha apátrida, desde su estrategia mediática manipuladora, ha tratado de posicionar la idea de que en el 2018 murieron estudiantes de las Universidades públicas en defensa de la Autonomía Universitaria, tratando de manchar la verdadera lucha que Roberto González encarnó por su pueblo, por sus compañeros, al igual que Porfirio, Jerónimo y Cristian Cadenas.
La memoria de Roberto más viva que nunca.
Han pasado años desde la partida física de Roberto González, pero su memoria inspira hoy a miles de estudiantes para ser vanguardia en defensa de las reivindicaciones educativas en Nicaragua.
El movimiento estudiantil nicaragüense, inspirado en la gesta de Roberto ha declarado la defensa agresiva del modelo revolucionario en educación superior, desde el pregonar de los avances que se han tenido en las universidades a partir de la memoria histórica de nuestros héroes y mártires del 6%.
“Nunca dejaremos que la memoria de Roberto González caiga en manos del olvido que la derecha quiere establecer con sus falsos héroes” gritaba un dirigente estudiantil en los pasillos de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en el Recinto Rubén Darío.
Hoy Roberto González somos todos, el origen de pueblo humilde, es la característica de la gran mayoría de estudiantes de las Universidades Públicas en nuestro país, que, si no existiera el modelo de Universidad pública y revolucionaria, no habría posibilidad alguna que el hijo del campesino, el hijo huérfano pudiera ser formado superiormente.
Roberto no quería morir, pero en ese momento, salir a la calle a defender el derecho a estudiar era irrenunciable, la muerte se volvía una posibilidad, y la lucha se volvió un deber.
La renuncia al modelo revolucionario de Universidad para el pueblo la defenderemos con nuestras vidas de ser necesario, por Roberto, por Porfirio, por Jerónimo, por Cristian Cadenas, ¡POR NUESTRO PUEBLO!
Honor y gloria a nuestros héroes y mártires