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Rusia: “Un Estado-Civilización”

Nicaragua, Discurso pronunciado este 7 de los corrientes, por el compañero Edelberto Matus.  en el acto de conmemoración del Día de la Victoria de los Pueblos de la URSS sobre el fascismo alemán en la Gran Guerra Patria 

Buenas tardes compañeros que presiden esta actividad, donde hoy conmemoramos el 77 aniversario de la victoria sobre el fascismo alemán, forjada principalmente por el pueblo ruso y los pueblos que conformaron la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Buenas tardes excelentísimos representantes de la Embajada de la Federación Rusa en Nicaragua.

Buenas tardes compañeros egresados de los Centros de Estudio, civiles y militares, de la extinta URSS en los años ochenta.

Buenas tardes invitados especiales y concurrencia en general.

Quien diría que el 77 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria, de la liberación de la URSS y de la mayor parte de los países de Europa de las hordas hitlerianas, nos encontraría a los antifascistas y revolucionarios del mundo otra vez admirando y solidarizándonos con Rusia que hoy enfrenta otro tránsito histórico crucial para su existencia como Estado, luchando nuevamente en contra del fascismo y la imposición imperialista de los Est*dos Unidos y todo el llamado “Occidente colectivo”.

Decía recientemente el presidente de la Federación rusa, Vladimir Vladímirovich Putin que Rusia no es tan solo un Estado, una cultura, sino “un Estado-civilización”. Hoy, cuando a través de su maquinaria mediática global, la academia y sus tanques de pensamiento Occidente pretende reescribir la historia, Rusia asume toda su historia con sus diferentes paradigmas y momentos como un todo, historia que arranca hace casi mil años atrás.

Una historia donde Rusia y los pueblos que la conforman han enfrentado los más grandes retos, confrontado con valor y decisión a invasores Asia y durante los últimos quinientos años a las potencias europeas feudales y capitalistas y a todas, tarde o temprano, las ha derrotado. 

En cada siglo de su dilatad existencia ha tenido que enfrentar enemigos que han amenazado su existencia como Estado pluri-étnico, su inmenso territorio y sus recursos naturales, pero su vocación de victoria, amor a su tierra y su cultura siempre han sido acicates para sus valientes hijos que han luchado y siguen luchando por cada palmo de su tierra.

El país de los Soviet de obreros y campesinos desde la Revolución de Octubre, 24 años antes, había enfrentado toda clase de peligros, entre ellos la destrucción de la Primera Guerra Mundial, la Guerra civil y la invasión a su territorio de 14 Estados enemigos, las conjuras internas instigadas por las agencias de inteligencia extranjeras, las guerras de acoso a sus fronteras por parte de países vecinos, los inmensos retos de la electrificación, la industrialización, la transformación agroindustrial del campo, la conectividad del inmenso país y la hostilidad y bloqueo constante del Imperialismo yanqui y las principales potencias económicas del mundo capitalista, necesitados de un nuevo reparto global.

Un Estado surgido del atraso medieval del zarismo y que la Revolución transformó en dos décadas en un país industrializado, ahora se enfrentaba -casi en solitario- a la mayor fuerza militar que la historia había visto: El militarismo fascista alemán y sus aliados (activos y pasivos), que en menos de dos años había conquistado a casi toda Europa.

Sin embargo, nadie contó con la voluntad de los pueblos soviéticos de luchar por su libertad y la de todo el mundo civilizado, no contaron con la fuerza de cohesión organización e inspiración del Partido Comunista de la URSS, de la capacidad de aprendizaje sobre la marcha de los oficiales y el heroísmo sin límites de los soldados del Ejército Rojo, de la fortaleza y capacidad de improvisación industrial de la Economía socialista.

La exitosa defensa y temprana victoria en los alrededores de Moscú sobre las divisiones élites acorazadas nazis selló la primera derrota de la Alemania nazi y sus aliados en la II GM y al año siguiente , en 1942 los mandos políticos y militares, con la ayuda de su incansable y comprometida retaguardia industrial, empezaron a regresar los golpes al enemigo, aprendieron a vencerlos con armas, tanques, aviones, barcos, artillería y tecnología que marcarían un paradigma en la industria militar hasta hoy en día, pero sobre todo con la inteligencia de los jefes, el arrojo y compromiso de sus comisarios políticos y el heroísmo de todo un pueblo.

Durante cuatro años de horror, dolor, destrucción y muerte y a la vez de heroísmo sin límites, valentía, amor a la patria y gloria, el mundo sería testigo de las grandes y épicas batallas del Ejército Rojo, que al final destruiría a la Alemania hitleriana, al fascismo y al militarismo como política de Estado, preservarían a los pueblos soviéticos y liberaría a toda Europa, ganando indiscutiblemente la Guerra.

La Unión Soviética, en un mundo de postguerra, en el mundo de la Guerra Fría impuesta por el Imperialismo yanqui, sucesor del fascismo alemán por sus ambiciones expansionistas, se erigió como la Potencia baluarte de las ideas progresistas y el gran aliado de los movimientos de liberación nacional y aquellos pueblos que decidieron sacudirse el yugo colonial y neocolonialista en el mundo, sobre todo en Asia, África y América Latina.

La victoria soviética en la Gran Guerra Patria ayudaría a cambiar la geografía política del mundo, donde nuevos Estados independientes y soberanos surgirían al margen del viejo sistema de explotación capitalista y enrumbarían por un camino propio y soberano y otros -que todavía siguen luchando- encontrarían inspiración en aquellas batallas de tantos pueblos unidos contra las hordas hitlerianas, las hordas del fascismo amamantadas por el sistema capitalista.

La URSS ya no existe como Estado, pero sus grandes victorias en todos los campos posibilitaron hasta hoy la paz mundial y el equilibrio de poderes, el surgimiento de otros sujetos de las Relaciones Internacionales que de alguna manera han levantado la estafeta del Estados euroasiático de los trabajadores fundado por Vladimir Ilich Lenin y sostenido hasta el final por la unidad y el sacrificio de los pueblos soviéticos.

El desarrollo en flecha de la URSS fue frenado por la invasión nazi en 1941, que impuso una guerra de exterminio, pero que transcurridos cuatro años de inmensos sacrificios del pueblo soviético, los rusos y todos los pueblos de la URSS derrotaron a la “peste parda” y a sus aliados, liberando a media Europa, a la China y Corea del yugo fascista y del militarismo japonés respectivamente.

Pese a la destrucción durante la guerra contra los nazis (“La Gran Guerra Patria”) y las nuevas dificultades planteadas por la Guerra Fría, impuesta por los Estados Unidos y sus aliados, la URSS logró reconstruir su economía en muy poco tiempo, convirtiéndose en una súper-potencia mundial, con enormes éxitos en el campo de la defensa, la exploración del cosmos y todos los ámbitos del entorno y del quehacer humano.

La ciencia y tecnología soviética demostraron con la industrialización de toda su parte europea en solamente tres quinquenios, con la victoria no sólo sobre los ejércitos fascistas, sino sobre el desarrollo tecnológico de primer nivel de Alemania y toda la Europa ocupada o aliada a Hitler; la recuperación de la economía soviética, devastada por la guerra y con la fabricación de la bomba atómica propia (que terminó con el chantaje nuclear de los Estados Unidos), que la URSS era más capaz y con mayor potencial de desarrollo que sus enemigos occidentales.

La desaparición de la URSS como Estado en 1990 (que hoy sabemos que fue instigada desde el exterior, utilizando a una agentura interna activa desde tiempos de Jruchev), marcó una nueva etapa en solitario de la Rusia milenaria. Nacida de la disolución de la URSS, la Federación de Rusia promulgó oficialmente su independencia en diciembre de 1991, heredando los deberes y derechos plenos -como nuevo sujeto en el ámbito del Derecho Internacional- de su extinto predecesor.

La disolución de la Unión Soviética, que con seguridad ha sido el suceso político más relevante de la segunda mitad del siglo pasado, devino en un periodo oscuro y fatal que durante casi dos décadas dejó bajo la influencia perniciosa e interesada de la élite dirigencial del capitalismo mundial el destino del espacio post-soviético y a la misma Rusia. La geografía política de Europa oriental, los Balcanes, el Cáucaso y Asia Central cambio radicalmente. Países surgidos de la disolución de la URSS y antiguos aliados del extinto Campo socialista se volvieron hostiles a la Federación rusa, la mayoría de ellos integrándose a la OTAN y a la Unión Europea, siguiendo ciegamente una arquitectura política, económica y militar diseñada desde Washington.

Surgieron y se fortalecieron al amparo del poder político, élites entreguistas que pronto se enriquecieron ilícitamente, robándole gran parte del inmenso patrimonio nacional de los pueblos de Rusia.

La victoria en la Guerra Fría, dejó como única potencia unipolar global a los Estados Unidos y pronto, usando este poder se reactivaron las ambiciones ancestrales, no sólo de destruir a Rusia, apropiarse de sus inmensos recursos naturales, sino desparecer a toda la civilización rusa.

Sin embargo, el espíritu ruso, su superioridad moral y cultural, las particularidades inherentes al carácter y la espiritualidad rusa otra vez se puso de manifiesto.

Dirigentes de la talla de Vladimir Vladimirovich Putin, pero sobre todo la conciencia movilizadora del pueblo ruso y los pueblos que habitan la gran Federación rusa, entendieron que de nuevo se enfrentaban a una guerra civilizatoria donde el Occidente colectivo pretende perpetuar el dominio mono-polar del Imperialismo yanqui y detener la caída del obsolescente sistema capitalista mundial, debilitando al máximo o de ser posible destruyendo a Rusia y a otros poderosos competidores.

Rusia es hoy una potencia mundial, un jugador de primer orden en el tablero político y geoestratégico global, que en primer lugar y como es comprensible, garantiza con su poder militar disuasivo la defensa de su propio territorio e intereses de sus aliados y el cumplimiento de sus objetivos y tareas como Estado. Pero que también, a la par de China, sirve de contrapeso a los Est*dos Unidos y sus aliados, para garantizar la paz mundial y que el Derecho internacional no sea pisoteado. Tareas que la misma ONU ha sido incapaz de cumplir.

La defensa siempre ha sido prioridad para Rusia. 

Luego de veinte años de transición, fragilidad económica y obsolescencia tecnológica militar, “el oso” está de regreso: Con un presupuesto de defensa mucho menor que el de Estados Unidos y la OTAN ($ 154 000 de dólares, frente a $778 de los EE. UU. en el 2020), Rusia ha redefinido sus doctrinas militares al punto de asumir una “defensa total” y dinámica asimétrica pero puntual, inteligente y efectiva, apalancada principalmente en el desarrollo sin par de la ciencia y la tecnología militar y civil rusa. 

Cohetes hipersónicos de intersección y ataque, nuevas armas, equipos y vehículos con tecnologías de cuarta y quinta generación en todas las ramas de las Fuerzas Armadas, modernización del entrenamiento y equipamiento de las tropas, profesionalización del personal, etc., garantizan al país respuesta rápida y contundente a cualquier ataque a su seguridad, como hoy lo está demostrando.

Rusia ha mostrado al mundo sus nuevas capacidades en el campo militar en sus exitosas misiones en Siria y en otros escenarios donde aún se llevan adelante pequeños y medianos conflictos, donde los rusos poseen también intereses o asisten para dar cumplimiento a sus compromisos y tratados internacionales.

Sin embargo, es necesario recalcar que todo este enorme blindaje tecnológico y militar, no sería nada sin el espíritu nacionalista y profundamente apegado a su cultura, a su historia y al amor a su tierra, que aseguran la moral vencedora de los rusos y sus pueblos hermanos.

Es fácil observar un pronunciado y constante declive en la influencia y el poder en el mundo de los Estados Unidos como potencia global. Lugar que va dejando un vacío rápidamente llenado por otros actores importantes: China en el aspecto económico, financiero e industrial y Rusia en el terreno militar, pero sobre todo en el político.

Es un hecho que Rusia, aunque tiene todavía terreno que recorrer en el campo económico y financiero, también camina con paso fuerte hacia la consolidación como potencia económica global, esto es algo que no es difícil para un país que cuenta con reservas inmensas de casi todos los elementos de la Tabla Periódica de los Elementos, que posee una poderosa y dinámica base tecno-científica e industrial, recursos humanos de alta calidad, respaldados por educación de primer nivel y motivados obviamente por el bienestar personal y familiar, pero sobre todo por un nacionalismo genético, incubado desde las propias raíces de su milenaria historia que han garantizado la sobrevivencia y el desarrollo de Rusia.

A lo interno, el Estado sigue siendo el líder de la sociedad rusa y la economía de su país, seguido de la empresa privada y no al revés, promoviendo un “Estado de Bienestar” dentro de una democracia liberal moderada.

Eso marca una dinámica, tal vez más equilibrada, que favorece procesos de consolidación de ese modelo único de desarrollo socio-económico de Rusia a nivel interno y el poderío casi sin paralelo político-militar que garantiza la defensa del país y el cumplimiento de sus compromisos internacionales.

Si la URSS, atendiendo el entorno internacional hostil y la consecución de los objetivos propios del desarrollo del Socialismo y las fuerzas productivas en su territorio, tuvo que llevar adelante a marcha forzada y con grandes sacrificios para su población la construcción de mega-proyectos y obras ingenieriles de inmensa magnitud, Rusia ha tenido que emprender grandes obras de proyección internacional con la participación de otras naciones para alcanzar objetivos económicos y cumplir con su doctrina de paz y colaboración internacional.

Rusia (en todas sus etapas históricas) siempre ha sido una potencia científica e intelectual, cuyos logros no sólo se manifiestan en 23 premios noveles otorgados a sus científicos y hombres de letras, sino por los resultados concretos de las investigaciones y el trabajo de miles de hombres y mujeres en el campo de las ciencias y tecnologías. 

La biología, química, física y matemática aplicada a grandes invenciones han dado como resultado en revoluciones tecnológicas para la humanidad en los campos de la medicina, agricultura, ingeniería civil, hidráulica, atómica, en la aviación, náutica, aeronáutica, cosmonáutica, robótica, la industria automovilística, militar, la construcción de maquinarias y equipos, las TICS y tantos otros campos donde los rusos son líderes o protagonistas principales.

En la literatura (Pushkin, Tolstoi, Lérmontov, Dostoievski, Shólojov, Yevtushenko,…), en la música (Tchaikovsky, Glinga, Rachmáninov, Prokofiev, Shoshtakovich…) o en la pintura (Rublev, Shishkin, Repin, Kandinsky, Chagall,…) y en todas las artes, Rusia siempre ha sido una potencia inspiradora y guardadora de lo más sensible y profundo del ser humano.

Rusia apuesta a la colaboración y no a la guerra. Esta premisa toma cuerpo en un intercambio comercial con casi todas las naciones del mundo (incluyendo a los Estados Unidos y Europa), con especial énfasis en sus socios y aliados tradicionales, grandes y pequeños como es el caso de Nicaragua.

Aunque Rusia hoy en día es parte del sistema capitalista mundial, su comportamiento en la arena internacional se diferencia del de otros países que como Est*dos Unidos anteponen sus intereses depredadores e impositivos frente a otras naciones. Rusia aún se ciñe al Derecho Internacional clásico, a los Tratados, a la lealtad a su propia doctrina internacional de paz y colaboración y que esperamos que así continúe.

Como vemos, Rusia es un Estado cuya historia, persistencia y valentía avala el lugar que hoy ocupa en el mundo y que seguramente, estas mismas cualidades y constantes históricas son y serán un firme apoyo para seguir construyendo bienestar para sus pueblos, aportando a la paz y a la colaboración mundial.

Nuevamente el pueblo ruso y su gobierno se enfrentaban a un periodo de incertidumbre que obliga a un resurgimiento rápido y vigoroso de tan impactante terremoto sociopolítico y territorial. Incertidumbre y dificultades que a la vuelta de un par de décadas quedarían definitivamente superadas, convirtiéndose Rusia de nuevo en una potencia global, baluarte de las mejores tradiciones del pueblo ruso a lo largo de su historia.

Rusia ha dado continuidad a la política de paz, buscando siempre mantener y desarrollar los lazos históricos de amistad y colaboración con los países del espacio post-soviético y sus vecinos euroasiáticos y todo el mundo. Ha logrado crear nuevas alianzas regionales para el desarrollo, la colaboración, el intercambio comercial y la defensa.

Sin embargo, los Estados Unidos y sus socios europeos, principalmente los nucleados en la OTAN, por intereses políticos, económicos y geoestratégicos, han continuado con una actitud muy parecida a la que desarrollaron durante la Guerra Fría contra la URSS. El Imperialismo yanqui ha tratado de cercar a Rusia militarmente, agotarla económicamente y desestabilizarla políticamente, con el insano e irrealizable propósito de desmembrarla o destruirla.

Persiguiendo ese mismo objetivo, los Estados Unidos y la Unión Europea han influido negativamente en los procesos internos de algunos países vecinos de Rusia como Ucrania, tratando de revivir discordias históricas superadas, inventando disputas territoriales, atizando conflictos armados regionales, imponiendo a gobiernos pro-occidentales, ajenos a los intereses de su propia ciudadanía y a la tradición de hermandad entre los pueblos eslavos, además de infiltrar en la sociedad y la política rusa vectores y patrones culturales propios del capitalismo global y la ideología occidental decadente y nociva para la convivencia pacífica de los pueblos de Rusia.

El objetivo específico de Estados Unidos en este conflicto está más que claro (entendiendo que una guerra entre la OTAN y Rusia, es suicida para todos los involucrados), pues los gringos se sienten “en palco”: Si no logra integrar a Ucrania, a Georgia y otros países vecinos escandinavos a su órbita militar, entonces (calculan ellos) Rusia se desprestigia, desgasta y desestabiliza, especialmente el gobierno de Putin. El conflicto lo enemista y aleja –principalmente- de Alemania y Francia, que ahora en mucho no comparten con sus aliados de ultramar su visión de la política europea y que dependen en gran medida de Rusia para palear su crisis energética.

Desde el año 2014, la OTAN (principalmente los Estados Unidos, Reino Unido y Polonia) han apoyado política y militarmente a las élites neofascistas y anti-rusas a una aventura militar contra la Federación Rusa. Las provocaciones en las fronteras de las repúblicas independientes de Luhansk y Donetsk (rayanas en el genocidio), amenazando con integrarse como miembro pleno de la OTAN y facilitar su territorio y capacidades para atentar contra la seguridad nacional de Rusia, todo esto ha obligado a la Federación Rusa a desplegar una operación especial militar para frenar a Ucrania y sobre todo a sus patrocinadores occidentales en sus ambiciones.

Esta campaña militar limitada tras dos meses de duros combates y el avance de las tropas rusas y de los ejércitos de las repúblicas independientes de Luhansk y Donetsk va cumpliendo con sus objetivos, pese a la descarad intromisión del principales países del Occidente colectivo que asesoran y arman al ejercito ucraniano y han desplegado una verdadera guerra económica y financiera a través de sanciones y cierre de mercados a Rusia.

Nuevamente hoy los nietos y bisnietos de los soldados del Ejército Rojo que combatieron y vencieron al fascismo y militarismo alemán en la Gran Guerra Patria, están en pie de lucha combatiendo no sólo por su tierra, su gente, su cultura y su Estado, sino por la libertad y la instauración de un nuevo orden mundial, de un mundo multipolar, donde impere el Derecho Internacional, la colaboración y la convivencia pacífica entre los pueblos y naciones.

Pueblos de la Federación Rusa:

Los ex becarios de la antigua URSS, junto a todo el agradecido pueblo nicaragüense, nos inclinamos hoy respetuosamente ante a esos ciudadanos y soldados siempre victoriosos rusos, chechenos, osetios, tártaros y de los casi doscientos pueblos originarios de la Federación Rusa hoy como ayer combaten y seguramente vencerán al enemigo que pretende imponernos su modo de vida y perpetuar su sistema socioeconómico explotador y su ideología fascista.

Agradecemos su histórica disposición, entrega y sacrificio por la paz y el progreso global, su lucha permanente contra el fascismo y cualquier forma de opresión, por construir un nuevo Orden mundial, multipolar e inclusivo para toda la sociedad humana contemporánea y futura.

¡Viva la amistad entre los pueblos de Nicaragua y Rusia!

 Edelberto Matus

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