
El fin de semana pasado editorializábamos contra la gran mentira que se fraguaba culpabilizando a Putin y “su guerra” de la subida de precios y de todas las miserias que se avecinan.
Al respecto, un lector nos comentaba que “hablando con una paisana de la bárbara subida de la gasolina, me saltó con la frase que ustedes han dicho: la culpa es de Rusia”.
Y añadía “me callé por prudencia, y me dije: esta paisana solo mira RTVE; y efectivamente me lo confirmaba cuando le pregunté que adónde se había enterado de semejante acusación”.
Apenas habían pasado 24 horas y el propio Sánchez, más desvergonzadamente Pinocho que nunca, salía cual maletilla desenfrenado a lidiar, en este ruedo ibérico nuestro, la gran faena de la farsa acerca de las causas de la agravación de la crisis económica y de sus consecuencias socio-laborales.
Y, como se suele decir, poco le faltó para culpar a Putin hasta de la muerte de Manolete.
Seguro que sabía que días después, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), anunciaría que a partir de junio no habría más estímulos (lo que venden como ayudas); poniendo por delante la sagrada misión de proteger a los beneficios de los magnates y grandes empresas europeas de la inevitable erosión que supone toda inflación excesiva.
Pero ¿en nombre de qué dejará de fotocopiar euro-estímulos el BCE? ¿En nombre de que es una falacia macroeconómica que en sí ya provoca inflación? Claro que no: es Putin y “su guerra”. ¡Que lo sepan los transportistas y todos los sectores que amenazan con salir a la calle!
Hay que acallar de forma preventiva la amenaza de la calle. Sánchez sabe lo que se viene, así como toda la caterva de parásitos que ha hecho saltar en una década el porcentaje de la deuda del 35 a más del 100 por ciento del PIB a golpe de rescates bancarios y otros.
Saben que está mil veces más justificado que en 2011 salir a gritar “no queremos ser mercancía en manos de políticos y banqueros”.
Hasta la Botín ha querido bajar al ruedo ibérico a decirnos que esto va de sacrificarse contra los designios malvados del ruso y que, para solidaria, ella es la primera en… bajarse la calefacción a 17 grados. Y se quedan tan panchos. ¿Tan seguros están de que todo les va a salir mediáticamente gratis?
Todo lo seguro que les garantizan las pólizas que pagan a la jauría mediática de plumíferos y de lorocutores con disfraz de periodista. En toda esta farsa para desviarnos la atención de qué ocurre y contra quiénes tenemos que dirigir nuestras diatribas y luchas, juega un papel de soldadesca avanzada toda una cohorte de falsimedios.
Estos justifican su nómina –bastante más elevada que la de la vecina de nuestro comentarista de arriba- prestándose a copar las pantallas y páginas de tabloides sin ningún escrúpulo en seguir el guion-parte de guerra mediático que les dicte el cuartel general de la OTAN.
Así, sin pudor alguno, repiten con aires de “que no miran al apuntador” lo mal que está la libertad de expresión en una Rusia que ya está en guerra, mientras aquí justifican asquerosamente que se cierren medios como Rusia Today y Sputnik sin cotejar, por ejemplo, que tienen una información mucho más equilibrada que El País y otros de su libre “calaña”.
Llevan días con un control-machaque informativo tan bestial que es normal que, en la mesa de al lado del bar donde hemos tomado nuestro desayuno, un chaval comentara asustado que en la tele alertaban sobre el riesgo de que “el ruso” bombardeara nuestro país.
Y es que hay que engañar y aterrorizar al máximo a fin de paralizar preventivamente a la gente. Sueñan con que incluso quienes nieguen su relato-fake sean acusados como colaboracionistas del bárbaro y despiadado Putin.
Cuando ocurren estas maniobras intoxicadoras a gran escala, no sirve para nada ir a la defensiva. Hay que devolverles la porquería con vehemencia y constancia. No cabe otra que argumentar que el occidente capitalista está preñado de agresividad.
Y que esta ultra agresividad nerviosa del occidente capitalista es la contradicción de un sistema que lleva, en realidad desde hace demasiado tiempo, “pidiendo” una guerra mundial como las dos que ya hubo.
Pero que, por otro lado, sabe de la imposibilidad de que sea igual que las anteriores porque el escenario post les da terror a ellos mismos. La pus no puede salir y pudre más que nada al propio centro del campo capitalista avanzado de donde sale la necesidad de guerra.
Por eso todo nuestro alrededor se está pudriendo sobremanera y, ciertamente, hay que prestar mucha atención hacia dónde se dirige esa soberbia imperial adobada de impotencia y frustración.
No pueden vivir sin provocar guerras pero tienen miedo también de ellas. Miedo de las de fuera y miedo a las de dentro, de esas que “revolucionan” la historia y que esta, la historia, nos enseña que toda guerra favorece en principio.
Y es precisamente para que al final no se revolucione la cosa, que ya han declarado con anticipación zafarrancho de combate mediático a más no poder. Habrá que presentarles batalla con toda la inteligencia (y paciencia) de la que dispongamos. Resistirles será vencerles… insurgentes.
https://insurgente.org/la-guerra-mediatica-que-nos-montan-para-que-equivoquemos-la-nuestra/