Hoy celebramos el 106 Aniversario del paso a la inmortalidad de Rubén Darío, el más universal de los nicaragüenses, quien falleció en su amado León, la noche del 6 de febrero de 1916. Después de 15 días de honras fúnebres, fue sepultado en la Catedral de León, donde hasta hoy yacen sus restos, sin embargo su obra sigue siendo vigente, acertada y visionaria.
Rubén Darío fue un creador de poesía, cuentos y relatos, crítica de arte, ensayos. Escribió una sola novela, hizo traducciones, páginas de autobiografía, pero sobre todo dejó una descomunal publicación como periodista en diversos periódicos de distintos países del mundo, muchas de las cuales aún permanecen desconocidas, sin embargo, en ellas encontramos la dimensión política y social de su ideario.
En ese sentido, Salomón de la Selva, quien conoció personalmente al poeta, escribió: “Es pasmoso, al releer a Darío, atestiguar hasta qué punto estaba despierto su intelecto a las preocupaciones universales, a las inquietudes sociales, políticas y económicas, viéndolo todo y previéndolo todo con extraordinario acierto». En esa relectura que advierte De la Selva, se encuentra a un Rubén Darío de dimensiones patrióticas, centroamericanistas, latinoamericanistas y hasta antiimperialistas.
En 1987, el Ministerio de Educación de Nicaragua en la segunda reunión del Comité Intergubernamental del Proyecto de Educación para la América Latina y el Caribe de la UNESCO, destacó: “Con la Revolución, surge el rescate y la revalorización de la figura de Rubén Darío como el poeta y escritor visionario de proyección política y social que emplaza al imperio y denuncia la injusticia de un sistema de opresión y explotación”.
En el espíritu de esa relectura en la que Rubén emplaza al imperio, se puede citar El Triunfo de Calibán, publicado en el diario El Tiempo de Buenos Aires, en 1898.
El académico Pablo Kraudy, sustrae de todo el artículo la caracterización que Rubén hace de Estados Unidos como «imperio de la materia»; «país de vida práctica y material, país del cálculo» cuyo ideal está circunscrito «a la bolsa y a la fábrica«, al «culto del dólar”; país que busca «no solamente influencia, sino también dominación'», lo que en la práctica ha demostrado: “¡soberbios cultivadores de la fuerza!», empeñados en «rehacer el mundo, a su imagen y semejanza», «aborrecedores de la sangre latina» y «enemigos de toda idealidad».
Esta caracterización nos hace pensar que solamente después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos ha participado en 201 de 248 conflictos armados hasta el 2021, y que el presupuesto asignado a la “defensa” para el año 2022 es de $ 768 mil millones de dólares.
Sin embargo, quieren rehacer el mundo, a su imagen y semejanza, proclamándose defensores de los Derechos Humanos y de la Democracia, palabra que a propósito no se encuentra por ningún lado en su Constitución Política, de ahí que Darío dijera que la raíz del imperialismo yanqui se encuentra en su constitución.
En 1902, Rubén publica en La Nación de Buenos Aires Invasión Anglosajona/Centro América Yanquee, artículo en el que sostiene: “El imperialismo [Norte] americano no es de hoy como algunos creen. Tiene sus causas y raíces profundas en la constitución y en la historia de ese gran país.
Cuando las colonias españolas de América se emanciparon, los Estados Unidos le dieron su ayuda, desde luego las reconocieron como naciones independientes, y proclamaron, para defenderla de la Europa, la célebre Doctrina Monroe… por medio de Monroe y Adams, trazaron a la Europa sus límites y le dijeron América para los americanos”.
Rubén, acertando en el corolario político que mueve al imperio yanqui para extender su hegemonía sobre América Latina, advertía en su artículo Por el lado del Norte, publicado en El Heraldo de Costa Rica, en 1892:
Por el lado del Norte está el peligro. Por el lado del Norte es por donde anida el águila hostil. Desconfiemos, hermanos de América, desconfiemos de esos hombres de ojos azules que no nos hablan sino cuando tienen la trampa puesta. El país monstruoso y babilónico no nos quiere bien. Si es que un día, en fiestas y pompas, nos panamericaniza y nos banquetea.
Y continúa, pero esta vez en su respuesta a una encuesta sobre el porvenir de los países hispanoamericanos en 1902: “Panamericanismo es una palabra inventada por los norteamericanos para inundar con sus productos todos los mercados del nuevo continente”, mientras él proponía “un hispanoamericanismo: la unión comercial, el arbitraje y la solidaridad moral de las repúblicas de lengua española”.
Darío se ubica contextualmente en la transición entre hispanoamericanismo y el panamericanismo. El hispanoamericanismo es el periodo comprendido entre la independencia de las naciones latinoamericanas y la celebración de la Primera Conferencia Internacional Americana de 1889-1890 en Washington, fue un periodo de esfuerzos por unificar a las naciones recién independizadas.
A partir de la referida Conferencia, Estados Unidos frustraría esos esfuerzos con su tesis del panamericanismo, es decir la de una sola América, con el fin de dominar a las fragmentadas y débiles economías de Nuestra América.
El último esfuerzo de este tipo fue la propuesta del ALCA del presidente Bush hijo, y que fue desmontada por los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez con la propuesta del ALBA.
Rubén Darío, quien falleció a los 49 años de edad, vio resquebrajar a su patria convertida en un protectorado de Estados Unidos, la imposición de la Nota Knox al gobierno de Zelaya, la invasión de la marina yanqui en 1912, la lucha antiimperialista de Zeledón, la firma del infame Tratado Chamorro-Bryan, y aunque no vivió para respaldar y difundir la lucha de Sandino, ante la envestida yanqui en su patria, escribió en una pieza epistolar a su amigo argentino Manuel Ugarte en septiembre de 1910, unos meses antes de la Nota Knox:
“Dado que Nicaragua será una dependencia norteamericana, yo no tengo la voluntad de ser yankee, y como la República Argentina ha sido para mí la Patria intelectual, y como, cuando publiqué mi Canto a la Argentina, la prensa de ese amado país pidió para mí la ciudadanía argentina, quiero, puedo y debo ser argentino… Usted sabe lo que yo he amado al Río de la Plata y yo sé que allí todo el mundo aprobaría mi preferencia por el Sol del Sur a las Estrellas del Norte”.
Rubén Darío, el poeta más grande de la lengua española, de alcance mundial, y como vimos de marcada ideología antiimperialista, siendo el líder intelectual del modernismo con méritos sobrados y consagrados, jamás recibió el Premio Nobel de Literatura, demostrando que aunque tengamos el poder, la capacidad, estamos contra el sistema que no nos quiere ver bien.
Este 106 aniversario de su paso a la inmortalidad, sirva para releer y reinterpretar a Darío antiimperialista.
Fuentes
Escritos políticos de Rubén Darío (2010) Selección, estudios y notas por Jorge Eduardo Arellano y Pablo Kraudy Medina. Managua: Banco Central de Nicaragua.
Cartas desconocidas de Rubén Darío (2000) Introducción, Selección y notas por Jorge Eduardo Arellano.
Publicado por Bryan Dávila
https://diariobarricada.com/el-antiimperialismo-en-ruben-dario/