Pablo Gonzalez

La Mentira De Los Dalai Lama


Tibet es uno de los lugares mas remotos del planeta. Esta ubicado en una meseta en el corazon de Asia, separado del sur de Asia por los Himalayas, las mas altas montañas del mundo.

 Un sinnumero de desfiladeros y seis cordilleras dividen la region en valles aislados. Antes de la Revolucion, China de 1949, no existaa ni un solo camino en Tibet para vehiculos de ruedas. 

La unica manera de viajar por los tortuosos y peligrosos caminos montañosos era en mula, a pie o en yak (animales de montaña que parecen vacas peludas). El comercio, las comunicaciones y el gobierno central era casi inexistentes.

Los revolucionarios maoistas vieron «Tres grandes carencias» en el viejo Tibet: la falta de combustible, la falta de comunicaciones y la falta de gente. Pero esas «Tres grandes carencias» no se debian a la situacion fisica sino, principalmente, al sistema social. Los maoistas decian que la causa de las «Tres grandes carencias» eran las «Tres abundancias»: «una abundancia de pobreza, una abundancia de opresion y una abundancia de temor a lo sobrenatural»

El viejo Tibet (de antes de las transformaciones revolucionarias que empezaron en 1949) era una sociedad feudal. Existian dos principales clases: los siervos y los aristocratas propietarios de siervos. Los tibetanos vivian como los siervos de la Edad Media en Europa, o los esclavos y los aparceros africanos en el Sur de Estados Unidos.

El hermano mayor del Dalai Lama, Tubten Jigme Norbu, afirma que en el orden social lamaista «no hay un sistema de clases y la movilidad entre las clases hace imposible el prejuicio clasista». Pero la mera existencia de esa orden religiosa se basaba en un sistema de clases rigido y cruel. 

A los siervos los trataban como «inferiores» odiados, tal como los esclavistas trataban a los negros en el Sur de Estados Unidos. No podian usar los mismos asientos, palabras ni utensilios de cocina que sus dueños. Los castigaban con latigazos si tocaban alguna cosa del propietario. Los dueños y los siervos estaban tan alejados el uno del otro que en muchas partes hablaban distintos idiomas.

Alrededor del 2% de la poblacion lo formaba la clase alta, y el 3% eran sus agentes, capataces, administradores de sus fincas y comandantes de sus ejercitos privados. Los gerba, una elite pequeñisima de 299 familias, estaban en la cima del sistema. Han Suyin escribio: «Solo 626 personas poseian el 93% de las tierras y de la riqueza nacional y el 70% de los yakes en Tibet. Entre ellos estaban los 333 cabezas de monasterios y autoridades religiosas, y las 287 autoridades seculares (contando la nobleza del ejercito) y seis ministros del gabinete».

Muchos siervos se enfermaban a causa de desnutricion. El plato tradicional es un potaje hecho de te, mantequilla de yak y harina de cebada que se llama tsampa. Los siervos casi nunca probaban carne. Una investigacion de 1940 encontro que en el este de Tibet el 38% de los hogares nunca tenian te; solo tomaban una bebida de hierbas que encontraban o «te blanco» (agua caliente). 

En ocasiones, el 75% de las familias se veian obligadas a comer pasto; la mitad de la poblacion no tenia para comprar mantequilla, que era la principal fuente de proteinas.

El sistema de gobierno de los lamas se forjo en medio de rios de sangre. Se dice que los lamas asesinaron al ultimo rey de Tibet, Lang Darma, en el siglo 10. Despues siguieron siglos de guerras civiles con masacres de monasterios enteros. En el siglo 20, el decimotercer Dalai Lama pidio a los imperialistas britanicos que modernizaran su ejercito; tambien les ofrecio soldados para luchar en la I Guerra Mundial.

Esos hechos bastan para comprobar que la doctrina lamaista de «compasion» y «no violencia» no es mas que hipocresia.

Los lamaistas de hoy cuentan la historia de un antiguo rey que intento cerrar la brecha entre los ricos y los pobres pero no pudo. Le pregunto a un sabio religioso por que no podia. «Se dice que el sabio le explico que la brecha entre los ricos y los pobres no se puede cerrar a la fuerza, porque las condiciones de la vida actual son siempre las consecuencias de las acciones de la vida anterior y, por lo tanto, no es posible cambiar el curso de la vida por la fuerza de la voluntad».

Grunfeld escribe: «Desde un punto de vista puramente secular, esta doctrina debe considerarse una de las formas mas ingeniosas y nocivas de control social que se haya inventado. Para el tibetano comun y corriente, aceptar esa doctrina significaba aceptar la idea de que es imposible cambiar su destino. Si uno nacia esclavo, segun la doctrina del karma no era culpa del esclavista sino su propia culpa por haber cometido delitos en una vida anterior. 

A su vez, la vida privilegiada del esclavista era la recompensa que este recibia por lo que hizo en una vida anterior. Asi pues, el que intentara romper las cadenas de su presion se condenaba a si mismo a una vida futura peor de la que ya padecia. Evidentemente, no son ideas que llevan a la revolucion…».

A mediados de la década de 1950, los siervos de Tibet, inspirados por la revolución china, empezaron a invadir tierras de los lamas y de la aristocracia. En respuesta, la clase dominante feudal hizo una alianza secreta con la CIA y organizó resistencia armada en 1957 y 1959, pero fue derrotada y el Dalai Lama huyó a la India.

A raíz de que el Dalai Lama recibió del gobierno estadounidense la más alta condecoración (Medalla de Oro del Congreso), el gobierno chino se sintió ofendido y protestó la doble moral del gobierno de Bush, por haberle otorgado a un traidor y agitador, que como refugiado político, se dedica a actividades secesionistas bajo el disfraz de la religión.

Las religiones han tenido una estrecha relación no sólo con la violencia sino también con la explotación económica. Por cierto, es a menudo la explotación económica la que necesita la violencia. Así fue con la teocracia tibetana, hasta 1959, cuando el Dalai Lama presidió por última vez el gabinete laico del Tibet. Donde la mayor parte de la tierra arable seguía organizada en propiedades señoriales religiosas o laicas, trabajadas por siervos.

Incluso un escritor como Pradyumna Karan, simpatizante del antiguo orden, admite que “una gran parte de los bienes raíces pertenecía a los monasterios, y la mayoría de estos amasó inmensas fortunas… Además, monjes individuales y lamas pudieron acumular grandes riquezas mediante su participación activa en el comercio, los negocios y los préstamos de dinero.”

Durante todos los años 60 la comunidad tibetana exiliada se embolsó secretamente 1,7 millones de dólares al año de la CIA, según documentos publicados por el Departamento de Estado en 1998. Una vez publicado este hecho, la propia organización del Dalai Lama publicó una declaración en la que admitió que hubo millones de dólares de la CIA durante los años 60 para enviar escuadrones armados a Tibet a fin de debilitar la revolución maoísta. 

La parte anual del Dalai Lama fue 186.000 dólares, convirtiéndolo en un agente a sueldo de la CIA. La inteligencia india también lo financió así como a otros exiliados tibetanos. Se ha negado a decir si él o sus hermanos trabajaron con la CIA. La agencia también declinó todo comentario.

En la actualidad, sobre todo a través de la Fundación Nacional a Favor de la Democracia (NED) y otros conductos que suenan más respetables que la CIA, el Congreso de EEUU sigue destinando más de 2 millones de dólares al año a tibetanos en India, y más millones para “actividades democráticas” dentro de la comunidad exiliada tibetana. 

El Dalai Lama también recibe dinero del financista George Soros, que ahora maneja la Radio Europa Libre/Radio Libertad, creada por la CIA, y otros institutos.

Un artículo de 1999 en el Washington Post señalaba que el Dalai Lama sigue siendo venerado en Tibet, pero… pocos tibetanos saludarían el retorno de los corruptos clanes aristocráticos que huyeron con él en 1959 y que incluyen al grueso de sus asesores. 

Muchos agricultores tibetanos, por ejemplo, no tienen interés en devolver a los clanes las tierras que obtuvieron gracias a la reforma agraria china. Los antiguos esclavos de Tibet dicen que ellos tampoco quieren que sus antiguos amos vuelvan al poder.

En los últimos años de la década del 80 se dieron fuertes luchas en las ciudades de Tibet contra el gobierno chino. Este las reprimió con balas y arrestos en masa. Esas rebeliones rescataron al Dalai Lama de largos años de oscuridad al nivel internacional. De repente poderosas fuerzas del mundo lo trataban como a una celebridad y hasta le dieron el premio Nóbel de la Paz.

El público ve una imagen romántica del Dalai Lama: lo pintan como un santo moderno que está librando una lucha no violenta contra fuerzas abrumadoras. Lo presentan como el líder y centro espiritual de un movimiento de independencia que lucha para «liberar a Tibet» del poderoso gobierno central de China dirigido por Deng Xiaoping. 

Es una imagen falsa.

https://iwwz.org/2020/11/13/farsa/

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