Aumentan las voces que coinciden en la necesidad urgente de reemplazar la Organización de Estados Americanos (OEA) por organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), entre otros. Esto permitiría un enfoque distinto en la integración regional latinocaribeña.
Uno de los detonantes ha sido el papel del secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien ha sido patrocinado firmemente por Estados Unidos en su injerencia en los asuntos internos de diferentes países de la región.
Bolivia: Almagro debe irse.
El pasado 9 de agosto, Almagro ratificó un informe presentado en 2019 que supuestamente detectó irregularidades en el proceso electoral de ese año y un “fraude” en favor del entonces presidente y candidato, Evo Morales.
En una reunión virtual extraordinaria del Consejo Permanente del organismo, celebrada el pasado miércoles 25, los ministros bolivianos de Justicia, Iván Lima, y de Asuntos Exteriores, Rogelio Mayta, además del embajador de Bolivia ante la OEA, Héctor Arce Zaconeta, condenaron el comunicado acusando a Almagro de excederse en sus funciones y agredir la soberanía de Bolivia al tiempo que viola las normas de esa organización y de los principios internacionales de no intervención.
Lima señaló en marzo pasado la posibilidad de tomar acciones legales en contra de Almagro por sus afirmaciones en torno al supuesto fraude electoral de las elecciones presidenciales de 2019 en Bolivia y su apoyo al golpe de Estado.
A comienzos de agosto, Mayta afirmó que "Almagro tiene que darse cuenta de que lo mejor que podría hacer es irse de la OEA porque, si no se va ahora voluntariamente, está haciendo tan mal las cosas que puede resultar siendo echado de su cargo".
Morales, por su parte, le acusó de crímenes de lesa humanidad agregando que nunca se pronunció por los 36 asesinatos, los más de 800 heridos, los mil 500 detenidos ilegalmente y el centenar de perseguidos por el gobierno dictatorial de Jeanine Áñez.
El embajador nicaragüense, Luis Alvarado, consideró “ilegal y falaz” el informe presentado y reiteró la “firme e indeclinable solidaridad y respaldo al pueblo y Gobierno de Bolivia, que sigue haciéndole frente a la agresión golpista perpetrada desde la Secretaría General de la OEA”.
La embajadora mexicana, Luz Elena Baños, criticó a Almagro por “extralimitarse en sus funciones” y “profundizar la polarización” en el hemisferio.
El canciller de este país, Marcelo Ebrard, manifestó el domingo pasado que “Alguien le tiene que mandar un oficio, o algo, a Almagro, pero la OEA no puede seguir siendo un instrumento de intervención”.
Advirtió que, en la cumbre de la Celac del próximo 18 de septiembre, se tiene fijada esa meta y que “México pueda, con el excelente diálogo que tiene el presidente López Obrador con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris, ser quien pueda facilitar que se llegue a este acuerdo”.
El pasado 24 de julio, en un discurso en homenaje al Libertador Simón Bolívar, el presidente mexicano pidió la sustitución del organismo regional por otro que no sea “lacayo de nadie”, algo parecido a la Unión Europea (UE).
Por qué es importante: La iniciativa, que desde hace más de una década planteó el Comandante Hugo Chávez durante su gestión de gobierno, parece tomar forma en la región, debido a que su estabilidad e integración ha sido perjudicada por un ente que carga con el peso histórico de estar bajo el control de EE.UU., organiza golpes de Estado como el de Bolivia, propicia intervenciones militares en Venezuela y apoyar intentos de aislamiento de Cuba, entre otras vergonzosas gestas.
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