La guerra en Afganistán empezó en el año 2001 con la invasión estadounidense en la llamada Operación Libertad, a un costo de casi 150 mil muertos, según datos de Amnistía Internacional.
Las tropas yanquis y la de sus aliados de la OTAN, cargan con la responsabilidad de la muerte de unos 71 mil civiles; 5,3 millones de desplazados, el aumento de la pobreza, malnutrición y falta de acceso a la sanidad, en esa guerra imperialista contra un país lejano al territorio estadounidense, cuya población civil pagó con la vida.
Ante el fracaso obtenido, ahora quieren cambiar la historia y vender una imagen de “preocupación” por el bienestar de los afganos. Así lo hizo Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, durante una rueda de prensa celebrada en Hanói, al finalizar su visita oficial a Vietnam, donde declaró cinismo:
“Vamos a hacer lo que sea posible, política y diplomáticamente con la ayuda de nuestros aliados, para asegurar y continuar el trabajo en la protección de las mujeres y niños en Afganistán, después de la retirada de las fuerzas estadounidenses”.
¿Se le habrá olvidado a la vicepresidenta que Estados Unidos nunca protegió a ninguna mujer ni a niños, en estos veinte años de una guerra despiadada y sin sentido, que ha destruido a ese país e incluso permitió el incremento de la producción de heroína en más de 8 veces?
¿No habrá tenido acceso a los informes de las declaraciones de algunos pilotos, quienes aseguran que sus ataques provocaron la muerte de civiles inocentes, entre ellos mujeres y niños, como el terrible caso del bombardeo sobre una casa donde se celebraba una boda, donde pocos quedaron vivos para contarlo?
Varias imágenes sobre casos similares fueron difundidas en días pasados, por el medio Connecting Vets, quien desarrolla una investigación que incluye entrevistas a pilotos de guerra, abogados militares y controladores de la Fuerza Aérea yanqui.
Uno de los operadores de drones no tripulados y cuya identidad no fue revelada, dijo: “Los ataques con drones eran punitivos, matar por matar”. Otro reconoció”: “Está claro que no marcábamos la diferencia entre militares y civiles”.
El piloto de un Boeing Insitu ScanEagle, admitió que mató por error a dos ciudadanos afganos y a un menor, mientras trabajaba con los marines estadounidenses en la provincia de Hilmand, al suroeste del país: “Iban en una motocicleta y, por mala suerte, entraron en la misma intersección que nuestro objetivo, cuando el fuego infernal los impactó”.
¿Esa es la protección que plantean darle a las mujeres y niños, después de masacrar a miles de civiles inocentes?
Las cifras oficiales son suficientes para conocer que, Estados Unidos en sus guerras imperiales solo deja muerte, hambre y desolación, en países que antes tenían otro nivel de vida.
En el 2020 el Mando Central de las Fuerzas Aéreas, publicó estadísticas que revelan un incremento de seis veces, el número de ataques aéreos en Afganistán en los años 2018 y 2019. De 900 ataques en el 2015, aumentaron a 7 mil 423 en el 2019.
Expertos del Council on Foreign Relations reconocieron en 2017, que Barack Obama autorizó ampliar el uso de drones en Afganistán y otros países como Irak y Libia, contabilizando 542 ataques que mataron 3 mil 797 personas.
Basta de engañar y dulcificar las guerras de Estados Unidos, que bajo pretextos falsos invaden y roban los recursos naturales de los agredidos.
La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA), publicó un informe el 26 de julio 2021, donde asegura que el número de civiles muertos o heridos en la guerra, aumentó considerablemente desde que las tropas yanquis y de sus aliados, iniciaron la retirada de ese país, al afirmar que: “En el primer semestre de 2021, mil 659 civiles murieron y 3 mil 524 resultaron heridos, lo que representa un aumento del 47 % con respecto al mismo período en 2020”.
Para demostrar la hipocresía de Kamala Harris, el 46 % de las víctimas fueron mujeres y niños, en una guerra que no logró los objetivos que se plantearon los yanquis hace 20 años atrás. Según UNAMA, 783 personas murieron y mil 609 resultaron heridas entre mayo y junio, la cifra más alta para igual período desde 2009.
El costo de muertos y heridos por las partes implicadas es muy alto, en una guerra injustificada. A eso se suma el dinero malgastado, que Estados Unidos pudo invertirlo en mejorar su sistema de salud, que no respalda a quienes carecen de fondos para comprar un seguro médico.
El costo estimado de las guerras de Afganistán e Irak, hasta el 2020, asciende a 2 billones de dólares, que Estados Unidos financió con préstamos y se dice que para el 2050 los intereses a pagar estarán por encima de los 6,5 billones de dólares, y serán sufragados con los impuestos del pueblo norteamericano, en guerras que no le fueron consultadas.
Declaraciones del gobierno yanqui aseguran que pagarán más de 2 billones de dólares en la atención médica, discapacidad, entierros y otros costos de los 4 millones de veteranos de las guerras de Afganistán e Irak.
Para ayudar a los refugiados afganos desembolsarán 500 millones de dólares, dinero que se pudo evitar si los yanquis dejaran de hacerle la guerra a otros y sacaran enseñanzas de tantos fracasos.
El único beneficiado en esas guerras es el complejo militar industrial, enriquecido con la sangre que otros derraman, como en la guerra contra el pueblo iraquí, ejecutada sobre una gran mentira, donde han muerto desde el año 2003, un total de 4 mil 490 estadounidenses y otros 4 mil 908soldados de la coalición.
Es tiempo que el pueblo estadounidense se niegue a continuar enviando a sus hijos a matar y poner sus cadáveres en tierras lejanas.
Por eso José Martí expresó: “Es criminal quien ve ir al país a un conflicto que la provocación fomenta”.
Por Arthur González.
Fuente: Heraldo Cubano
https://zonafrank.wordpress.com/2021/08/30/quieren-cambiar-la-historia-de-su-guerra-en-afganistan/