Jeff, su sombrero de vaquero y la mitología oligárquica que representa son la imagen por excelencia de lo que estamos combatiendo.
Por alguna extraña coincidencia, terminé la magnífica obra de revisionismo histórico de Heather Cox Richardson, How the South Won the Civil War (Como el Sur ganó la Guerra Civil), el 20 de julio, el día en que Jeff Bezos se lanzó al espacio.
La yuxtaposición me proporcionó conocimientos sobre el sombrero vaquero de Bezos que de otro modo no habría conseguido, sobre cómo el mito del individualismo vaquero fue aprovechado para restaurar el gobierno oligárquico después de la Guerra Civil, y por la derecha moderna para hacer retroceder los movimientos por la democracia desde Goldwater hasta Reagan.
Cuando la oligarquía extractivista del Sur, basada en el algodón, fue destrozada por la guerra, y la Reconstrucción trajo una auténtica oleada de democracia a la región, ello dio lugar a legislaturas multiétnicas que empezaron a proporcionar bienes públicos básicos a toda la población, como escuelas, hospitales y carreteras.
En el ínterin, la economía extractivista comenzó a desplazarse hacia el Oeste, siendo la ganadería una de sus principales industrias.
A través del Partido Demócrata, los oligarcas ganaron tracción en el Norte y en el Sur con el mito del vaquero individualista. Richardson escribe: "… contrastaron lo que veían como un sistema de redistribución de la riqueza basado en la raza que se estaba imponiendo en el Este con una imagen del Oeste americano en la que los hombres trabajadores no pedían nada al gobierno, sino que se les dejara en paz.
La era de los vaqueros y la Reconstrucción coincidieron casi exactamente... Los demócratas mitificaron al vaquero, autosuficiente y laborioso, que se abría camino en el mundo por sí mismo... En 1880, el vaquero se había convertido en una imagen icónica del individualista americano…"
En realidad, los vaqueros eran jornaleros mal pagados que generalmente permanecían así, un tercio de ellos era gente de color. Algo así como los trabajadores de los almacenes de Amazon. Simultaneamente, el Oeste fue la región en la que el gobierno federal estuvo más involucrado.
Proporcionó subsidios y concesiones de tierras a los ferrocarriles, mientras el ejército estadounidense empujaba a las tribus nativas a las reservas.
La industria ganadera no habría sido posible sin esas intervenciones gubernamentales. Al igual que los viajes espaciales no serían posibles sin décadas de inversión pública, y mucho menos las redes informáticas y de transporte en las que Bezos y Amazon dependen para hacer sus miles de millones.
La propuesta fundamental de Richardson es que las fuerzas oligárquicas derrotadas en el Sur se regeneraron en el Oeste, donde las industrias extractivistas de la minería, la madera y la ganadería concentraron la riqueza y el poder en manos de unos pocos hombres situados en la cúspide un sistema de castas plagado de jerarquías raciales y de género.
Manteniendo a los nativos, los mexicanos y las mujeres en sus lugares asignados proporcionando mano de obra barata y gratuita.
Las fuerzas oligárquicas sufrieron verdaderas derrotas a manos de la democracia en la década de los 30 de la era de la Depresión.
Pero el movimiento conservador de derecha que empezó a surgir en la década de 1950 retornó de nuevo a la mitología del vaquero individualista como elemento de oposición a un gobierno federal que socavaba el poder empresarial y empezaba a restaurar los derechos civiles de los negros.
William F. Buckley y su nueva publicación, la National Review, fueron los principales exponentes del nuevo impulso.
"La retórica del Movement Conservatives de Buckley sobre la raza, reflejaba la advertencia hecha por los demócratas durante la Reconstrucción: un gobierno federal gigantesco estaba utilizando el dinero de los impuestos para ayudar a redistribuir la riqueza entre los negros que no lo merecían.
Y, al igual que durante la Reconstrucción, el vaquero americano era el rostro de la oposición, el hombre artífice de su éxito".
Richardson destaca la abundancia de westerns, o series de vaqueros, en las nuevas cadenas de televisión. Gunsmoke, Rawhide, Bonanza, Wagon Train, The Lone Ranger. Los westerns dominaban la televisión. En 1959 se exhibían 26 en la televisión.
Posteriormente, en 1964, el nuevo héroe de la derecha emergió del Oeste, Barry Goldwater, de Arizona, con sombrero de vaquero, un hombre supuestamente artífice de su propio éxito, cuya fortuna familiar en las grandes tiendas por departamentos se materializó en un Oeste enriquecido por los proyectos federales de agua y los contratos militares. Goldwater fue derrotado, sólo ganó en su estado y en el Sur profundo, presagiando la alianza Oeste-Sur que empezaría a dominar el Partido Republicano.
En 1968, el californiano Richard Nixon consagró la estrategia sureña y el resentimiento racial como una característica permanente.
En 1980, el vaquero supremo, Ronald Reagan, hizo sonar el silbato racista cuando proclamó su apoyo a los derechos de los estados en el recinto de la feria del condado de Neshoba, en Mississippi, cerca de donde fueron asesinados los activistas de los derechos civiles James Chaney, Michael Schwerner y Andrew Goodman en 1964.
Nadie explotó la imagen de la “reina del bienestar” negra (Black welfare queen) con más habilidad para socavar los programas sociales federales y la protección de los derechos civiles que Reagan.
Y nadie fue un defensor más eficaz que Reagan de la fe que une a los oligarcas de la esclavocracia con Goldwater y la derecha moderna, "... si el gobierno simplemente dejara a los hombres ricos en libertad pare hacer uso de su talento y encanto, crearían una prosperidad cada vez mayor y todo el mundo se haría más rico".
Hombres ricos como Jeff Bezos, ciertamente ha hecho más rica a una reducida clase acomodada, mientras parasita un sector minorista tras otro y crea brutales condiciones laborales en sus almacenes; mientras cabalga sobre las infraestructuras digitales, de carreteras y de aviación creadas gracias a la iniciativa e inversión del gobierno; mientras chupa como esponja las subvenciones públicas de los gobiernos estatales y locales de costa a costa.
Desde ese punto de vista, el sombrero de vaquero de Jeff Bezos tiene todo el sentido del mundo. Es la expresión de una mitología vaquera creada por los oligarcas ricos para socavar la democracia y la acción pública que repartiría la riqueza de manera más uniforme.
Incluso mientras sacan provecho del gobierno para seguir construyendo su propia riqueza y sus corporaciones, de la misma manera que los rancheros se apoyaron en los ferrocarriles subvencionados y en la caballería estadounidense. Bezos ha sido objeto de burlas por su sombrero de diez galones.
Pero si el sombrero te queda bien, úsalo.
El descenso hacia el dominio oligárquico no ha hecho más que agudizarse en los 40 años transcurridos desde la elección de Reagan, mientras que la democracia está bajo la presión de la clase oligárquica como no lo estaba desde la década de 1850. Concluye Richardson: "Ahora, por segunda vez, estamos llamados a defender el principio de la democracia".
Jeff, su sombrero de vaquero y la mitología oligárquica que representa son la imagen por excelencia de lo que estamos combatiendo.
Patrick Mazza
Publicado por La Cuna del Sol