En 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas, a iniciativa de los países miembros de la Unesco, proclamó el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa, con la idea de fomentarla en el mundo y de reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente, pero responsable, es un componente esencial de toda sociedad democrática".
La fecha recuerda la instauración de la Declaración de Windhoek y trata sobre los principios de la libertad de prensa a fin promover los medios independientes y pluralistas, siendo esta elaborada por periodistas de la prensa de África en 1991.
La declaración se produjo en un seminario de la UNESCO al que llamaron "Promoción de una prensa independiente y pluralista africana", celebrada y proclamada en, Namibia, del 29 abril a 3 mayo 1991 y más tarde fue aprobada por la Conferencia General de la UNESCO.
El 20 de diciembre de 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la decisión 48/432 declaró Día Mundial de la Libertad de Prensa el 3 de mayo, aniversario de la Declaración de Windhoek.
Cada año entonces la Unesco conmemora esta fecha, rindiendo tributo de esta manera a los numerosos periodistas alrededor del mundo que por decisión profesional ponen en peligro sus vidas en el esfuerzo de informar a sus sociedades y de promover el libre flujo de la información.
La Unesco convoca cada 3 de mayo a todos los países miembros y a sus sociedades a reflexionar sobre la libertad de prensa y los diversos tópicos que atañen a los temas del periodismo, la información y la comunicación. Entre los asuntos que han sido debatidos en años anteriores se encuentran:
“Los medios de comunicación y los conflictos armados”;
“Cobertura de guerra contra el terrorismo mundial”;
“Los medios de difusión como impulsores del cambio”;
“Medios de comunicación y buen gobierno”;
“¿Quién decide cuánto se informa” y
"Combatiendo el racismo y promoviendo la diversidad sobre el papel de la prensa libre"?
Hoy vivimos en un planeta muy conflictuado, en gran medida, por un periodismo que ha visto pasar el Día Internacional de la Libertad de Prensa sin el despliegue de otros años porque ha sido tan permisiva la libertad que pasó a ser otra cosa y se convirtió en un extremo peligroso que destruye países, acaba sociedades y es tan asesino como cualquier arma de exterminio Masivo.
A mí me corresponde hablar de la libertad de prensa en Nicaragua y lo primero que viene a mi mente es el cómo hemos retrocedido periodística y mediáticamente con los años en un país salvajemente agredido por terroristas mediáticos altamente cuestionables desde su rol esencialmente mercenario.
Si hacemos un balance pormenorizado entre el ayer y el hoy, a pesar del avance tecnológico; de las universidades hasta de garaje que paren “periodistas” como si fuesen zorras;
De la casi extinta radio que ha sido aplastada por la proliferación de la televisión y las redes sociales, concluiríamos que nuestro mundo, la Nicaragua de hoy es producto de lo que actualmente tenemos como materia prima.
Pienso que el periodismo y los medios desde donde se ejerce debe reconciliarse con la verdad y la primera gran verdad es que es un crimen seguir patrocinando desde una visión editorial ensangrentada el descarrilamiento del país por contenidos eminentemente políticos que no tienen ninguna relación con lo plantean algunos agitadores de la fatalidad con el pretexto de denunciar una dictadura que no existe, un estado de pánico que no se ve, un pueblo indignado que ahora se sabe estafado y un retroceso que contrasta con toda la infraestructura que se ve por todo el país, solo para citar algunos elementos que son gigantescamente visibles, pero que están ocultos para el odio.
Yo tengo una fe inquebrantable que la crisis que mercenariamente alimentan algunos “periodistas y medios de comunicación” va a terminar felizmente porque la razón está por encima de la insensatez y aquellos que no lo vean así, y a eso póngale sello, como dijo aquel que gritaba que no importaba que murieran 3 millones de nicaragüenses si eso valía para que se fuera Daniel Ortega, van a terminar molidos y triturados por el desprecio de este pueblo.
Uno ya no sabe hasta donde estos periodistas y medios que atentan contra la vida de los nicaragüenses van a ser capaces de llegar, pero ellos se alegran e insisten en reeditar los actos terroristas de hace dos años;
No ocultan el deseo de que aquí se nos venga un brote inmanejable del COVID-19;
Son los que culpan al Coronavirus hasta por la muerte de los accidentados;
Son los que celebran que no nos den préstamos;
Son los que se iluminan de felicidad cuando escuchan a los cavernícolas de Washington decir que nos viene otra sanción;
Hacen fiesta cuando un portaviones advierte que pasará cerca de nuestras aguas;
Son los que aplauden cuando presidentes de otros países, que tienen mucho más problemas que Daniel Ortega, nos tiran a matar pero sin la más mínima autoridad moral para hacerlo;
Son los que se entusiasman si hay un apagón; si no llega el agua a un barrio, si algún vulgar le dijo pestes al presidente en las redes sociales;
si un tan descerebrado como ellos ofendió a un brigadista que tocó una puerta para instruirlo sobre cómo prevenir la pandemia con aseo;
Son los que se jactan de llamar imbañables a las comerciantes del Oriental y son los mismos que denigran al periodismo mismo.
Es impresionante el desprecio mediático contra el sentido común y la sensatez de la mayoría de este pueblo y sobre todo del partido de papel de carretera norte que francamente se da a odiar por lo descaradamente anti nicaragüenses que han llegado a ser sus plumarios junto a otros que en la televisión y algunas radios se lanzaron a muerte contra el país.
No quiero establecer ningún orden cronológico en específico, pero quiero poner sobre la mesa algunos absurdos sobre los cuales los que amamos a este país debemos meditar.
Por ejemplo, ellos han querido vender que los tranques siempre fueron una expresión cívica de sus protestas y cuando el pueblo se hartó de las barbaries que desde ellos se originaron como los secuestros, asesinatos, violaciones, peajes y puntos de torturas, llegaron a decir que al ser levantados se les estaba violentando su derecho a la manifestación pacífica y lo proclamaban como verdad periodística.
En la misma sintonía los voceros del golpismo se juntaban en su oportunidad en los elegantes salones de los hoteles para exigir la libertad de expresión; ¿Libertad de expresión?
Aquí en sus estaciones de televisión, en sus periódicos, radios, revistas, en sus bloq, Facebook, Twitter, YouTube o cualquier otro medio han dicho barbaridades irrepetibles contra la fórmula presidencial y contra cualquiera que se le ponga en el camino.
Aquí descaradamente hasta el obispo Juan Abelardo Mata se atrevió a amenazar de muerte, nada más y nada menos que a Daniel Ortega, y lo hizo públicamente, porque me imagino cree que el hábito religioso lo inmuniza contra toda ley que persiga ese delito a la amenaza de muerte.
El cinismo que promueven los periodistas y medios del odio ha tenido origen también en los llamados empresarios que ponen cara de preocupados por la situación del país que endosan al Presidente de la República cuando fueron los del COSEP los que destruyeron la economía que teníamos y son los culpables de la instrumentalización laboral de sus empleados para sus fines políticos y son los culpables de las miles y miles de plazas de trabajo perdidas y son los culpables de la pérdida en el sector estatal de más de 900 millones de dólares, del tremendo daño al turismo, de la profundización de la crisis del INSS y de la recesión que tenemos encima.
Es increíble el cinismo de toda esta gente y lo más cínico de todo es que dicen que actúan en beneficio de la patria.
Uno se queda impresionado del cinismo de tan malos nicaragüenses que como carroñeros comen la carne descompuesta de los cadáveres que por ellos contamos y que solo portan en fotos porque si de compartir con las madres o las viudas o los huérfanos, algo del millonario presupuesto que les asigna la embajada americana para destruir nuestro país, ahí no valen, no son útiles, pues desde ese punto de vista los muertos, muertos están.
Toda esa falacia que los plumarios y mercenarios mediáticos lanzaron contra el apostolado que representa el periodismo y la responsabilidad que encierra la libertad de expresión propiamente dicha es un boomerang que también se les vino encima.
A las puertas del 7 de noviembre próximo y cuando a partir de hoy solo restan 176 días para las elecciones generales muchos plumarios y gargantas de los oportunistas se descubren estafados por quienes les compraron la dignidad por chelines a cambio de un mundo que jamás les llegará, pero ahora, y además, despreciados por un pueblo que desde hace mucho tiempo atrás sabe quiénes son.
Estos mercenarios a quienes identifico como centaveros y no como periodistas están más que preocupados porque al fin se descubrieron utilizados y lo peor que a cambio de chelines.
Lo digo porque uno de ellos, -digo el pecado no el pecador-, después de ver el desenlace de todo ese archipiélago oposicionista, del que ya sabíamos era una muerte anunciada, que fue perseverante en su odio, en el interés personal y su divisionismo hasta el final, me confesó sentirse avergonzado y que empezaría un retiro gradual de esa guerra campal de perros y gatos que se tienen esos que están lejísimos de ensuciar la suela de los zapatos de un Daniel Ortega que los venció sin determinar a uno solo de esos fracasados que de líderes no tienen nada.
La agenda política de los últimos días cargada por las reformas electorales, la elección de magistrados electorales, los comentarios sobre el calendario electoral, no me permitieron el propio 3 de mayo opinar o hablar sobre el Día Mundial de la Libertad de Prensa, pero porque tengo conciencia que los periodistas tenemos la enorme responsabilidad de saber administrar la libertad de prensa que tenemos lo traigo a colación, aunque sea a destiempo, porque Nicaragua está viva hoy y porque después del 7 de noviembre igual continuara viva y si nunca valió que los mercenarios mediáticos orquestaran el daño que se le hizo al país ayer, menos valdrá que lo hagan mañana cuando dentro de 176 días el pueblo de Nicaragua determine su destino en beneficio de la paz que le quisieron arrebatar y de la reconciliación efectiva que continua siendo la voluntad de los que queremos la estabilidad absoluta en la patria que no es mía, no es suya, sino que es de todos.
Por: Moisés Absalón Pastora.