La contundente victoria legislativa y edilicia del bukelismo (la derecha, pues) en el Salvador debe de llamarnos a la reflexión a todos los sandinistas.
A las puertas de nuestras propias elecciones presidenciales y legislativas en Nicaragua, se siente cierta “umbral de confort” en gran parte de nuestra militancia y en muchísimos de nuestros dirigentes a todos los niveles, que se decantan por la subestimación de nuestros adversarios o la sobreestimación de nuestras propias posibilidades.
Si bien es cierto que nuestra lucha es histórica, reivindicativa, popular y justa, la realidad nos ha demostrado que esas premisas ciertas no son garantía de ninguna victoria electoral.
Decíamos anteriormente que la poderosa fuerza contra revolucionaria de la ideología y la capacidad económica sin límites del Sistema capitalista mundial, han hecho mella y conquistan resultados en las mentes y acciones de los ciudadanos de a pie, algo que resulta anti-histórico y difícil de entender pero que sin embargo, tiene su explicación. De eso ya hablamos antes.
Vamos a los asuntos prácticos.
El noventa por ciento de nuestra militancia y cuadros partidarios están convencidos que los resultados del gran desempeño gubernamental (infraestructura vial, hospitalaria, educacional, habitacional, etc., además de las profundas y amplias políticas de desarrollo, de combate contra la pobreza, por la inclusión y el bienestar de todos los nicaragüenses, sobre todo los más pobres y tantos otros beneficios y restituciones de derechos impulsados por nuestro inigualable gobierno) son suficiente garantía para que el votante no-sandinista o al menos esa masa no definida políticamente que vive el día a día alejada de la política partidaria, más preocupada por sus propias vidas, se decida ya en la urna electoral por marcar su “x” en la casilla del FSLN.
La premisa es correcta, pero para muchos compañeros, a pesar de que esta base objetiva para el trabajo político que representa el buen desempeño de nuestro gobierno debe de ser una inigualable arma para conquistar votos, ellos la han transformado en un “argumento” para el comodismo que les da la falsa seguridad “de que ya la tenemos ganada”.
La realidad impuesta desde el mismo arranque del neoliberalismo en 1973, en América Latina, han dado la pauta de que el votante promedio (que va del menos informado a los estratos medios, que son la meta del esfuerzo de colonización de conciencias de nuestros adversarios) es conquistado apenas con un inteligente, bien dirigido y financiado trabajo sociológico y psicológico, a través de los medios masivos de propaganda.
Tres décadas después, con la irrupción en los procesos políticos de las nuevas tecnologías de la información que han posibilitado los llamados “golpes suaves”, “revoluciones de colores” y las “primaveras árabes” que a su vez han destruido países y cambiado abruptamente las realidades políticas de tantos otros a favor del Imperialismo yanqui, la destrucción del prestigio de los liderazgos nacionales adversos al sistema por medio de información falsa, las promesas vacías pero creíbles y esperadas por un público ansioso y controlado, la aparente sinrazón ha escalado hasta límites insospechados.
Bukele, Bolsonaro y Macri, cada uno en su momento, son la prueba cercana de tal “anti-lógica” y perversión de las reglas de la lucha política tradicional sin embargo, no hay nada “casual”, ni “espontaneo”:
Todo es parte de una estrategia global que también usa (como en algunas técnicas ancestrales de lucha cuerpo a cuerpo) nuestra propia energía y movimientos (en este caso, nuestros propios errores y omisiones) para para derrotarnos y someternos.
A menos de nueve meses de las elecciones presidenciales y legislativas, tal vez más importantes para el destino del pueblo nicaragüense y el paso arrollador de la Revolución Popular Sandinista, es necesario que pongamos el pie en el acelerador de la creatividad, abandonemos pre-conceptos, estereotipos y sobre todo, pausemos nuestras propias diferencias y discusiones y nos concentremos en ganar las elecciones de noviembre próximo.
La discusión interna y la ventilación de nuestras inconformidades es fundamental, sin embargo debemos de hacer un alto y retomarlas luego de la victoria electoral o no habrá nada de que discutir.
El Estado y el gobierno trabajan incansablemente haciendo lo propio, el Partido está movilizado en los territorios y realizando lo planificado, pero falta más, mucho más.
Nos enfrentamos a un nuevo paradigma de lucha política.
El enemigo se ha reinventando en sus formas de lucha ideológica y conquista política, pervirtiendo las normas internacionales, la poca ética política que aún quedaba y sobre todo, en el campo practico, poniendo a su servicio las nuevas herramientas digitales, informáticas y tecnológicas.
Al menos en las bases, los sandinistas no hemos analizado en qué (muy aparte del accionar planificado de nuestros enemigos golpistas) nosotros mismos hemos tenido responsabilidad o culpa en lo sucedido en abril del 18.
Esa es una tarea pendiente que algún día el Partido debería de realizar, pero que por el momento cada uno de nosotros (bases y dirigencia) debe de entender y utilizar como punto de partida de lo que se debe y no debe hacer para conseguir nuestros objetivos inmediatos, a mediano y largo plazo.
Digo esto porque, además del odio ideológico “tradicional”, abril subyace (para bien o para mal) en la memoria corta de la última generación de nicaragüenses y a pesar de los inmensos logros y obras de nuestro gobierno sandinista, no hemos podido totalmente derrotar esa “narrativa” (como dicen ellos), esa distorsión de lo vivido y que permanentemente es avivada por el mensaje opositor y contrarrevolucionario de la derecha y sus patrocinadores.
Ahí les va un ejemplo:
Cuando los sandinistas enfrentamos a un envenenado golpista o a cualquier ciudadano no-sandinista y mencionamos la inacabable lista de beneficios y obras del gobierno revolucionario en favor del pueblo y el desarrollo del país, inmediatamente contra-argumentan tan capciosa como sencillamente:
“Son obras realizadas con nuestros impuestos y es obligación del gobierno realizarlas”.
Pero esa “respuesta” no es ni original ni improvisada, sino que es obra de los “tanques de pensamiento” que originan los ya mencionados “golpes suaves” y está fabricada para motivar, empoderar al “opositor” y confundir a nuestros cuadros y militancia a la hora de la discusión política y el combate ideológico.
Es decir, ellos están cada día en la tarea de ganar voluntades, sobre todo negando la efectividad, legitimidad y compromiso social de nuestro gobierno y construyendo la imagen de que “lo venga será mejor a lo que ya existe”, aunque eso sea a todas luces una falacia.
Nuevamente tomo como ejemplo (por lo cercano en todo los aspectos) la lucha reciente por el voto popular en El Salvador, donde un tipo anodino con un movimiento político relativamente nuevo, sin discurso profundo e incontestable, sin trayectoria probada de lucha a favor de los pobres, pero con un inmejorable uso de las herramientas digitales y control social a través de los medios masivos ha dejado sin opciones (por lo menos durante los próximos cinco años) tanto al FMLN como a ARENA, los dos hegemones y antípodas políticos de la historia contemporánea de su país.
En Redes sociales nosotros seguimos hablándole al espejo (convirtiendo esa herramienta en clubes de amigos, anuncios de festividades y obituarios, lugar de esparcimiento, reproducción de contenidos ajenos al objetivo o tarima de figuración personal); en nuestras casas muchos padres de familia sandinistas se han acomodado al hecho de que sus hijos, hermanos y familiares “puchos” sigan el juego a nuestros enemigo; en los centros de trabajo y estudio somos tolerantes con los propagandistas del mensaje de nuestros adversarios.
Algunos compañeros siguen sin entender el momento disruptivo en que vivimos y enfilan “sus baterías” contra lo que ellos consideran (con razón o no) faltas o desviaciones en el Partido, olvidándose de que la lucha por el poder pasa por entender la coyuntura, el momento político que atraviesa el proyecto revolucionario.
Necesitamos un nuevo y obligado enfoque que debe de ser acompañado, en el plano meramente electoral, de “señales” importantes para el votante joven que es el que decidirá las elecciones.
En sentido figurado, " soltemos el "cluch" de lo tradicional y " seguro" y oprimamos el " acelerador" de la acción y pensamiento innovador y contemporáneo de la lucha por el voto no- sandinista.
El Partido necesita de lealtad incondicional en sus filas y sobre todo en los cargos de elección popular y funcionarios de Estado y gobierno, pero eso no está reñido con llevar a ellos a caras nuevas, entendiendo por “caras nuevas” a compañeros sandinistas jóvenes y mayores que no han sufrido desgaste político después de años excelente servicio público.
Aclaro puntualmente que no estoy sugiriendo que el Comandante Daniel o la compañera Rosario no vayan de candidatos ( a menos que el Comandante disponga otra cosa) pues el Partido necesita de la sabiduría del primero y el activismo positivo de la segunda para consolidar lo construido hasta el momento. Me refiero específicamente a diputados y funcionarios altos y medios que pueden pasar a otras tareas donde el Partido lo requiera.
El asunto está que dichas pre-candidaturas deben de ser escogidas con métodos del centralismo democrático en asambleas partidarias no solo para solventar cualquier diferencia de criterios a lo interno, sino para demostrarles a los votantes externos que en el FSLN (en el entendido que “jugamos” con las reglas de la democracia liberal y burguesa), sí hay democracia.
Necesitamos que los cuadros del Partido salgan de las oficinas y estén permanentemente en el terreno no sólo en medio de los desastres naturales o las conmemoraciones, celebraciones o inauguraciones de nuevas obras públicas.
Vean (disculpen que sea reiterativo) como las marionetas globales de los yanquis están permanentemente en contacto virtual o digital con los votantes, “twiteando”, “chateando”, conversando aunque con un ánimo utilitario pero realmente efectivo en esta nueva realidad política y tecnológica sin retorno que hoy enfrenta el mundo y cuyos protagonistas son los jóvenes “conectados”.
Para los jóvenes " estar conectados" ( a un dispositivo, a una red de amigos y al mundo circundante) es su forma de vida, la manera como conciben las relaciones interpersonales y su contacto vital.
Los sandinistas (los leales al Partido ya Daniel, claro), necesitamos ya olvidarnos de nuestras pequeñas disputas y sumarnos al objetivo común de derrotar contundentemente a nuestros adversarios en Noviembre próximo. Debemos no solo trabajar unidos y enfocados, sino ganarnos por todos los medios posibles la voluntad de votar por el FSLN a la mayoría de los jóvenes nicaragüenses. Ahí está el punto toral.
No basta lo hecho o lo que sabemos hacer.
Sesenta años de lucha nos han enseñado a interpretar cada momento histórico en su justa dimensión y sobre todo, ponernos a la altura de los acontecimientos y los cambios obligados por el devenir histórico y las particularidades concretas de la incesante lucha de clases.
El enemigo es el mismo, solo han cambiado los métodos o dicho popularmente:
El zorro ha cambiado de pelo, pero no de mañas.
¡VIVA EL FRENTE SANDINISTA SIEMPRE EN VICTORIA!
¡VIVA LA UNIDAD DE TODOS LOS SANDINISTAS!
¡VIVA EL COMANDANTE DANIEL!
Edelberto Matus.