Pablo Gonzalez

El Salvador: Nayib Bukele, en busca de todo el poder


Era predecible, pero en 2020 el presidente Nayib Bukele no ha dejado ninguna duda: la democracia le estorba, el autoritarismo es su vocación y la acumulación de todo el poder es su búsqueda.

El año arrancó con el más icónico ataque a la democracia que este país haya visto desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992: el 9 de febrero, el presidente, rodeado de militares y policías, se tomó el salón de sesiones de la Asamblea Legislativa, se sentó en la silla del presidente de ese órgano y declaró iniciada una sesión. 

Luego oró, dijo que Dios le habló, y solo por eso no disolvió al primer órgano del Estado a punta de fusiles. Nunca antes los militares habían participado en algo así, ni siquiera durante la guerra civil.

Desde entonces, y más que antes, Bukele, quien gobierna junto a sus tres hermanos, ha sido inclemente contra cualquier crítico. 

Un buen resumen de su actitud déspota fue lo ocurrido en la cadena nacional del 24 de septiembre, donde obligó a todos los canales de televisión y radios del país a que sintonizaran su diatriba contra periodistas, víctimas de la masacre del Mozote, el juez del caso, defensores de derechos humanos, magistrados de la Sala de lo Constitucional, partidos de oposición, el fiscal general y congresistas estadounidenses que le habían enviado cartas mostrando su preocupación por las negociaciones de su gobierno con la Mara Salvatrucha-13 o por su ataque a algunos medios de comunicación. Bukele se tomó todo el tiempo que quiso, que incluso le alcanzó para mostrar videos de periodistas o sacerdotes jesuitas a quienes señaló de ser parte de la oposición.

Meses después, el 17 de diciembre, y con todo lo improbable que pueda parecer, Bukele se superó a sí mismo. Dijo, en El Mozote, ahí donde viven víctimas y sobrevivientes del conflicto, que la guerra civil de 12 años y más de 75,000 muertos así como los Acuerdos de Paz fueron una farsa: “Fue una farsa como los Acuerdos de Paz. Ay, está mancillando, los Acuerdos de Paz. Sí, los mancillo porque fueron una farsa, una negociación entre dos cúpulas o ¿qué beneficios le trajo al pueblo salvadoreño?”, dijo el presidente desde una tarima y ante la mirada de Sofía Romero, una de las mujeres que fue violada por militares durante la guerra. 

Bukele se vende como un mesías y entiende que el protagonista de la historia de este país es por excelencia él. La historia pasada es, por tanto, fútil, descartable, una farsa.

Su carrera hacia una nueva posición de poder donde él controle la Asamblea Legislativa aceleró este 2020, un año donde el Gobierno ha estado en plena campaña de cara a las elecciones de febrero de 2021, utilizando cada tragedia para promocionar a las figuras en las que Bukele más confía.

Ni él ni sus funcionarios ocultan sus intenciones: lo quieren todo. Elegir fiscal, magistrados de la Corte y demás funcionarios. Quieren una Asamblea al servicio del Ejecutivo. No quieren contrapesos, buscan que su líder tenga vía libre. 

Las encuestas le auguran buenas probabilidades de éxito en su objetivo. Todo apunta a que no solo Bukele consolidará su control de la Asamblea, sino a que los partidos de la oposición, desgastados y pesados por la carga de todos sus errores del pasado, seguirán reduciéndose hasta la intrascendencia. 

Si 2020 fue el año en que se preparó el camino para que Bukele tenga más poder que ningún presidente en la historia democrática del país, 2021 es el año de la consolidación de ese sueño autoritario. 

Este 2020, Bukele fue un presidente que, a pesar de la pandemia, nunca perdió de vista su objetivo: todo el poder.

https://elfaro.net/es/202012/el_salvador/25103/Lo-mejor-y-lo-m%C3%A1s-le%C3%ADdo-de-El-Faro-en-este-inclemente-2020.htm?utm_source=instagram&utm_medium=link-in-bio&utm_campaign=La_Foto_Del_A%C3%B1o&utm_content=Lo%20Mejor%20de%202020%20El%20Faro&fbclid=IwAR20PbJru0wX0MDbDBN4YhquMtqQVkSFyBlIRSdixt8egeu9udVywPxTbhU

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