No termino de sorprenderme y por supuesto de indignarme por los niveles extremos e inalcanzables de hipocresía y cinismo contra Cuba, Venezuela y Nicaragua por parte de un imperio maldito, menos mal decadente, en ruta de una guerra civil por efecto del odio que se ha creado y de gobiernos y rostros asquerosamente serviles que se prestan al genocidio sostenido que contra los pueblos de esos países se ejecuta por el solo pecado de apoyar visiones políticas y sociales que nada tienen que ver con la miseria del capitalismo salvaje.
La más palpable y visible anti democracia del mundo, la estadounidense, que se despedaza poco a poco en la medida que se frustra el plan que tenía de comprar al planeta desde la servidumbre que creo en los países que lo gravitan y desde los organismos hemisféricos que diseñó a su medida para sojuzgar a los que jamás pensaremos como ellos, todos los días, sobre todo ahora que un loco y demente como Donald Trump habita la Casa Blanca, Dios quiera esté en sus últimos días, se desayuna con la sangre inocente de pueblos como Cuba, Venezuela y Nicaragua y no porque tengamos un rumbo errado sino porque nos necesita y nos usa como efectos distractores de sus fracasos porque efectivamente no somos el patio trasero que el imperio quisiera tener, ni los lacayos que cochinamente solo saben decir “Yes Sir” y menos los vende patria que a cambio de cualquier chingaste son capaces de vender hasta su propia madre.
Ya aburre, ya cansa, esa jodarria sostenida del neo nazismo imperial estadounidense de agredir a Cuba, Venezuela, pero también a Nicaragua que legítimamente se defiende con el poderoso instrumento que le confiere la razón y que consciente que es un mal ejemplo para el imperio y sus lame botas, es para los pueblos del mundo, aunque no de sus gobiernos, un ejemplo de dignidad porque aquí a pesar de los misiles que nos lanza la anti democracia norteamericana, Nicaragua sigue siendo libre, soberana e independiente y creciendo todos los días gracias a la voluntad de la inmensa mayoría de los nicaragüenses.
Estados Unidos nunca maduró su relación con Nicaragua para comprender que la fracasada política del “gran garrote” se estrelló contra nuestra historia y que sus invasiones e intervenciones terminaron en derrotas políticas y militares porque siempre hubo gigantes que armados con la heroicidad propia de sus más grandes hijos empequeñecieron la soberbia del Águila Real para convertir a nuestro país en un símbolo de la resistencia latinoamericana contra la soberbia de un imperio cuya decadencia ha sido tejida por la mano de sus fracasos y lo digo porque la historia que se sigue escribiendo nos dice que Nicaragua fue la primera en nuestro continente en golpearle la mesa al imperio y en sacar de territorio firme latinoamericano a sus marines y Sandino lo hizo a balazos, nunca por decreto.
Nuevamente el imperio se muestra como lo que es, canalla y cobarde, creyendo que, por tener un poder militar y económico, obviamente indiscutible, pero solo posible por el saqueo que hizo a nuestras naciones, puede venir a darnos cátedra de democracia, de moral, de libertades y de ejemplos edificantes y paradigmáticos, cuando por el contrario todos le son valores que no están a su alcance por mucho que los quieran imponer a través de las imágenes publicitarias de que ellos son los salvadores del mundo, una fantasía imaginaria que han creado a través de Hollywood, del séptimo arte, de series de televisión, de los organismos mundiales, continentales, hemisféricos o regionales a los que ya se les cayó la careta de concubinos que han tenido históricamente con la Casa Blanca a cambio del financiamiento estructural, de oficinas fastuosas que no sirven para nada y que son solo una fachada, a través de la cual, pretenden imponer un respeto que perdieron desde hace muchísimo tiempo.
Nicaragua es una nación dolida con la insolencia y los abusos de quienes se auto proclamaron como la policía del mundo para juzgar desde el poder de sus bayonetas y sus cañoneras a quienes siempre quisieron. Esta realidad, que no han podido concretar en nuestra amada patria, los ha llevado a mantener una atracción fatal que les arrebata el sueño porque siendo el nuestro un país pequeño en el centro de las américas los buenos hijos de esta tierra somos una referencia para el mundo de resistencia y lucha contra el imperialismo norteamericano.
La inmensa mayoría de los nicaragüenses identificamos perfectamente a las miserias humanas que en el sodomático Washington son los cabecillas del torpedeo constante contra la paz que seguimos construyendo y de quienes podemos afirmar son enemigos declarados de nuestro país porque les interesa alimentar el fascismo nazista de la sociedad aria que han creado para sí y de ahí que representen el pensamiento más retrógrado y cavernario de la más extremista política norteamericana que vacía de toda autoridad moral quiere imponernos el recetario de una “democracia” en decadencia que enfrenta profundos cuestionamientos en una sociedad polarizada que harta de su sistema trata de identificar un camino por el cual andar mientras el mundo descubre que Estados Unidos ni es el paradigma de libertad ni es el sueño de los pueblos en busca del bienestar común, ni es el propagandizado paraíso que jamás pudieron mercadear.
Duele a los imperialistas qué en Nicaragua, de la mano de Benjamín Zeledón y Augusto C. Sandino, el yanqui invasor haya mordido mortalmente el polvo de nuestras agrestes montañas y que los sobrevivientes y desarticulados marines hayan tenido que abandonar derrotados nuestro territorio. Esa herida causada por el patriotismo nacionalista de nuestros guerreros ha sido una factura que nunca nos han podido cobrar, pero sí han tratado de vengarse imponiéndonos ejércitos afines como la Guardia Nacional y acomodando en el poder a sirvientes nacionales que fueron y siguen siendo parte de una galería siniestra que hizo derramar la sangre valiosa de los nicaragüenses que nos enseñaron el valor del honor y la dignidad.
Frente a la amenaza siempre viva del neonazismo la inmensa mayoría de los nicaragüenses tenemos que cerrar filas contra la agresión y contra los agresores, llenarnos de mucha confianza y sabiduría, de sensatez y madurez en el delicado manejo de esta coyuntura y hacer de la unidad efectiva un solo propósito de nación al lado de nuestras autoridades y así tomar las decisiones que correspondan para denunciar la patraña imperial y la de sus lacayos nacionales contra una nación, que como la nuestra, encontró en la reconciliación efectiva la ruta de la democracia que día a día se construye sobre los pilares de la libertad, la paz, estabilidad y el crecimiento económico que permite hacer efectiva la justicia social como fórmula victoriosa en la lucha contra la pobreza y contra quienes siempre nos han querido empobrecer a través de saqueo que hicieron durante fueron gobiernos al servicio del amo extranjero.
Tenemos que rechazamos en toda su expresión el retorcido propósito de quienes en el imperio y a solicitud de su servidumbre nacional pretenden descarrilar los innegables avances de Nicaragua en los últimos 13 años como efecto de la política de diálogo y consenso inclusivo que ha desarrollado el Gobierno de Unidad y de Reconciliación Nacional del FSLN porque hoy el mundo no solo reconoce la profunda transformación de Nicaragua, sino que además la perciben como un modelo a seguir y la distinguen en América Latina como una economía que crece de la mano de una alianza tripartita entre el gobierno, los empresarios y los trabajadores y que se fortalece con la estabilidad que es fruto de una seguridad que los inversionistas exaltan a pesar del fallido golpe de estado de 2018 y a pesar de la pandemia que para efectos prácticos hasta hoy tenemos controlada.
Nicaragua ha hecho de la paz y la reconciliación los símbolos efectivos para construir su democracia, la suya, no la del imperio ni la de sus satélites. Bajo esa política ha logrado desarraigar del corazón del nicaragüense la guerra que en muchos capítulos de nuestra historia fue el veneno inoculado por el odio imperial que quiso vernos sumergidos en el atraso y la postración.
Hoy hemos logrado cambiar con mucha voluntad y pocos recursos los enfoques de la guerra, que ya no es entre nosotros, sino contra la miseria, el analfabetismo, las enfermedades, el desempleo, las drogas, las pandillas, la delincuencia, la migración ilegal, el narcotráfico y otros factores que son causa de la depresión social.
Nuestro interés, viendo los ojos al mundo, debe seguir siendo una apuesta sostenida por el perfeccionamiento de nuestra democracia, pero no la “democracia” que el imperio quiere para Nicaragua, Dios nos libre volver a esos tiempos, sino la democracia que los nicaragüenses queremos para Nicaragua; una democracia donde nosotros elijamos y no aquella que el de afuera nos elija; una democracia que responda a los intereses de los nicaragüenses y no una que lo haga por el interés de los Estados Unidos o por el de los gringos caitudos, patas chorreadas y chinelas de gancho que se les ocurrió que por pensar o machacar el inglés son yanquis o gringos y hasta se llegaron a creer, como buenos vende patria que son, ser más nicaragüenses que nosotros cuando no hacen otra cosa más que confabularse contra la tierra que desgraciadamente los parió.
El imperio, ensoberbecido contra una Nicaragua profundamente nacionalista, con sus agresiones se la pasa reafirmando todos los días que su política exterior es violatoria del derecho internacional al chantajear y sojuzgar a un pueblo al que quiere arrebatar la esperanza por un futuro construido por sus propias manos.
Cabe poner en alto relieve que el empobrecimiento de nuestro país en gran medida se debe no solo a las invasiones e intervenciones de los Estados Unidos sino al desacato a la sentencia de la Haya que manda al imperio a indemnizarnos con 17 mil millones de dólares por los daños y perjuicios que nos causaron en su guerra de agresión en la década de los ochenta cuando impidieron el desarrollo de una revolución que en el presente marcha segura y en paz con la convicción e inspiración de servir a los mejores intereses de la nación.
Por todo lo anterior, en lo que cabe y en lo que valga, hago un llamado a todos los sectores políticos, económicos y sociales de la nación, por lo menos a la inmensa mayoría, a unirnos contra la amenaza que estimulada por un oposicionismo sin vergüenza y sin escrúpulos pretende que sean los extranjeros y más directamente el fascismo imperial quien les hagan el favor de ponerlos en el poder.
En Nicaragua no solo hay democracia, sino que voluntad para mejorarla todos los días y los únicos que la niegan son aquellos que son incapaces de unirse y organizarse para plantear una propuesta que sea mejor a la del actual gobierno y por eso actúan como lo hacen.
La profunda división, el odio descarnado, el canibalismo que les extingue y la auto descalificación que les caracteriza es la causa del mal causado en una oposición vende patria que celebra el “favor” que el imperio les hace en el afán de destruir Nicaragua, pero en su limitada miopía política no calcularon el inmenso daño que se hicieron yendo a Washington para afectar a un pueblo que ya les escupe el rostro por la mano que han levantado contra el país y los intereses de los nicaragüenses.
Ya comenzamos a respirar aires electorales.
Llevamos por delante a los enemigos de Nicaragua miles y miles de millas de ventaja sin haber entrado en campaña porque el discurso proselitista de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa no se dice desde una tribuna electoral sino desde la modernidad y gratuidad de nuestro sistema de salud, de los hospitales que tenemos y de los que se están construyendo; desde la gratuidad de la educación en todos sus niveles; desde las carreteras, los puentes, los caminos de penetración, la electrificación, las comunicaciones, la inversión pública y privada, la armonía obrero-patronal, la ejecución sostenida de más de 40 proyectos sociales de alto nivel e impacto, la seguridad social, la estabilidad, la paz, la libertad y todo lo que integralmente representa una democracia que es tan para todos que incluso la disfrutan aquellos que no la merecen.
Por: Moisés Absalón Pastora