VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

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Derechos humanos en Nicaragua


Merienda Escolar, El Programa Integral de Nutrición Escolar (PINE) es un programa estratégico del Ministerio de Educación, en el marco de las políticas nacionales, para contribuir al mejoramiento de las condiciones de educación, nutrición y cultura alimentaria de los niños, niñas, jóvenes y adolescentes protagonistas de los centros educativos del país.

Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y al trabajo, entre otros muchos. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin discriminación alguna.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que marca un hito en la historia de los derechos humanos. Su declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217, como un ideal común para todos los pueblos y naciones. 

Esta declaración establece, por primera vez, derechos humanos fundamentales que deben protegerse universalmente y Nicaragua es signataria de ese compromiso.

Los derechos humanos en nuestro país son indudablemente un tema recurrente y no solo nacionalmente, sino que hacia afuera nos tiene en la picota la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la que hay mucho que decir porque la percepción que ellos tienen de nuestra realidad interna se basa en la irresponsabilidad de un criterio eminentemente político diseñado por el más grande violador de los derechos humanos del mundo, los Estados Unidos y adulterados aquí por vividores de este tema entre los que puedo mencionar a la Vilma Núñez de Escorcia, sempiterna dictadora en el desaparecido CENIDH, Marcos Carmona del que hay muchos detalles que precisar cómo cabecilla de la CPDH y Álvaro Leiva un delincuente de cola de pato que se robó la sigla y los fondos de la ANPDH y huyó a Costa Rica.

El mundo y nuestra América Latina fundamentalmente, sabe que el imperio tiene un impresionante récord de políticas injerencistas, asesinatos selectivos de líderes políticos, sindicales, sociales, magnicidios, agresiones militares, imposición de dictaduras fascistas, violación cínica y artera de los derechos humanos, espionaje, subversión, terrorismo y con ellos ha construido caminos de sangre, destrucción y muerte, pero es quien con audacia, descaro y mala fe, manipula los valores esenciales del humanismo para imponer su hegemonía en nombre de la libertad, la democracia y los derechos humanos desde una estructura totalmente diabólica.

Estados Unidos que por héroes solo tiene a Iron Man, Batman, Batichica, la Mujer Maravilla, Superman, los Cuatro Fantásticos, El Hombre Araña y Popeye, entre otros inventos de Marvel, calumnia a países, denigra a gobiernos, agrede a los pueblos cuando, anualmente, denuncia violaciones a los derechos humanos que jamás respeta ni dentro de los mismos Estados Unidos y peor en los Estados a los que injuria. 

Ya es costumbre del que se cree dueño del mundo calificar a los países soberanos, según el prisma de agencias que como la CIDH no dudan en endosar violaciones de los derechos humanos, según parámetros elaborados a la medida de su conveniencia y en busca de alcanzar sus objetivos de dominación.

Abordo este tema porque me refrescó la mente encontrar en el internet, a la vuelta de un tiempo, el caso bastante fresco aun de otro vivián Julio Montenegro, cuando decidió desbandarse como leguleyo de la Comisión Permanente de Derechos Humanos CPDH, de la que salió profiriendo improperios irrepetibles contra otra estrella Marcos Carmona y quien se encargó, en tanto enganchaba a la gente como defensor de presos comunes a los que tipificaba como políticos y sobre los que cobraba plata a cambio de liberarlos con gestiones que nunca hizo y que indignó a muchos estafados que lo denunciaron.

Como si se tratase de una “tabla de salvación” a estos falsos representantes de los derechos humanos la “amnistía”, para un montón de terroristas que al momento de su promulgación se encontraban presos, les cayó como anillo al dedo porque no hallaban qué hacer con la indignación de los familiares de los golpistas que habían pagado miles de dólares para verlos excarcelados sin que los tales defensores de los derechos humanos de aquí supieran qué hacer para evitarse la devolución de la plata que a cambio de nada ya habían recibido.

Todo esto me lleva a plantear, considerando el actuar de las agencias que dicen tutelar el tema de los Derechos Humanos si esto es realmente un asunto de mis derechos, de sus derechos o es un ordinario y vulgar negocio donde se estafa a la gente y se golpea al país desde una imagen que no corresponde a la realidad.

En Nicaragua quienes dicen ser los defensores de los derechos humanos son en realidad agentes políticos, disfrazados de Organismos No Gubernamentales para ejecutar el guion que les escriben sus financistas a cambio de falsear la realidad nacional y la de los propios derechos humanos, mientras se lanzan contra los que sí hacen por el país y a los que convierten en monstruos, pero en héroes y paladines a quienes lo destruyen desde un maquiavélico cliché que trae a los nicaragüenses consecuencias que sí violan sus derechos humanos.

Para vividores de los derechos humanos como la Vilma Núñez de Escorcia, que estuvo al frente del extinto CENIDH, un hueso que roe desde hace más de 30 años; 

Para Marcos Carcoma al frente de la CPDH y quien recientemente recibiera de la “dictadura” la legalización de la casa de la que se hizo en la década de los 80s al amparo de las leyes 85 y 86, además de ser un conocido apaleador de mujeres y para Álvaro Leyva, desde la ANPDH, un consumado delincuente que huyó hacia Costa Rica después de haber ordeñado a más no poder las millonadas que recibió en el contexto del fallido golpe de estado, el tema de los derechos humanos nunca lo vieron desde la perspectiva del derecho, de la defensa por aquel que se sintiera violentado en su quehacer ciudadano tal y como lo confiere la constitución de la república.

Estos estafadores que se auto llaman defensores de los derechos Humanos están afligidos porque el negocio que este tema les representa se les está yendo como agua entre los dedos porque Gonzalo Carrión tras la extinción del CENIDH, formó su propio caramanchel y mandó al carajo a la Vilma Nuñez de Escorcia quien ahora se la pasa gastando la jubilación que recibe del INSS en los centros comerciales de Managua. 

Porque a Marcos Carmona el leguleyo de Julio Montenegro, que hizo una buena fortuna diciendo que defendía a los terroristas que ahora están libre, lo dejó prácticamente muco cuando se robó todos los expedientes de los detenidos que jamás defendió, pero por los que cobraba cantidades que solo los ingenuos pagaban sin ver resultados porque aquel solamente recibía y aparentaba que hacía, pero solo desde la televisión porque en realidad todo se trató de un negocio que era tan monopólico que por candidez, ignorancia o lo que sea solo a él lo buscaban desde su cargo como asesor jurídico de la CPDH a la que le sacaba su buen chequecito.

 Porque el tema de los derechos humanos fue para Álvaro Leiva algo así como sacarse el gordo en sorteo extraordinario de navidad. 

Este tipo es un delincuente y de la misma manera que el CENIDH, la CPDH, hizo de la ANPDH una industria de mentiras que llegó a decir criminalmente que aquí hubo más de 800 muertos y miles de desaparecidos en el contexto de aquel fallido golpe contra el estado del que él fue ejecutor y protagonista y para sus efectos ahí están las cámaras.

Estos cabecillas de los derechos humanos hicieron del tema un negocio redondo fundamentado en la mentira, en la manipulación de testimonios, en el invento de hechos que nunca sucedieron y que fueron elevados a la condición de estadísticas que, sin ser investigados, ni confirmados, ni constatados, a través de las instancias correspondientes, fueron trasladados y compartidos irresponsablemente con la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, que igual sin investigar, confirmar y constatar lo único que hicieron fue copiar y pegar lo que los mentirosos del CENIDH, que ya no existe, la CPDH o la ANPDH presentaron como cosas ciertas.

Estas agencias al servicio de Estados Unidos se revuelcan en el mismo chiquero imperial y en consecuencia representan a la mentira que glorifica a los victimarios y se burla las víctimas.

 Ninguna de sus siglas ni los que dicen representarlas tienen autoridad moral para hablar de derechos humanos porque son los principales violadores y verdugos de un país que como el nuestro tiene mucho que reclamarles porque encarnan en cada una de sus actitudes la expresión de la delincuencia y el oportunismo.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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