Lo expresado por el hijo del ex senador colombiano y poderoso narcotraficante solo confirma lo que incontables voces e investigaciones independientes han descubierto y puesto en evidencia.
La agencia antinarcóticos de EEUU no es más que un poderoso cartel de drogas mediante el cual se obtienen fondos para las llamadas operaciones opacas y para aceitar la maquinaria corrupta que opera al interior de la economía estadounidense.
La DEA ha sido descubierta en incontables oportunidades traficando con drogas. Donde abre una oficina inmediatamente aumenta la producción y el tráfico de estupefacientes.
Además, es un engranaje del mecanismo de represión política y económica que a escala global aplica EEUU contra los países y liderazgos que no se someten a sus deseos.
Juan Pablo Escobar, hijo del narcotraficante y ex senador colombiano Pablo Escobar Gaviria, reveló en una entrevista que su padre tenía una ruta del narcotráfico entre el aeropuerto internacional de Medellín y el aeropuerto de Miami, por el que se enviaron 800 kilos de cocaína por semana durante tres años de manera ininterrumpida.Primero no ordenas, solo en twiter y segundo, es la manera de invocar una invasión #EEUU está desquiciada, el #coronavirus desnudó aún más su crueldad y no les importa nada. La #DEA es el gran cartel del narcotráfico expulsada de #Venezuela porque usaba la ruta y tú lo invocas https://t.co/7i34CsPa5x pic.twitter.com/haGRzftsfu
— Madelein Garcia (@madeleintlSUR) April 8, 2020
La revelación la hizo Escobar en su libro “Pablo Escobar in fraganti, lo que mi padre nunca me contó”, según se aprecia en una entrevista televisiva en la que además confiesa que estos envíos dejaban a la DEA ganancias de 3.500 dólares por kilo, es decir, unos 440 millones, sin contar lo que le quedaba a su padre y a los carteles estadounidenses.
Para el envío de la cocaína a EE.UU., Escobar Gaviria utilizaba las aerolíneas comerciales y mulas que no se preocupaban por ocultar mucho la droga ni usaban dobles fondos, ya que todo el sistema “estaba corrupto y putrefacto”.
“Todas las personas involucradas en la cadena de control desde Medellín hasta Estados Unidos, hasta el último eslabón, estaban comprados. Entonces aquellos que viajaban no necesitaban ni llevar pasaportes ni documentos ni ninguna visa (…) Era como tener una autopista que comunicaba a los dos países”.
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