El expresidente Hugo Chávez expresó en varias oportunidades que Colombia, al ser expresión de la política de Estados Unidos en la región, era un punto de división y confrontación política y bélica, tanto como lo era Israel en Oriente Medio.
Esta afirmación y las decisiones políticas del Gobierno de Hugo Chávez, han tomado cuerpo en una realidad cada vez más hostil entre ambas naciones y en toda la región.
"Recientemente, las incursiones militares que pretendieron ser ataques al Gobierno de Nicolás Maduro, fueron concebidas en Colombia, y hasta hoy este país ha sido plataforma para que Juan Guaidó opere como "presidente interino", en un intento de quiebre de las relaciones internacionales de la nación bolivariana.
Colombia, además de mantener operativas 11 bases militares, es actualmente socio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los soldados del Ejército colombiano, así como miembros desarticulados de los grupos paramilitares de ese país, han participado como mercenarios en incursiones a países como Siria, Irak, Yemen, que actualmente minan la estabilidad de esa región.
Por estas razones, las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela no terminan de asentarse. Urge comprender el contexto para ver los riesgos para la unidad y estabilidad Latinoamericana.
El nombre de la traición
El articulista del diario El Espectador, Renson Said, escribía hace unos meses una reflexión que describía la naturaleza de la nación neogranadina y su papel político en la región:
"El Caín de América Latina fue el apodo que nos ganamos hace tiempos por ser un país que se asocia con fuerzas extranjeras para atacar a nuestros propios hermanos del continente.
Colombia le dio la espalda a Argentina en su lucha legítima de defensa de las Malvinas, en tiempos de Turbay. Pero en cambio envió más de 5.000 soldados del Batallón Colombia a la guerra de Corea, en tiempos de Laureano Gómez.
Y fue el único país latinoamericano en apoyar la guerra de Irak, y el único que envió soldados nacionales al destacamento de la OTAN en la guerra afgana, ambas en los ocho años del Gobierno de Uribe".
Es una práctica habitual de Estados Unidos promover la aparición de enclaves y con ello, propiciar la inestabilidad permanente en regiones enteras del planeta.
El investigador Ernesto Semán, opinaba recientemente que no es de extrañar que sean Israel, Egipto y Colombia los países que recibían el mayor apoyo financiero y militar por parte de la Casa Blanca. Desde la óptica de los intereses geopolíticos estadounidenses, apunta Semán, dichas naciones reúnen las condiciones perfectas para poseer el estatus de enclaves privilegiados.
"Estar situados en un lugar que Estados Unidos considere hostil y estratégico, ser (o haberse convertido en) un Estado necesitado de ayuda externa para subsistir, con una legitimidad disputada dentro y en los bordes mismos del Estado, y padecer una amenaza militar real o aparente que justifique, bajo ciertos principios, una reacción mucho mayor", son parte de dichas características distintivas.
Sin embargo, las vinculaciones de los enclaves no solo dependen del núcleo que los hermana. Israel ha servido en no pocas ocasiones como un férreo aliado de Colombia, en especial, en lo que refiere al apoyo militar.
Ahora, a partir del 11 de agosto la vinculación se extiende al área económica a través de la puesta en marcha de un tratado de libre comercio, que ya sido denunciado por la Asociación de Usuarios Campesinos como desventajoso para el sector agrícola colombiano.
Bajo la mirada del analista político Adel El Zabayar, consultado por Sputnik, al igual que lo hace Estados Unidos con sus planes armamentísticos, las iniciativas de Israel en la región suramericana también tienen una agenda oculta: "Los acuerdos comerciales de Israel y algunos países latinoamericanos traen a la discusión el Plan Andinia, que tiene como propósito la balcanización de Latinoamérica y establecer en la Patagonia, el Estado alternativo para Israel, debido a los constantes problemas y la resistencia que ha significado, un difícil desafío para los sionistas y sus planes en Palestina. Es lamentable que los Gobiernos de Chile y Argentina hayan sido colaboradores en dicho plan y en mi opinión la última visita del presidente argentino a Tel Aviv, fue para asegurarles a los sionistas, el compromiso de su Gobierno en seguir adelante con ese proyecto".
Para El Zabayar, lo nocivo de que Colombia se preste al igual que Israel para servir de plataforma a los planes de neocolonización del Pentágono, es que además de perturbar el clima regional aportan material humano para incentivar el conflicto en otras latitudes.
"En la guerra de Yemen corre la sangre colombiana, ya que el Gobierno colombiano ha permitido a empresas contratistas de mercenarios operar y reclutar combatientes para llevarlos a guerras muy lejos de Colombia, y siempre se lee información en idioma árabe, sobre la muerte de cientos mercenarios en Yemen, en su mayoría provenientes de Colombia, que son enterrados y la mayoría quemados para desaparecer su identificación, al igual como ocurrió en Siria.
Esto deja claro que la élite colombiana, no solo hace dinero con drogas, sino que también con la sangre de sus jóvenes en guerras ajenas", añade el analista.
Las oscuras redes de inteligencia
El experto en geopolítica del Medio Oriente, Basen Tajaldine, considera que al hablar de las relaciones entre Colombia e Israel, hay que prestar severa atención a un elemento que suele quedar velado, el entrenamiento de los grupos paramilitares colombianos por parte del Ejército israelí.
"Hay que recordar aquellas palabras manifestadas por uno de los líderes del paramilitarismo colombiano que ha desaparecido, Carlos Castaño, en un libro que bautizó con el título Mi Lucha, así como Adolf Hitler había titulado uno de sus libros, y él decía que se sentía orgulloso de haber sido entrenado y armado por Israel.
Carlos Castaño, un líder paramilitar de los más sanguinarios de los que tuvo Colombia y valga también recordar que el Ejército colombiano y sus grupos paramilitares han participado en el extranjero, en el Medio Oriente, en África y en Asia y hasta en Europa, en misiones de combate", dijo el experto.
En esta oscura trama de relaciones surge el nombre de Yair Klein, un exmilitar del Ejército israelí, que en la época de los 80 se dedicó al entrenamiento de grupos del narco paramilitarismo colombiano.
"El Mossad es una verdadera, perfecta y extraordinaria organización terrorista. Es un aparato complejo y bien completo, incluso diría, más sofisticado que el de la CIA, y no me cabe duda que los servicios de inteligencia occidentales incluyendo la CIA, sirven de apoyo y operador del Mossad.
Sería bien ingenuo dudar que esa organización no esté ligada con los actos de desestabilización no solo con la oposición, sino que, también influye en decisiones en el Estado venezolano para mantenerlo débil", afirma Zabayar.
A juicio de Tajaldine, además de causar preocupación la creciente y amalgamada relación entre Israel y Colombia como dos enclaves que sirven a los intereses de Estados Unidos, está el hecho de que dentro de Venezuela los grupos de oposición estén dispuestos a establecer cualquier alianza con el único propósito de llegar al poder:
"Muchos políticos en Venezuela tienen conexiones con Israel, de hecho María Corina Machado abiertamente ha dicho que de llegar al gobierno lo primero que haría es firmar un acuerdo con Israel, no solamente para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales, sino de alianza estratégica con Israel.
También lo ha dicho Juan Guaidó, restablecería la Embajada de Venezuela en Israel y viceversa, movería la Embajada de Jerusalén como acto simbólico de sumisión, así también abiertamente lo han referido desde Israel, que harían todo para cambiar el régimen en Venezuela", finaliza Tajaldine.
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