La pregunta sobre “origen” del coronavirus carece de significado científico y conduce, además, a emprender tareas igualmente absurdas, como el “paciente cero”, el “foco” y el “contagio” o expansión del mismo.
Si un virus se expande, como dicen, reeditamos el mito bíblico de Adán y Eva, el Génesis, y vamos a otro mito, el del “paciente cero” que no se pudo “contagiar” de nadie, por lo que hay que empezar a partir de un animal, lo cual es un fenómeno médico extraordinario que a lo largo de las últimas pandemias se esfuerzan en presentarnos como “normal”.
Esta mañana el periódico South China Morning Post ha vuelto a abordar este asunto en un reportaje, que a pesar de sus muchas limitaciones, es interesante reproducir porque rompe el mito que han difundido durante esta pandemia, a saber, que el coronavirus es nuevo y nos ha pillado por sorpresa, por lo que carecemos de “defensas” frente a él (a diferencia del virus de la gripe).
Apoyándose en un artículo publicado en la revista científica “Nature Medicine” el 17 de marzo, el periódico afirma que el virus “saltó” de los animales a los humanos mucho antes de que se detectara el primer caso en Wuhan.
Además, un artículo de Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, les permite añadir que el virus no se ha creado en un laboratorio.
Claro que Collins, un funcionario de la Casa Blanca, no es un fuente fiable para hacer una afirmación de esa naturaleza.
Si el coronavirus se ha estado propagado entre los seres humanos durante décadas, la pregunta es por qué entonces no causó ningún tipo de enfermedad, sino tampoco ningún síntoma médico, es decir, por qué se propagó “silenciosamente”, como dice el periódico.
La explicación de los científicos que acoge el periódico es otro tópico: porque contiene una mutación única que no se encontró en los animales anfitriones sospechosos, pero que “probablemente apareció durante infecciones repetidas en pequeños grupos en los seres humanos”.
Esta explicación es un circunloquio que conduce de un mito (“pacientes asintomáticos”, o sea, sanos a los que se pretende hacer pasar por enfermos), a otro: el de las mutaciones virales, las famosas “cepas” o variedades diferentes de un mismo virus.
Pero si un virus es capaz de mutar, entonces nos vamos a la madre del cordero de la virología: ¿son seres vivos los virus?, ¿cómo mutan y por qué?
Cuando a falta de hechos probados, se sustituye una hipótesis por otra, la cadena argumental se transforma en magia, como le ocurre a Collins, para quien el coronavirus pasó de los animales a los humanos “antes de que pudiera enfermar a la gente”.
Con el transcurso del tiempo, un virus que no causaba ninguna enfermedad, se convirtió en mortífero, aunque sepamos ni cómo ni por qué.
Según Collins los virus “evolucionan” exactamente igual que cualquier otro ser vivo.
“A través de cambios evolutivos graduales a lo largo de años o quizás décadas, el virus finalmente adquirió la capacidad de propagarse de un humano a otro causando una enfermedad grave, a menudo mortal”, dijo en un artículo publicado el jueves pasado en la página oficial de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
https://www.scmp.com/news/china/science/article/3077442/coronavirus-pathogen-could-have-been-spreading-humans-decades